LITERATURA › INAUGURACION DE LA FERIA DEL LIBRO DE VENEZUELA
El lema de la exposición es “El libro libera”. En ese contexto, de politización explícita, la delegación argentina hace foco en la necesidad de integrar las culturas latinoamericanas.
› Por Silvina Friera
Desde caracas
El Monte Avila abraza, por donde se lo mire, al Parque Francisco Miranda, conocido como Parque del Este. Lo rodea y lo vigila con su inquietante grisura. Aunque comienza a lloviznar, los caraqueños caminan, orgullosos, con sus remeras rojo chavistas: “Sí a la reforma constitucional”. Algunos van entrando a cada una de las carpas que funcionan como stands, en la Feria del libro de Venezuela, Filven, cuyo lema es “El libro libera”. El poeta cubano César López abraza, en el camino, a muchos argentinos; Osvaldo Bayer, joven vital y alegre de 80 años, deleita con sus anécdotas a la delegación argentina; el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal se acomoda en su silla y cuelga de su cara el cartel “no molestar” cuando se le acerca un periodista.
Saulibeth Rivas es una abogada de 32 años, militante del Comando Zamora, que apoya los cambios que el presidente Hugo Chávez viene implementando en la República Bolivariana de Venezuela. Mientras espera que se inaugure la III edición de este encuentro del mundo editorial venezolano –que en esta ocasión eligió a Argentina como invitado de honor–, ella cuenta que está entre los numerosos jóvenes del “sí”, aunque los medios de comunicación los ocultan o sumergen en la invisibilidad. Las manifestaciones estudiantiles sólo parecen estar protagonizadas por la oposición al gobierno. Habla con esa calma y firmeza que da la convicción en un proyecto; no quiere que los argentinos piensen que juventud es sinónimo de antichavismo en su país. “Muchos jóvenes estuvimos el domingo en la avenida Bolívar, apoyando a Chávez”, dice. Saulibeth está convencida de que “si el socialismo del siglo XXI no es democrático, no es socialismo ni será viable”. Ella y muchos ciudadanos están escribiendo las páginas actuales de la política y la cultura venezolanas. La escriben con “rojo”, el color imperante en esta feria y en la ciudad. La primera impresión en estas tierras caribeñas –hay en el ritmo y en la actitud cotidiana un aire de familia con los cubanos– es que el socialismo unifica o dispersa, pero plantea una alternativa. Será por el color o por las pasiones que inclinan la balanza hacia uno u otro lado, pero nadie resulta indiferente a esa palabra “iluminadora” o “cegadora”.
Van llegando, de a poco, los funcionarios: la embajadora argentina en Venezuela, Alicia Castro; el presidente del Instituto Autónomo Centro Nacional del libro (Cenal), Ramón Medero; el ministro del Poder Popular para la Cultura, Francisco Sesto, y el vicepresidente de Venezuela, Jorge Rodríguez, en representación de Chávez, que está en la Cumbre Iberoamericana en Chile. La música de fondo, “Ojalá”, de Silvio Rodríguez, une a un coro disímil de argentinos, venezolanos y cubanos que la tararean, bajito, mientras un locutor anuncia que en cinco minutos empezará el acto. Bayer recuerda que estuvo por primera vez en Venezuela en 1982, participando de un seminario sobre la dictadura argentina. “A los 80 años ya no me hago demasiadas ilusiones, pero creo que Chávez es necesario en este momento para América latina –opina el escritor y periodista–. Todo intento de socializar me parece bien; me sorprende la voluntad de este pueblo, pese a las presiones de los medios de comunicación y las empresas extranjeras. Nunca me gustaron los militares en el poder; me interesan los políticos que son luchadores sociales, que no fueron formados en instituciones disciplinadoras ni por el Estado, pero no se puede negar la voluntad de cambio de este gobierno.”
El coro de niños del Pueblo Añú –aborígenes que conforman las poblaciones ubicadas en la costa occidental del lago de Maracaibo– rompe el “fuego” de la carpa donde comienza la apertura. Cantan el himno nacional de la República Bolivariana en lengua añú. Juan Falú arremete con una chacarera de Atahualpa Yupanqui mezclada con motivos venezolanos. “No estoy para hacer discursos”, señala el guitarrista y compositor. “Nos emociona la luz que está iluminando desde aquí”, agregó. Como si fuera una esponja que absorbe las emociones que se cruzan de punta a punta en esa carpa, Falú canta “yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar... nos perdemos en el mundo, nos volvemos a encontrar”. Medero, presidente del Cenal, opina que esta feria contribuye a romper el enorme bloqueo que existe entre los países latinoamericanos “de no leernos entre nosotros”. Después de recordar una frase de la escritora Luisa Valenzuela, invitada a esta feria, “con palabras confeccionamos a diario la comprensión del mundo”, Medero regresa al paisaje que ofrece la política venezolana: “El libro es necesario para la construcción del socialismo”. Finalmente, propone que la lectura y escritura sean “prácticas socialistas que despierten la conciencia de la humanidad”. En el contexto de las políticas de integración decididas por Chávez y Néstor Kirchner, Castro plantea enrolarse en una nueva agenda de valores. “Estamos aquí para desenterrar las bibliotecas perdidas que quemaron nuestras dictaduras”, subraya la embajadora. “Las imprentas y los libros son armas liberadoras”, agrega Castro.
En un encendido discurso en defensa del proceso revolucionario, el vicepresidente Rodríguez recuerda que de Argentina llegaban muchos de los libros que leyó toda una generación de venezolanos. “Estamos atravesando un proceso de autotransformación profunda para conquistar la felicidad colectiva, dejar atrás la pobreza material y espiritual y alcanzar una sociedad igualitaria.” ¿Cómo hacer de Venezuela un país de lectores y escritores? El vicepresidente enumera algunos de los logros del gobierno: la distribución de alrededor de 35 millones de libros en las plazas públicas de todo el país y la creación de una imprenta y distribuidora propias. “Nuestra estrategia es dotar al Estado de instrumentos para desarrollar las grandes políticas públicas revolucionarias”, precisa. “El deseo de este proceso es formar un pueblo de escritores; el reto, apoderarse del conocimiento.”
El ministro Sesto se queja de que se acuse al gobierno de construir una dictadura. “Esta dictadura del conocimiento, con 35 millones de libros distribuidos –esto se parece a Nicaragua de tantos poetas que tenemos–, es la dictadura con la que siempre soñé.” Sesto dice que hay una conspiración que pretende derrocar “con violencia, mentiras y fascismo al gobierno popular de Chávez”. Respecto de la discusión que está generando el proyecto de reforma constitucional, opina que “el fervor del pueblo que acompaña a su comandante y presidente no lo van a leer en los periódicos ni la van a ver por CNN”.
A modo de cierre, Sesto evoca los últimos días del poeta chileno Pablo Neruda, cuando estaba muriéndose, transido por la tristeza del golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende. “Un joven oficial entró al dormitorio y Neruda le dijo: ‘Hay aquí algo peligroso con lo que ustedes no van a poder’. El oficial, molesto, le preguntó con qué. El poeta le contestó: ‘Con los libros, con la poesía, con eso no van a poder’.”
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