LITERATURA › EL ESTADOUNIDENSE PETER CAMERON HABLA DE SU NOVELA AQUELLA TARDE DORADA
En su libro, el autor que vino a participar del Filba aborda las biografías de escritores con una mirada que relativiza el concepto: “El escritor se expresa a través de su obra; no entiendo por qué se interesan tanto en la vida íntima de los autores”, argumenta.
› Por Silvina Friera
“No creo en las biografías de los escritores”. Lo dice Arden, un personaje de Aquella tarde dorada (Libros del Asteroide), la magistral novela del estadounidense Peter Cameron. Omar, un joven iraní que vivió un tiempo en Toronto (Canadá) y está cursando un doctorado en la universidad de Kansas (Estados Unidos), envía una carta a los albaceas literarios del escritor Jules Gund en la que solicita permiso para escribir una biografía sobre el autor de la novela de culto La góndola, que llegó a Ocho Ríos (Uruguay) huyendo del nazismo y murió hace años. La negativa de los tres albaceas –la viuda Caroline, su amante Arden y su hermano Adam–, que no ven la necesidad de que se escriba una biografía ahora –en 1995– ni en el futuro, desespera tanto a Omar –para conseguir el dinero de la beca mintió y dijo que tenía la autorización de los herederos– que viaja a Ocho Ríos con la intención de convencerlos. La enfermedad, los secretos de familia, el amor y las encrucijadas de la vida –la biografía, al final, versará sobre Elizabeth Bishop y los años que pasó en Brasil– están narrados excepcionalmente, como si este estadounidense, que hoy se presentará en el Filba (Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires), fuera un bisnieto más “sensible” y menos irónico del genial Henry James.
Cameron (Nueva Jersey, 1959), autor de las novelas Año bisiesto (1990), Algún día este dolor te será útil (2007) y Coral Glynn (2012), vuelve a Buenos Aires casi diez años después de su primera visita en enero de 2007, cuando estuvo con el equipo de filmación de La ciudad de tu destino final, adaptación cinematográfica de Aquella tarde dorada realizada por James Ivory. “El escritor se expresa a través de su obra; no entiendo por qué se interesan tanto en la vida íntima de los autores”, dice el narrador estadounidense a Página/12. “Comprendo en parte la curiosidad porque yo también tengo la necesidad como lector de saber más sobre los escritores que me gustan; es algo que te pasa cuando sentís una conexión muy especial con un libro, es natural que quieras saber más sobre la persona que lo escribió. Algunos escritores escriben más sobre su vida, son más autobiográficos. Pero otros no. Yo no soy un escritor autobiográfico, me gusta crear personajes y otros mundos porque no creo que mi vida sea tan interesante. El placer que encuentro en la escritura es que me permite estar fuera de mi vida”.
El escritor, que dio clases en universidades como Columbia y Yale, cuenta que cuando se imaginaba a Jules Gund “no tenía en mente a ningún escritor en especial”. Después apareció la figura de E.M. Foster, un autor británico que le gusta mucho. “En muchos sentidos quise modelar Aquella tarde dorada a la manera de las novelas de Foster: un extranjero que llega a interrumpir el estado natural de la familia y cómo cambia a sí mismo y a las personas que tiene alrededor. Me interesan las distintas maneras en que las vidas se pueden reflejar en una novela: cómo se crean y recrean las vidas en la ficción”, subraya Cameron. “Me gusta usar el diálogo porque puedo desaparecer como narrador y hacer que los personajes se encarguen de la situación. Ellos son los que hablan y no yo. Como novelista, uno tiene limitaciones en las cosas que puede hacer, pero intento sacar ventaja de las herramientas disponibles, ya sean los diálogos o un monólogo interior que muestre lo que el personaje está pensando pero no se anima a decir. Las buenas novelas reflejan tanto el interior como el exterior de los personajes”.
–¿Por qué casi todos los personajes de Aquella tarde dorada son extranjeros?
–La novela trata sobre encontrar un lugar en el mundo donde te sentís en casa, en un sentido más psicológico y no necesariamente geográfico. Ninguno termina en el lugar en que había empezado. De hecho el título en inglés The city of your final destination –La ciudad de tu destino final– trata de reflejar esta cuestión. Nadie sabe cuál es su destino final. La vida es como estar en tránsito emocional y geográfico.
–¿La escritura es el modo que encontró de estar en el mundo?
–Sí. La satisfacción de escribir es ser parte de un mundo más grande y poder de irme lejos de mi propia vida. Escribir y leer me hacen ser parte de otro mundo.
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