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Viernes, 9 de febrero de 2007

LITERATURA › SE INAUGURO AYER LA FERIA DEL LIBRO DE LA HABANA

Embajada cultural en la isla

Argentina es la invitada de honor de esta edición. José Nun felicitó al pueblo cubano, “porque siempre defendió la cultura”.

 Por Silvina Friera
Desde La Habana

Cuando el genovés Cristóbal Colón se topó con la isla de Cuba cuentan que dijo, pensando que había llegado a Catay –el nombre que se le daba a China–: “Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos vieron”. Y los ojos de la delegación argentina, el país invitado de honor a la XVI edición de la Feria del libro de La Habana, que se inauguró ayer en la Plaza San Francisco de Asís, en el Parque Morro-Cabaña, se rindieron frente a la belleza de ese litoral que no se acaba nunca. Después de todo, Cuba es una de las islas más largas del mundo, y el carácter ecléctico y mestizo de la cultura cubana se funde en una abigarrada pureza de lo impuro. El evento cultural más importante del país se desarrolla en el mismo lugar en el que funcionó la comandancia de Ernesto Che Guevara. Esa fortaleza, construida a fines del siglo XVIII, orgullo para los cubanos, porque dicen que es “la más grande de América latina”, fue el sitio donde el Che hizo pie para entrar a la ciudad el 1º de enero de 1959. Después de la presentación de Teresa Parodi y Juan Falú, el secretario de Cultura de la Nación, José Nun, señaló que “la familiaridad con el libro abre siempre nuevos horizontes”. Y felicitó al pueblo por “el esfuerzo extraordinario, que se mantuvo durante años muy duros, y porque siempre se defendió la cultura, más allá de la presencia del libro”.

El escritor y secretario de Cultura de Cuba, Abel Prieto, dijo que la Feria es “un verdadero festival de cultura, el evento más masivo del país, más que los carnavales”. En el acto de apertura estuvo Raúl Castro, quien reemplaza a Fidel Castro desde agosto del año pasado.

En la “fiesta de la palabra, del libro y del pensamiento” –como definió Prieto a la Feria–, los stands cubanos pondrán a la venta más de 8 millones y medio de libros. El afán por “democratizar la cultura y el libro” que proclaman los organizadores de la Feria se traduce en la accesibilidad del libro, que cuesta un promedio de cinco pesos cubanos (aproximadamente cinco pesos argentinos). Nun agregó que es imprescindible que se promueva una lectura que no solamente informe y ponga en contacto con la literatura, sino que “sea como el trabajo del agitador que revisa nuestro sentido común y desarrolla nuestra conciencia crítica”.

La Habana, de noche, se parece a una vieja dama sabia y silenciosa, frugal y estoica, pero la Feria le cambia la cara; moviliza a un público ávido que se pasea por el pabellón argentino para estrechar nuevos puentes con la literatura y la cultura argentina. “Ahí, escapando, siempre palante, chica”, respondió un cubano cuando Página/12 preguntó por el entusiasmo con el que viven la Feria. En los tres pabellones –un total de quinientos cuarenta metros cuadrados ocupados por la Argentina– se puede escuchar voces de figuras emblemáticas: fragmentos de discursos de Perón, de monólogos de la genial Niní Marshall, un tango cantado por Carlos Gardel y el relato de ese inolvidable gol que Maradona le hizo a los ingleses en el mundial de fútbol del ’86. En uno de los pabellones, dedicados a las muestras, se exhibe Memoria –inspirada en la canción homónima de León Gieco, que también se puede escuchar de fondo–, inaugurada el año pasado por la Secretaría de Cultura de la Nación. Un puñado de estudiantes de historia argentinos trabajará la temática de la memoria con los asistentes que se acerquen a recorrer la muestra. “Queremos contar cómo estamos viviendo y procesando la historia reciente a través de la cultura”, planteó Guillermo Moranchel, director Nacional de Industrias Culturales. Hacia uno de los laterales hay una mesa con treinta libros editados por la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), entre otros títulos, Un golpe a los libros, de Judith Gociol y Hernán Invernizzi, y la antología de escritores desaparecidos Palabra viva. Miguel Rep literalmente afilaba el lápiz y disfrutaba del clima que se está generando en el pabellón. Dos por tres le sacaba punta al lápiz y esbozaba los primeros dibujos de un mural de quince metros, que irá construyendo en el work in progress de la Feria.

Otro de los pabellones está dedicado íntegramente al libro argentino. Con la colaboración de la Cámara Argentina del libro (CAL), se exhiben de 8500 ejemplares de todos los géneros: literatura infantil, ensayo y narrativa argentina, que al finalizar la Feria se donarán a Instituciones culturales cubanas. Dentro del espacio tienen un lugar preferencial las editoriales independientes (Paradiso, Interzona y Adriana Hidalgo) y varias revistas culturales, entre otras Nómada (que se presentará en la Feria), Diario de poesía y El matadero. Se obsequiarán 250.000 ejemplares de antologías que preparó especialmente la Secretaría de Cultura de la Nación. “El libro es portador de la palabra –subrayó el poeta homenajeado en esta edición, el cubano César López–. La poesía como realidad y símbolo nos obliga a mirar, vigilantes, con los ojos abiertos a la historia.”

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Nun habló de los “nuevos horizontes” del libro.
 
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