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Miércoles, 7 de enero de 2009

CINE › SOLNICKI HABLA DE SU FILM SOBRE KAGEL

En el sur del sudor

El documental Süden retrata el regreso del compositor argentino Mauricio Kagel, radicado en Alemania e invitado por el CETC en julio de 2006 para participar de un festival en su homenaje.

 Por Ana Bianco

Como un gigante, alto y potente. Así es retratado el compositor Mauricio Kagel en su interacción y comunicación con los músicos del ensamble Süden. La cámara lo acompaña en un enorme desgaste de energía, mientras suelta conceptos filosóficos, políticos y estéticos sobre el arte, y el humor y la ironía de sus obras salen de su propia boca en los ensayos. En su ópera prima, Gastón Solnicki da preeminencia a ese registro, la cocina –o el backstage–, y muestra exquisitamente un acto de comunión humana entre el maestro y sus discípulos. A la manera del Dogma, una cámara circula, espía el detalle, va y viene sobre ese encierro y en paralelo muestra el afuera, la calle y la preparación de la pieza de Kagel Una brisa, acción fugitiva para 111 ciclistas “ejecutada” precisamente en bicicletas.

Süden, que toma su título, igual que el uno de los grupos de músicos que allí aparecen, de una de las piezas de La rosa de los vientos, de Kagel, obtuvo Mención Especial del Jurado Oficial del 10º Bafici y fue elegida como Mejor Película por la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina. Gastón Solnicki es egresado de la carrera de Dirección en la Universidad del Cine, estudió en Nueva York en el Centro Internacional de la Fotografía (ICP) y obtuvo la licenciatura en Cine en el Tisch School of the Arts de la Universidad de Nueva York. El director, en una charla con Página/12, se muestra entusiasmado con el estreno del viernes en el Malba (donde se la proyectará los viernes y sábados a las 22) y con la interpretación previa, a las 21 y en la calle, de la pieza Una brisa, acción fugitiva para 111 ciclistas.

–Usted elige contar la ética del trabajo en Kagel con los músicos.

–Kagel era una personalidad muy fuerte y a su vez muy amorosa. Estos aspectos aparecen en la película; además era consciente de eso y estaba preocupado con el registro de ese legado, no en vano se abrió tanto. Era su regreso después de tantos años y, como él mismo decía, no era sólo para dirigir, quería traspasar su saber, su praxis y comunicar, así entendía la historia de la música. En su ética de trabajo, la función de un director de orquesta no es confrontar con los músicos. Era plenamente consciente de los problemas que atraviesan los intérpretes en la Argentina, que trabajan casi gratis y con limitaciones técnicas, a esas cuestiones estaba atento. Los integrantes del ensamble Süden son mis amigos; Facundo Ordóñez, el contrabajista, es mi primo. Una de las condiciones que puso Kagel como prioridad absoluta es que debían ser sonidistas los que estaban a cargo del equipo sonoro. El registro de su música es de lo más complejo, parte de un pianísimo hasta alcanzar los tonos más fuertes. Otro pedido fue que no usáramos luces y coincidíamos en eso para lograr un registro en tercera persona, sin entrevistas. En tres semanas desaforadas trabajamos sin guión, sin una idea preconcebida, sólo documentamos compulsivamente lo que nos rodeaba y a un grupo de personas. El encuentro de Kagel con los músicos fue muy intenso, poderoso.

–¿Qué conocía de la faceta política de Kagel?

–Estaba muy familiarizado con la obra de Kagel, él mismo eligió la música para la película. Era un compositor totalmente político, con una voz propia que hizo sentir a través de una carta que cayó como una bomba en la comunidad cultural argentina, sobre la cúpula del Teatro Colón.

Kagel había sido invitado por la codirectora del Centro de Experimentación del Teatro Colón, Diana Theochariudis, que fue quien programó el festival. Pero la dirección del teatro no apoyó como el compositor hubiera deseado. Esa carta, publicada por La Nación, decía, entre otras cosas, “fue incomprensible para mí la actitud del equipo directivo del Teatro Colón y seguramente la única nube gris en los felices días que pasé en Buenos Aires. En un proyecto de la magnitud y complejidad técnica como lo fue esta serie de conciertos y producciones escénico-musicales yo hubiera esperado la presencia constante y la ayuda condicional y diaria del director general, su director general adjunto o bien del director artístico. Pero desgraciadamente no fue así. Es un consuelo saber que, siguiendo una siempre renovada e inmutable tradición de nuestro primer coliseo, después de cierto tiempo estos funcionarios serán reemplazados por otros”.

Süden es una película sobre Kagel pero, sobre todo, sobre la construcción de una obra (la pieza que él ensaya y la película que lo muestra). “Esa búsqueda –dice Solnicki– se fue articulando con la montajista Andrea Kleinman y le dimos forma a este concierto. No sé cómo se filma un concierto, pero la única pieza entera pertenece a La rosa de los vientos, que cierra los créditos. Armamos una secuencia visual y nos permitió que el público escuchara una composición completa de Kagel en una película que se refiere a la preparación de un concierto.”

–¿Por qué el título Süden?

–Significa sur en alemán. Para Kagel la geografía es una idea subjetiva central en su vida y en su obra. En la obra La rosa de los vientos aborda las distintas geografías. El ensamble Süden se llama así por la obra de Kagel sobre los puntos cardinales. Sur, Süden, sudar, con o sin diéresis y el doble sentido de eso y la pronunciación de Kagel en alemán y en argentino. La ambigüedad de su vida y de su obra. Estuve en el 2007 en Colonia haciéndole la entrevista para la voz en off, la única en la película. Tuvimos una relación epistolar muy larga. Kagel habla de la música cuando dice que no se puede condenar a la gente por buscar en la música una forma de escape y esto es aplicable al cine. Hay que aprender a ver y a escuchar cuando se filma, hacer cine es un compromiso, individual y colectivo. Tengo varios proyectos, uno sobre mi familia, que estoy filmando desde hace ocho años. Es un trabajo sin tiempos y con diferentes registros técnicos, y otro es sobre mi abuelo Miguel Najdorf, el ajedrecista, en un cruce con Román Riquelme.

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Süden, de Gastón Solnicki, se estrena el viernes en el Malba.
Imagen: Rafael Yohai
 
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