CINE › AUSTRALIA, DE BAZ LUHRMANN, PROTAGONIZADA POR NICOLE KIDMAN Y HUGH JACKMAN
El director de Baila conmigo y Moulin Rouge vuelve a compactar y entremezclar estilos y tradiciones cinéfilas con peor suerte que en sus anteriores films, quedando deglutido por las fórmulas que invoca.
› Por Horacio Bernades
Las subtramas pululan y se superponen entre sí, como estampidas de canguros espantados. Los géneros y películas citados, invocados, regurgitados, son incontables. Una escena se juega en tono de parodia, la siguiente de tragedia. Se despliega, completo, el Quién es Quién de la actuación australiana, invitando a recorrer las últimas tres décadas del cine de ese origen. A lo largo de casi tres horas y en tamaño scope, la historia entera del cine de gran espectáculo se comprime y condensa, en un ejercicio de cinefilia popular que podría sintonizar con el más recóndito cultista y con cajas y cajas de pochoclo. Cada escena parece culminante, todo es tan liviano como una comedia musical y tan pesado como una ópera. Bienvenidos al más flamante pastiche de Baz Luhrmann, nuevamente al ataque luego de Baila conmigo, Romeo + Julieta y Moulin Rouge. Al ataque, pero no esta vez como Gran Deglutidor, sino como simple deglutido.
La cosa prometía y la promesa parece confirmarse durante los primeros veinte minutos o media hora, con ese aire de cuentos de hadas y el despliegue de personajes de historieta, de anacronismos (el mapa, tan años ’30 o ’40, en el que se viaja de Australia a Gran Bretaña y de Gran Bretaña a Australia), de brutales oposiciones dramáticas y subyugantes enfoques visuales. Llamada a cerrarse con una referencia al reconocimiento que el gobierno australiano hizo el año pasado de los atropellos cometidos contra la población aborigen, la historia es narrada por Nullah (Brandon Walters), chico de piel oscura y cabello claro, producto de la violación de una nativa. Nieto de una suerte de brujo (David Gulpilil, que en La última ola comunicaba con el mundo de la magia tribal), Nullah es algo así como un testigo incluido. Será él quien presencie cómo una baronesa venida de lejos (Nicole Kidman, cada día más parecida a Michael Jackson) termina convirtiéndose en heroína local, enamorándose de un rústico pero noble hombre del lugar (Hugh Jackman, citando literalmente al Hombre sin Nombre de Clint Eastwood), acaudillando a un grupo de desplazados en contra del todopoderoso de la zona y, faltaba más, adoptando al propio mestizo, en gesto se supone que redentorista.
En su frenético trabajo de reciclado y compactación, Australia apunta a reunir básicamente los siguientes modelos fílmicos, salvo error u omisión: a) el drama romántico de guerra (al estilo De aquí a la eternidad); b) la épica de ascensión femenina (imposible no pensar en Lo que el viento se llevó); c) el western (cualquiera que narre la guerra entre pequeños propietarios y un terrateniente, o sea casi todos); d) la love story entre la bella de sociedad y la irresistible bestia lugareña (desde La reina africana hasta Africa mía); e) las fábulas anticoloniales en las que el cine australiano viene incurriendo últimamente, de las cuales la recién estrenada El rastro es buen ejemplo.
Nada nuevo para el hombre que cruzó a Shakespeare con el gangsta movie y a Alejandro Dumas con el musical. La diferencia es que, más allá de algún gesto subversivo o camp del comienzo (un canguro hecho pedazos de un escopetazo, un increíble baño de espuma de Hugh Jackman, alla Coca Sarli, alguna escena en la que Kidman se sacude el almidón con ganas), prontamente Australia queda atrapada, encorsetada dentro de los propios clichés que invoca.
En ocasiones anteriores y como buen cinéfilo camp (ver también los casos de John Waters, Brian DePalma, Tarantino & Rodríguez), Luhrmann echaba mano del cliché para darlo vuelta, retorcerlo, eventualmente volver a usarlo, sumergiéndolo a fondo en la sopa del pastiche. En esta ocasión no sucede lo mismo.
Los clichés, en lugar de aparecer corridos, desplazados o subsumidos, ocupan, prolija y puntualmente, los casilleros asignados. Si lo que se busca es electricidad, desafuero, buen humor y hasta emotividad, esta vez suenan a antípodas, a continente lejano y a la larga inconquistado.
6-AUSTRALIA
EE.UU./Australia, 2008.
Dirección: Baz Luhrmann.
Guión: B. Luhrmann, Stuart Beattie, Ronald Harwood y R. Flanagan.
Fotografía: Mandy Walker.
Música: David Hirschfelder.
Intérpretes: Nicole Kidman, Hugh Jackman, David Wenham, Bryan Brown, Jack Thompson, David Gulpilil y Brandon Walters.
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