Domingo, 12 de octubre de 2008 | Hoy
CINE › EL REALIZADOR ADRIáN JAIME Y SU ESTREMECEDOR DOCUMENTAL VICTORIA
Victoria Donda, actual diputada por el Movimiento Libres del Sur, nació en 1977 en la ESMA, es hija de militantes políticos desaparecidos durante la dictadura y recuperó su identidad en 2004, mientras la cámara de Jaime seguía de cerca ese proceso.
Por Oscar Ranzani
La vida de Victoria Donda está marcada por el dolor y las aristas de su historia familiar la hacen parecer cinematográfica. Por eso no sorprende que un director haya puesto su mirada sobre ella: la actual diputada por el Movimiento Libres del Sur nació en 1977 en la ESMA, es hija de dos militantes políticos desaparecidos durante la dictadura José María Laureano Donda y María Hilda Pérez; recuperó su identidad en 2004; su abuela, Leontina Puebla de Pérez, es una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo; mientras que su tío paterno, Adolfo Donda Tigel, fue jefe de Operaciones de la ESMA y actualmente está acusado de delitos de lesa humanidad. Victoria se titula el film de Adrián Jaime (Tosco. Grito de Piedra y Los perros) que focaliza sobre la búsqueda que emprende esta joven para conocer el destino de sus padres, tener mayor información de sus vidas y poder desentrañar su compleja historia familiar, lastimada por el terrorismo de Estado. Por eso, antes que una película sobre su vida, Victoria es un relato de búsqueda que parte de su propia necesidad interna de conexión familiar. El film puede verse los jueves de octubre a las 19.30 y a las 21 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543).
El documental comienza con un viaje de Victoria a Toronto (Canadá) para encontrarse con Leontina, que vive allí con sus tíos maternos. Ese encuentro desempolva unos cuantos recuerdos contados, leídos y observados a través de fotografías. Pero ése no es el único viaje que emprende Victoria: también llega hasta Entre Ríos a reunirse con parte de la familia Donda, participa de una reunión de ex compañeros de estudio de su padre en el Liceo Naval y conoce a una de sus compañeras de militancia. Victoria también pisa los viejos dominios de su tío, el represor, el único que podría decirle, según ella confiesa, dónde están sus padres. Pero él se niega a recibirla. El último tramo del documental es muy intenso a raíz del relato de un viejo compañero de celda de su mamá en Morón, antes de que fuera destinada a la ESMA, lugar que Victoria visita provocando una sensación que estremece: ése fue el espacio en el que cuando nació, su madre le puso una cintita azul en el lóbulo de la oreja para que después pudiera ser identificada.
“La película nace con la idea de colaborar con la búsqueda de Abuelas para encontrar esa enorme cantidad de chicos que todavía quedan con la identidad robada en manos de apropiadores y que seguramente han nacido en situación de secuestro de sus verdaderos padres y que al día de hoy se encuentran desaparecidos también”, señala Jaime en la entrevista con PáginaI12. “A partir de eso –continúa el cineasta– empezamos a buscar en qué punto pararnos de la temática y queríamos contar una parte de la historia de los pibes que no estuviese al día de hoy narrada en el cine, como era la búsqueda por dentro de una historia de recuperación de identidad. Las casualidades de la vida permitieron que tuviéramos la oportunidad de conocer a Victoria y su caso, en los momentos en que esto se iba dando, y definimos encararlo por ahí.”
–¿Cómo reaccionó Victoria a la propuesta teniendo en cuenta que, al momento de realizar el documental, no había pasado mucho tiempo de la recuperación de su identidad?
–Es que no sé cuánto tiempo pasa hasta que uno recupera su identidad. Las búsquedas tienen distintas miradas: hay algunos pibes que buscan el derrotero familiar, otros que buscan saber cuáles son las aproximaciones a la vida que ellos llevan hoy de las que llevaban sus padres antes. Buscar conectarse con la familia no es una decisión simple, y muchos de ellos no se conectan. Calculo que debe haber muchos chicos que, de alguna forma, intuyen su condición de apropiación y, sin embargo, no lo manifiestan públicamente.
–¿Y el caso de Victoria?
–Se dio en un momento en que ella decide dar el primer paso en la búsqueda de su historia familiar, con el conocimiento de que era hija de Laureano y Cori. Entonces, en esa búsqueda ella sabía que tenía dos recorridos por hacer y se tomó el tiempo y la fortaleza necesarios como para encarar un proyecto así.
–Victoria no está planteada como una biografía sino como un viaje que emprende hacia la búsqueda de información sobre sus padres que le permita atar los cabos de la madeja que es su compleja historia...
–En principio, es como una especie de road movie con intento de final feliz que no lo logra nunca. En realidad, es un proceso abierto de ella. Nosotros tomamos un punto de arranque y uno de finalización que podría no haber culminado donde lo hace sino haber continuado, por ejemplo, con su ascenso a la política, o haber culminado este proceso cuando encuentre los restos de los padres, que ojalá sea así.
–¿Por qué el documental fue filmado en el mismo momento en que sucedían los hechos que relata y no trabajó posteriormente con una reconstrucción?
–Fue por una fidelidad a lo que uno estaba viendo ahí. De alguna forma, todo proceso de montaje lleva una cuota de recreación de las situaciones porque no se dan siempre exactamente como uno las ve. Pero ese proceso de selección sí tiene una cuota de ética profesional, de recreación de las sensaciones que uno percibe en esos momentos. Es superimportante tener una escritura audiovisual coherente con eso que uno vivió. Hay un montón de cosas que dejamos afuera porque filmamos cien horas y quedó una hora y media de película. Salvo por unos segundos, no tiene material de archivo porque consideramos también que Victoria es un material de archivo para las futuras generaciones: hubo una piba que registró en el mismo momento su historia de recuperación de identidad.
–¿Qué cree que se modificó en Victoria a partir de esta experiencia?
–Cuando a una persona se le desmorona el castillo de naipes construido necesita algo de qué agarrarse y, si no, sobreviene como un terror. Yo creo que hoy Victoria tiene lazos afectivos construidos con un montón de gente que ayudó a colaborar con el reencuentro con su propia historia. Entonces, tiene su madre desaparecida reflejada en un montón de madres, en un montón de abuelas... Victoria ha generado también el acceso de los organismos de derechos humanos a las políticas desde la Cámara de Diputados. Es un lugar alucinante ganado, no únicamente a partir de la firmeza que ella ha demostrado para llegar a un cargo público y el conocimiento para desarrollarlo, sino que, de alguna forma, es una sensación de protección muy grande.
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