Dom 10.08.2008
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CINE › ENTREVISTA CON LILIANA MAZURE, PRESIDENTA DEL INSTITUTO NACIONAL DE CINE Y ARTES AUDIOVISUALES

“Habrá que actualizar la Ley de Cine”

Por primera vez, la titular del Incaa ofrece precisiones sobre el nuevo Plan de Fomento para el cine nacional, la cuota de pantalla, la auditoría que atraviesa el organismo y el conflicto con el Bafici.

› Por Luciano Monteagudo

El despacho es amplio, despojado, casi frío. No hay a la vista detalles personales y el escritorio está casi vacío, limpio de papeles, dominado apenas por una pequeña laptop que parece contener toda la información que le hace falta. Liliana Mazure –productora y realizadora– ocupa la presidencia del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) desde el 8 de abril y, después de algunos desencuentros con PáginaI12, se presta a una larga entrevista –como se dice ahora– “a agenda abierta”. Lo que sigue es parte de esa charla, en la que por primera vez ofrece precisiones sobre el nuevo Plan de Fomento para el cine nacional, la cuota de pantalla, la auditoría judicial al Incaa, la articulación del organismo con la futura Ley de Radiodifusión y el conflicto con el Bafici.

–A cuatro meses de gestión, ¿cuál es el diagnóstico que hace la presidencia del Incaa de la relación del cine argentino con sus espectadores naturales?

–Yo tengo un diagnóstico, por ahora, personal, pero que se va enriqueciendo a partir de una serie de reuniones. Ya he hablado con los críticos, con algunos distribuidores y la semana que viene tengo una reunión con la Academia del cine argentino, que va a venir con una propuesta. Sé también que en estos días se estaba reuniendo una de las cámaras que agrupa a los productores para discutir el tema y luego me va a traer sus conclusiones. Porque yo puedo tener una visión, pero hay algo que aprendí en estos cuatro meses y es que cada sector tiene sus propias visiones de esta realidad, que es muy compleja. Creo que la exhibición está pasando por una etapa sumamente crítica para el cine nacional. Y es crítica para todos los sectores. Yo creo que lo que está sucediendo con la exhibición en las salas comerciales responde a una estrategia que, ante la crisis por la retracción de espectadores, han implementado los exhibidores de las grandes cadenas, acompañados de los distribuidores de las empresas multinacionales. No por nuestros distribuidores, que tendrían una estrategia diferente, pero que no la pueden llevar adelante porque son absolutamente minoritarios.

–¿Y cuál es esa estrategia de las multinacionales?

–Es una estrategia que trae como consecuencia una masacre para los que no pertenecen a este sector. Este es el problema. Porque si cada uno puede implementar su estrategia y allá vamos todos para adelante, cada uno con su pedacito... Pero resulta que no es así. Y no es así por falta de previsión, también, de los otros sectores, incluido el Incaa. También he aprendido en estos cuatro meses que a mí me tocan cuatro años de gestión en donde el cambio tecnológico va a influir muchísimo en nuestra realidad. Y lo tenemos que tener en cuenta sí o sí, es la previsión. Porque se viene todo el tema de las salas digitales y nosotros tenemos actualmente en el Incaa un fondo de fomento para la cinematografía, para películas en 35mm. Y entonces en el nuevo Plan de Fomento también estamos contemplando esto, cómo dentro de los límites de la Ley de Cine –que nos permite muy poco– vamos moviéndonos hacia este futuro. Por eso urge también la nueva Ley de Radiodifusión, porque va a ser un poco como la ley-paraguas de las modificaciones a la ley que rige actualmente el Instituto. Creo que tenemos que encontrar herramientas para evitar que esta crisis termine perjudicando al cine nacional y al público. Al público que quiere ver cine nacional o que quiere ver otro tipo de cine. Usted sabe que en general los distribuidores de cine nacional son también lo que distribuyen cine europeo, o cine norteamericano independiente. Me parece que estos distribuidores se ven afectados en su totalidad y hay todo un público que también se ve afectado porque ve muy limitada la oferta. No es que noso-tros queremos meter en el circuito unas películas que nadie quiere ver. Eso es falso totalmente. Acá hay un público que quiere ver y no va porque no hay oferta. Yo tengo las tarjetas de invitación que me mandaron de las multipantallas y no puedo ver nada, no me interesa nada de lo que hay allí.

