El título puede reinterpretarse como enunciado: ¿quién dice que es fácil hacer comedias románticas? Nunca lo fue. Existe algo en el entramado de este noble género que lo hace reacio a la simple reproducción de la fórmula “chico conoce chica, se enamoran, surgen contratiempos, viven felices y comen perdices”. La regurgitación de ese planteo suele generar una reiteración de clichés y cursilerías vistos cientos de veces. Es necesaria –así parece indicarlo un puñado de grandes films– cierta alquimia inasible, una maña especial para volver a contar la historia de amor de siempre como si fuera la primera vez. Lógicamente, la impronta de la dupla protagonista, eso que algunos llaman “química”, resulta de vital importancia, aunque con ella sola, como con el amor sin respeto, no baste.

Luego del éxito, aquí y en España, de No sos vos, soy yo (2004), Juan Taratuto regresa al terreno de la comedia romántica con resultados menos interesantes que los de su primer largo. Las razones son diversas, aunque se impone aclarar que no parece caberle responsabilidades mayúsculas al reparto, en el cual se destaca, sorpresivamente, la fuerte presencia de Carolina Peleritti. Tampoco hay nada novedoso en el punto de partida de ¿Quién..., aunque es cierto que gran parte del placer del romanticismo cinematográfico descansa en la posibilidad de la atracción de los opuestos, con su carga de problemas y malentendidos. Al fin y al cabo, para parejas standard está la vida. Por esta razón no resulta extraño que surjan chispas entre Aldo y su nueva inquilina, Andrea. El es un obseso del orden, las costumbres y el control que no parece haberse alejado demasiado de su barrio natal. Ella es fotógrafa, viajera experimentada, y sus costumbres son mucho más abiertas que las de su locador, además de encontrarse en la dulce espera de un hijo de padre desconocido. A pesar de todo, el amor no tardará en hacer triunfal aparición.

Los primeros encontronazos amorosos entre Aldo y Andrea se producen entre triviales conversaciones típicas entre vecinos, aunque un problemilla de precocidad eyaculatoria retrase la obligatoria escena de sexo hasta la mitad del film. Así las cosas, mientras la pareja comienza a conocerse, la historia despliega una galería de personajes secundarios diseñados como “alivios cómicos” un tanto evidentes (funciona, sin embargo, la relación entre Aldo y su confidente inmobiliario, quien se lleva la mejor frase) o injertados a presión por ese mal aparentemente necesario: la coproducción. A medida que la relación avanza, de manera evidente y un poco forzada, y los departamentos contiguos se transforman en un único espacio, ocurre la más extraña de las cosas: la dupla protagonista parece disparar para un lado mientras el guión les indica encaminarse hacia el lugar opuesto. Esa credibilidad que toda comedia romántica debería saber generar desaparece rápidamente, reemplazada por rápidos golpes de timón de la trama y gags de dudosa estirpe –el de la mucama y sus sesiones masturbatorias, por caso– que pueden funcionar en otros ámbitos, pero aquí dan la impresión de chiste fácil.

Cuando Andrea lo increpa a Aldo con justa razón, tildándolo de cobarde y poco hombre (hay más adjetivos, todos ellos fuertes), el espectador no puede más que suponer que esa relación está extinta. Al fin y al cabo –el film lo demuestra–, Aldo es todo eso y quizá más, y Andrea claramente se merece algo mejor. Pero el guión se encarga de resolver todos los problemas durante los últimos veinte, inverosímiles minutos, mezclando en la ensalada enfermedades inexistentes hasta ese momento, veloces recuperaciones y, por supuesto, un parto que permitirá un nuevo inicio para la pareja. El amor contra viento y marea, cueste lo que cueste, aunque haya que empujarlo con calzador.

5-¿QUIEN DICE QUE ES FACIL?

(argentina/España,2007)

Dirección: Juan Taratuto.

Guión: Pablo Solarz.

Fotografía: Marcelo Iaccarino.

Música: Lucio Godoy.

Intérpretes: Diego Peretti, Carolina Peleritti, Laura Pamplona, Daniel Rabinovich, Andrés Pazos, Carlos Portaluppi.