“Aquello que llamamos memoria es en realidad olvido”, se lee en Cuando Sara Chura despierte (Portaculturas) del escritor boliviano Juan Pablo Piñeiro. “Por los cauces que han tomado los ríos de este mundo, actualmente nacer es lo mismo que olvidar. Parece ser que el olvido no existe, sino que es el síntoma de una comunicación que se ha cortado siglos atrás (...) Por su espanto a la contradicción y a la fugacidad, sucede que ahora el ser humano nace olvidando y se empeña en vivir sin recordar.” El lema de la quinta edición del Festival Internacional de Literatura de Córdoba (FILiC) –que empezará hoy y se extenderá hasta el próximo sábado en el Espacio Cultural Museo de las Mujeres (MUMU)– es La palabra y el olvido. El marroquí Abdelkader Chaui (Bab Taza, 1950), el brasileño Bernardo Carvalho (Río de Janeiro, 1960), la chilena Andrea Jeftanovic (Santiago de Chile, 1970) y el español Andrés Barba (Madrid, 1975) son los invitados internacionales que participarán de diálogos, lecturas y debates con Eugenia Almeida, Ana Arzoumanian, Susana Cabuchi, Griselda Gómez, Leandro Calle, Martín Zariello, José Heinz, Juan Manuel Peirone y Esteban Prado, entre otros narradores y poetas argentinos.

“Nos interesaba frecuentar las coordenadas de la memoria desde otro lugar”, cuenta Javier Folco, director del FILiC, acerca del lema de esta edición. “Hablando del olvido, queremos reflexionar, a través de la literatura, sobre una idea de memoria ‘cristalizada’ y ligada al pasado, muy común en nuestro tiempo. La memoria no se alimenta sólo de la reproducción sistemática de hechos del pasado; la memoria también está en el futuro, condicionando el provenir desde lo que cada uno de no- sotros dice recordar o decide olvidar. Lo que parece una paradoja quizá no sea más que una dinámica de supervivencia porque, al fin y al cabo, memoria y olvido son necesarias para vivir. Lo que no habría que olvidar es que la palabra es lo primero que se manosea, bastardea u olvida cuando el sinsentido, la violencia, la barbarie sin límites nos gana. Ese síntoma hay que recordarlo siempre: la violencia es muda”.

Por primera vez el FILiC invita a una editorial independiente, Puente Aéreo, de Mar del Plata/ Barcelona, creada por Esteban Prado y Esteban Quirós, que ha publicado Vida, de Paulo Leminski (Curitiba, 1944-1989), poeta, novelista, agitador cultural, crítico y ensayista; ¡Marc!, de Osvaldo Lamborghini y Gustavo Trigo, con prólogo de Oscar Steimberg, y Manifiesto para ciborgs de Donna Haraway, entre otros títulos. “Trabajar desde el interior es tan estimulante como difícil y si somos capaces de construir redes entre proyectos similares, ganamos todos –subraya Folco a Página/12–. En el caso de Puente Aéreo, su trabajo se desarrolla entre Mar del Plata y Barcelona, el catálogo que va construyendo es interesante y serio y, además, está en manos de gente joven que hace muy bien su trabajo. Los conoceremos, nos conocerán y seguro algo nuevo surgirá.”

El momento cultural que vive Córdoba es “muy interesante, de mucha producción y circulación”, define Folco, profesor de filosofía, editor y autor de Estela Carlotto. Una Abuela de Plaza de Mayo, prologado por Baltasar Garzón. “El festival surge de percibir ese fenómeno. Hace ya algunos años que Córdoba se ha ubicado en un lugar interesante en el panorama nacional en cuanto a lo literario-editorial y no hay que olvidar tampoco que editoriales como Alción, que tiene más de 30 años, o Llanto de mudo, que este año cumple 20 años, han marcado un terreno, han inspirado, han enseñado. Es imposible que quienes nos asomamos a la inquietud de hacer libros no lo hagamos en un terreno que ya lleva mucho trabajo realizado y, por sobre todo, valioso. Sólo para mostrar esto que digo, el mejor libro publicado en 2013 según la Feria del Libro de Buenos Aires, Cada vez más cerca, de Elvio Gandolfo, fue editado por el sello local Caballo Negro –ejemplifica el director del Festival–. La idea del FILiC sigue siendo la misma: ayudar, con las limitaciones propias de un proyecto como el nuestro, a que el público conozca cada vez nuevos libros, nuevos autores, nuevos editores.”

Entre las actividades más destacadas de la programación del FILiC –organizado conjuntamente por Eunic Argentina-Córdoba (Alianza Francesa, Centro Cultural España Córdoba, Asociación Argentina de Cultura Británica y el Instituto Goethe) y Portaculturas–, en la apertura (hoy a las 19), una de las charlas imperdibles será “Destino Marruecos: literatura, memoria e historia”, con Abdelkader Chaui y Leandro Calle. Mañana, a las 10 de la mañana, el novelista marroquí junto a Andrea Jeftanovic y Andrés Barba leerán algunos de sus textos a presos de la cárcel de Bower. Después, a las 18.30, Ana Arzoumanian, Jeftanovic y Griselda Gómez hablarán sobre “Escribir para viajar a lugares incómodos”. El sábado a las 18.30 dialogarán Bernardo Carvalho y Eugenia Almeida acerca de “La literatura como arqueología de la experiencia”; más tarde, a las 20, Andrés Barba y Javier Mattio intercambiarán perspectivas sobre el tópico “La literatura, una manera de pensarnos”. Folco dice que llevar la palabra de los escritores a una cárcel implica recordar que la literatura, los libros, sus autores y editores son necesarios en ámbitos un tanto olvidados por eso que se ha dado en llamar la “gestión cultural”. “Muchas veces se dice que los libros te abren un mundo. Y sí, es cierto. Pero en esos ámbitos pueden ser mucho más que eso, pueden ser el intersticio que conecta con la vida, con otra vida posible –advierte el director del festival–. No hay que sobrestimar el valor de la cultura muchas veces ligada a fortalecer egos más que vínculos, pero tampoco se debe subestimar el valor de la palabra como creadora de nuevos vínculos con nosotros y con los otros.”