–¿Y la cuota de pantalla? ¿Qué piensa hacer su gestión con esta herramienta?

–Se implementaron varios sistemas de cuotas de pantalla y no funcionó ninguno. Debo reconocer también que el Incaa no usó las herramientas que tenía a su disposición para hacer cumplir la cuota de pantalla. Estamos organizando la gerencia de fiscalización para que pueda hacer cumplir toda la reglamentación de cuota de pantalla y vamos a ver qué pasa. Las cuotas de pantalla se hicieron cumplir al principio, bajo la gestión de Jorge Coscia, y funcionó, pero luego no se aplicó nada de lo acordado por parte del Instituto; entonces es un poco difícil de evaluar.

–Pero para su gestión, ¿la cuota de pantalla debe seguir existiendo?

–Sí, la cuota de pantalla debe seguir existiendo y hay que hacerla cumplir, esto es así. De acuerdo con los consensos que vayamos construyendo, vamos a implementar nuevos formatos de cuotas de pantalla en salas. Todo lo que sea televisión lo iremos manejando con la nueva Ley de Radiodifusión, donde volcaremos nuestras propuestas.

–¿Cómo se articulará la nueva Ley de Radiodifusión con la Ley de Cine y con el nuevo Plan de Fomento?

–Son dos cosas distintas. El nuevo Plan de Fomento ya sale el mes que viene y, si pudiéramos, incluso este mismo mes. Ya estamos preparando los decretos y todavía faltan varias reuniones con productores y directores, pero no queremos demorarlo más. El Plan de Fomento sale y lo vamos a ir reviendo una vez por año, cosa de poder ir adaptándolo, porque la realidad es muy dinámica. La Ley de Radiodifusión va a tener que ver, en nuestro caso, con una cuota de exhibición en televisión (para el cine nacional), que es lo que se está discutiendo. Y esto va a servir como un paraguas para no-sotros por todo lo que tiene que ver con lo digital, que va a haber que empezar a contemplar en la nueva Ley de Cine. Más que nada la Ley de Radiodifusión debe dialogar con la Ley de Cine. Y el Plan de Fomento tiene que hacerse de acuerdo a lo que marca la ley, y en ese sentido estamos trabajando.

–¿Entonces hay que actualizar la Ley de Cine?

–En algún momento va a haber que hacerlo, fundamentalmente por las nuevas tecnologías. Vamos a tener que discutir mucho esto, pero hay que tener en cuenta que la Ley de Cine es de 1996.

–¿Cuáles son los lineamientos del nuevo plan de fomento?

–Bueno, estamos trabajando. Las distintas asociaciones acercaron sus propuestas. En general, una de las cosas que sucede es que sube el costo medio de la película nacional. El último Plan de Fomento era de 2004 y se modificó mucho la situación desde entonces. Por eso hablamos de industria, porque hoy esto está funcionando como una industria; hasta la película más chiquita tiene que trabajar con los sindicatos y cumplir con una cantidad de reglas básicas de la producción. Se genera una cantidad increíble de puestos de trabajo. Se modificaron entonces no solamente los costos por sí, por un aumento que pudo haber habido en el costo de vida, sino que se modificó en su funcionamiento. Además, es un sector que con los 15.000 estudiantes de cine que tenemos desde aquella época, que empezaron a ingresar en el medio, modificó la cantidad de gente que participa. Se transformó en un sector enorme de características muy diferentes entre sí: desde los realizadores con trayectoria hasta los pibes que recién empiezan, es un abanico enorme. Entonces, lo que está tratando el Plan de Fomento es de dar cabida a todos, de que haya una salida para cada uno acorde a las posibilidades, capacidades y momento de su vida en que emprende un proyecto.

–En el medio cinematográfico hay una preocupación: algunos sectores piden para el Plan de Fomento una mayor concentración, con menos películas supuestamente más taquilleras. ¿Esto será así?

