Vie 17.10.2008
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CINE › ENTREVISTA A JIA ZHANG-KE, UNO DE LOS NUEVOS TALENTOS DE CHINA

“Cuanta más modernización, más alienación”

El director cuenta sus sensaciones a la hora de realizar Naturaleza muerta, otra visión sobre la represa de las Tres Gargantas.

› Por David Williams

Sin riesgo de caer en el chauvinismo, podría afirmarse que Buenos Aires descubrió a Jia Zhang-ke al mismo tiempo que el circuito internacional de cine de arte. Fue en 1999, antes incluso de su estreno en las más importantes capitales internacionales, cuando Xiao Wu, ópera prima de esta figura capital del cine chino contemporáneo resultó una de las revelaciones de la primera edición del Bafici. Tal vez sea por eso que cada vez que una película de Zhang-ke (Fenyang, 1970) llega a la cartelera local es como una vuelta a casa. Sucedió con Plataforma (2000), con The World (2002), y ahora con Naturaleza muerta, quinto film de ficción (Unknown Pleasures, de 2002, permanece inédita en Argentina) de quien está considerado el nombre más importante de la Sexta Generación de cineastas chinos, integrada por quienes debutaron en los años ’90. Ganadora del León de Oro en la edición 2006 del Festival de Venecia, la buena noticia es que Naturaleza muerta se estrena esta semana en Argentina. La no tan buena, que lo hace en apenas un par de salas y en el sistema de proyección en DVD.

–Naturaleza muerta es su segundo proyecto relacionado con la construcción de la represa de las Tres Gargantas. Previamente usted había filmado Dong, documental sobre un artista plástico, cuyo tema son los habitantes de la zona. ¿Cómo tuvo la idea de filmar un film de ficción sobre el mismo asunto?

–La idea se impuso por sí misma. El proyecto de la represa es tan desmesurado y dramático, que es casi inevitable filmar una película de ficción sobre él. Tenga en cuenta que a la larga la construcción de esa represa ubicada en el río Yangtzé va a terminar dejando trece ciudades bajo el agua, obligando al éxodo a dos millones de personas. Yo nunca había estado en la zona antes de visitarla para filmar Dong, y cuando llegué me shockeó la rapidez con que se tiraban abajo todas esas ciudades. Era una imagen digna de una invasión extraterrestre, o de la caída de una bomba nuclear.

–En Naturaleza muerta reaparece el que tal vez sea un eje fundante de su obra: las tensiones entre los individuos y las fuerzas de la Historia. Tensiones que en este caso se manifiestan a través de la construcción de esa represa que deberá proveer de energía a “la nueva China”.

–Creo que más que de mi obra, el de los cambios históricos es un tema clave del mundo contemporáneo. En particular en mi país, donde la modernización se da en forma masiva y dramática. No es algo nuevo: ya sucedió en el Japón de posguerra. Y en Taiwán, cuando se derrotó al comunismo. El proceso de mutación que el sistema entero está viviendo hoy en día en China es de dimensiones gigantescas, dando la sensación de estar más allá del control de la gente.

–Gigantismo que usted abordó previamente en The World.

–Cuando filmé The World quería dar cuenta del hecho de que, en la misma medida en que mi país se desarrolla económica y tecnológicamente, sus habitantes se vuelven cada día más solitarios, alienándose progresivamente. Esa es la contradicción que trato de explorar: cuanta más apertura y modernización, más alienación.

–En Naturaleza muerta ese choque adquiere forma física: un mundo, una cultura, un pasado común son sumergidos, de modo literal.

–Mis compatriotas parecen no advertir hasta qué punto los cambios llevados adelante en la última década tienden a sepultar el pasado, la historia previa. Es necesario que cada uno sepa cómo proceder, qué hacer para seguir en control de la propia vida. De eso habla Naturaleza muerta: de la necesidad de hacer elecciones personales, para no perder la libertad.

–Además de sus films de ficción, desde hace unos años usted viene filmando documentales en forma sostenida. Lo curioso es que tanto en términos de métodos de rodaje como de estilo visual, sus documentales se parecen a sus películas de ficción. ¿Qué piensa respecto de esto?

–Mucha gente dice que mis películas de ficción parecen documentales, y mis documentales, películas de ficción. Sin embargo, a mí me parece que en ambos campos hay mucho terreno para recorrer. Para mí, la principal diferencia es que en las películas de ficción abordo determinados temas con los que estoy familiarizado y me interesa desarrollar, mientras que los documentales responden a cosas que me despiertan curiosidad. Por otra parte, los documentales son sobre cuestiones de la vida cotidiana (la relación entre arte y realidad en Dong, la moda en Useless, la vida en una fábrica cerrada en 24 City), mientras que las películas de ficción me permiten abordar el drama que subyace a eso.

–Teniendo en cuenta que Naturaleza muerta trata sobre la destrucción de un mundo, es sorprendente que el tono de la película no sea mucho más melancólico, amargo o apocalíptico.

–En el momento de filmarla, lo primero que vi fue un territorio devastado. Una ciudad de dos mil años de antigüedad, barrida de la faz de la Tierra en un par de años. Obviamente, lo que sentí fue vacío, pérdida, ausencia. Pero enseguida advertí que los pobladores seguían adelante con su vida cotidiana, lo cual refleja su fuerza y voluntad de vivir. Eso me hizo poner el acento sobre ambas cosas: la enorme dosis de pérdida, pero también el fuerte impulso vital, que empujaba a la gente hacia adelante. Es como el yin y el yang, la energía negativa y la positiva, que de acuerdo con la tradición filosófica china siempre van ligadas.

–Usted decidió narrar dos historias paralelas, protagonizadas por un hombre y una mujer de distintas clases sociales. ¿La idea era mostrar que el proceso de cambios afecta a todos por igual?

–Lo que quería mostrar era la complejidad de la situación. De allí que elegí no concentrarme en una sola historia. En cuanto a las clases sociales, el proceso de apertura que vive mi país tiende a agudizar las diferencias entre unas y otras. Diferencias que en pleno comunismo eran mucho menos notorias.

–Naturaleza muerta es la primera de sus películas cuyos protagonistas no son jóvenes. ¿Fue una elección consciente de su parte o tal vez un reflejo de que usted mismo pasó de la juventud a la adultez?

–El hecho de que los protagonistas fueran gente de mediana edad me permitía hablar de los procesos de cambio de la sociedad. Se trata de gente que llegó a vivir bajo el régimen anterior, y ahora atraviesa la modernización. Ambos intentan resolver problemas ligados con su pasado, ya que allí, en el pasado, es donde reside la razón de que se encuentren en la situación actual. Me parece que lo mismo sucede con el país: los problemas que China enfrenta ahora son un resultado de su historia, de su pasado como nación. Durante el rodaje de la película tomé conciencia de que para poder avanzar, el país deberá primero ajustar cuentas con su pasado.

–¿Cuál es su opinión sobre este gigantesco proceso de cambios en el que su país se halla embarcado?

–Me da la impresión de que es como un dragón que devora su propia cola. El país marcha hacia adelante, pero lo que se obtiene como producto de ese avance es desproporcionado en relación con lo que se pierde.

Selección, traducción e introducción: Horacio Bernades.

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