–No, por eso cuando yo hablo de una salida para todo el mundo tiene que ver con esto: tiene que ver con que puedan producir y estrenar todos. Por ejemplo, últimamente no podían producir los directores con trayectoria: hay muchos que llevan varios años sin filmar, porque el actual Plan de Fomento no les daba acceso. Entonces lo que estamos tratando es de repartir el fondo de fomento entre todos. No va a haber una mayor concentración. Estamos dando posibilidades a todos, que no es lo mismo. Y tenemos que construir este Plan de Fomento de acuerdo con la ley que tenemos. Estamos tratando de dar salida a todo el mundo, respetando la ley. Es un rompecabezas, pero quiero que lo sepan todos: vamos saliendo. A su vez, este Plan de Fomento tiene que reverse anualmente, porque lo que estamos haciendo es producto de la práctica. Entraron por ejemplo los documentalistas, de una manera muy fuerte, y queremos que ese sector siga teniendo posibilidades. Queremos que la gente que ya tiene una película y quiere terminarla y le falta un puchito para su terminación pueda también tener una posibilidad. Queremos que pueda haber películas terminadas en digital. Por eso digo, salida para todos, cada uno en su medida y armoniosamente. El fondo de fomento, el presupuesto, es uno y hay que partirlo en todos estos mil cachitos.

–¿A cuánto asciende ese presupuesto?

–El presupuesto es lo que va entrando y es más que nada una proyección. El presupuesto que se otorgó a principios de este año es de 130 millones de pesos. Se prevé en eso, ese es el piso, después se verá cuánto se recauda. Esta recaudación proviene de las salas de cine y del Comité Federal de Radiodifusión. El Comfer recauda un diez por ciento de todo lo que se emite por televisión, todo lo que sea audiovisual, y de ese porcentaje el 25 por ciento viene al Instituto de Cine. Y viene también un 10 por ciento neto de la venta de entradas de todas las películas, nacionales y extranjeras. Más un porcentaje de lo que se alquila en los videoclubes. Esos son los recursos con los que se alimenta el fondo de fomento. En este momento, el porcentaje más alto proviene de Comfer, más que de las salas y de los videoclubes. De este presupuesto, por ley, el 50 por ciento se destina a subsidios, y el 50 por ciento restante a todo lo que son gastos operativos de funcionamiento del Incaa, que incluye el costo de personal, la Escuela de Cine (el Enerc), festivales, los fondos de coproducción como Ibermedia y la Recam, de los cuales participa Argentina (o sea que son fondos intergubernamentales), el dinero que se da a las secretarías de Cultura del interior del país para la promoción cinematográfica... Es una lista enorme.

–El Consejo Asesor, que exige la Ley de Cine, ¿cómo está integrado y por qué nunca se reúne?

–El Consejo Asesor es equipo conformado por cinco representantes de la Asamblea Federal, integrada por los secretarios de Cultura de todas las provincias, que se reúnen dos veces por año y que reciben un subsidio del Instituto, anual, en este momento de 90.000 pesos, para sus políticas de cinematografía en cada una de sus provincias. Hay un representante del sindicato de técnicos (SICA), uno de actores, dos representantes de productores y dos de directores. El Consejo Asesor tiene acceso al presupuesto y cómo se distribuye y a opinar sobre la conformación de los comités que son los que seleccionan las películas que se hacen y las que no se hacen. El Consejo Asesor no funciona desde hace varios años, creo que hace ya como diez. Pero ya está enviado el nuevo Consejo Asesor a decreto, está en Cultura, a la firma del secretario José Nun, y de allí va a Legal y Técnica de Presidencia y lo firma la Presidenta. En este momento, lo que se mandó a decreto tiene a todos los representantes menos los de productores y directores, porque las diferentes asociaciones no se han puesto de acuerdo sobre quiénes son sus representantes. Como la ley obliga a que el Consejo Asesor funcione pero no obliga a que esté compuesto por todas sus partes (puede haber vacantes), yo decidí mandarlo de esta manera. O sea que va a empezar a funcionar no bien el decreto esté firmado. Y en cuanto esas asociaciones se pongan de acuerdo ubicaremos a esa gente en sus lugares.

–¿Y cómo se van a conformar los comités de evaluación de proyectos?

–Va a haber un representante de cada asociación, entre las reconocidas por el Incaa. Además de técnicos, actores, productores y directores vamos a agregar guionistas, que hasta ahora no había. Nos parece fundamental un guionista en el comité, porque se trabaja y se aprueba un proyecto a partir de un guión.

–¿En qué situación está la auditoría judicial que se puso en marcha a partir de la asignación, por parte de la gestión anterior, de los llamados Tercero J (N. de R.: La facultad que tiene el presidente del Incaa de otorgar subsidios a un proyecto sin la necesidad de pasar por un comité de preclasificación)?

–Los Terceros J están todos en la Justicia, la totalidad de lo que acá había. Yo sé –y acá me adelanto– que hay gente diciendo que no están todos. Pero quisiera, por favor, que me dijeran cuáles son los que no están. Acá revisamos el Incaa íntegro y cerramos durante dos días el Instituto, con su gente adentro, hicimos una suerte de inventario (no sólo de Terceros J, de todo, porque esto no estaba en orden, por lo menos como a mí me parecía que tenía que estar) y allí aparecieron más expedientes. No porque estuvieran escondidos sino porque pasan por diferentes gerencias, de acuerdo con el momento de realización en el que están. Había en Mesa de Entradas, en Administración, en Fomento, en Jurídicos... Finalmente, lo logramos. Son casi doscientos, están en la página web. Todo lo que acá había se entregó. El juez está investigando, estamos en contacto casi permanente, porque nos ha pedido las películas que se han realizado, los proyectos terminados. Ha llamado a declarar a gente del Instituto, se han pedido costos de algunos a modo de testeo... Hay también muchos proyectos que no estaban terminados y que habían empezado a cobrar alguna cuota y quedaron por la mitad. En eso hemos llegado a un acuerdo con el juzgado por el cual el productor pide el expediente para poder terminar su película, el juzgado nos da una fotocopia certificada de ese expediente y con eso nosotros podemos pagar, porque ése es un contrato que ha hecho el Estado con un privado y que hay que cumplir. Tenemos cerca de siete millones de pesos firmados que hay que otorgar todavía, con lo cual la discrecionalidad de los Terceros J está saturada por mucho tiempo.

–¿Cómo está la relación Incaa-Bafici? ¿Por qué el Incaa le ha ido reduciendo su apoyo y su contribución económica, siendo que es una vidriera privilegiada para el nuevo cine argentino?

–Yo adoro el Bafici, fui productora del Bafici en 2001 y lo hice con toda mi pasión. Creo que el Bafici instaló en el público un tipo de cine que no se veía y demostró que la gente estaba dispuesta a hacer dos horas de cola para ver una película que de otra manera no podría ver. Creo que el Bafici tiene muchísimo que ver con el aumento de los estudiantes de cine, con la apertura de un sector de público y con la aparición de nuevos realizadores. Se visualizó otra forma de hacer cine. Esta es mi opinión personal. En cuanto a la relación del Incaa con el Bafici en los últimos dos años e incluso la de este año son herencias que yo recibí. Cuando me senté en este despacho por primera vez fue el 8 de abril, día en que se inauguraba el Bafici. La no firma del convenio con Bafici fue una decisión que yo heredé. Y a mí me cae el tema de la transportadora de películas (N. de R.: habría unas setenta películas aún sin devolver a distribuidoras internacionales por falta de fondos para su transporte), que se supone que estaba contratada antes y que las trajo antes de que el Incaa dijera nada ni yo misma supiera que venía acá. Entonces el problema de este año con el Bafici, en mi gestión, es mucho más sencillo de todo lo que se está diciendo. Yo me encuentro con un presupuesto sobregirado totalmente (este año no sé cómo vamos a terminar, porque los créditos a la producción se están otorgando, de acuerdo con como marca la ley) y todo lo que está firmado yo lo tengo que pagar. Y el Bafici no estaba firmado, no había previsión presupuestaria. Ese presupuesto no existe en ninguna parte. Ese es el punto uno. El punto dos: lo que yo no acuerdo con las gestiones anteriores, más allá de si se hizo o no se hizo –y esto lo he discutido con la gente del Bafici este año y además tuve una reunión con el secretario de Cultura porteño, Hernán Lombardi, muy amable y muy clara, donde mis criterios se entendieron– es que el Incaa le tenga que pagar a una transportadora de películas (y derechos aduaneros de películas extranjeras) que fue contratada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Administrativamente no tengo manera de pagar eso. Y en eso estamos enfrascados: yo no puedo pagar 320.000 pesos (que el Bafici considera que es poco) por una contratación directa que yo ni siquiera contraté, con comprobantes en la mayoría de los casos con fechas anteriores a la que yo asumí. Administrativamente no tengo salida para eso. Esto desde lo administrativo. En cuanto a los objetivos políticos, a mí me encantaría para el próximo año que el Incaa participara en el Bafici pero con cosas propias del Incaa: a mí me encantaría pagar, en un monto en que acordemos y que se prevea presupuestariamente, todo lo que sea necesario y que tenga que ver con el cine nacional.

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