CINE › PUSH, CON CHRIS EVANS Y DAKOTA FANNING
› Por Horacio Bernades
Dirección: Paul McGuigan.
Guión: David Bourla.
Intérpretes: Chris Evans, Dakota Fanning, Camila Belle y Djimon Hounsou.
Es curioso el título de esta película, ya que un empujón (push) es justamente lo que parecería estar necesitando. Improbable suma de X-Men, la caza del tesoro, Philip K. Dick leído de apuro, cine de acción hongkonés y videoclip, no sólo es un embrollo su intriga y caprichosas sus falsas sorpresas y forzadas vueltas de tuerca, sino que todo transcurre en estado letárgico, como si sólo un sacudón eléctrico pudiera salvarla. Pero hasta las patadas voladoras, la telequinesis y las síncopas de montaje parecen aquí un trámite, en lugar del shock salvador. Y no hay cómo revivir al paciente.
Dirigida por el errático escocés Paul McGuigan (capaz de pasar de la lisérgica The Acid House a una de gangsters británicos, de ahí a la divertida Siete, el número equivocado y de ella a la inane El departamento), los protagonistas de Push son tres chicos con dotes especiales, algo que en el mundo de la película no es tan especial. De hecho, hay una división gubernamental (llamada simplemente “La División”) que se ocupa de controlar a estos superdotados, por supuesto que con las más oscuras intenciones. Clandestinos y perseguidos, como los mutantes malditos de X-Men, Nick (Chris Evans) es telequinético, mientras que Cassie (Dakota Fanning, estirada, huesuda y ojerosa) posee el don de la clarividencia y Kira (Camilla Belle) tiene el poder de implantar en los demás pensamientos y hasta falsos recuerdos, como sucedía en El vengador del futuro.
También como en aquella adaptación de Philip K. Dick hay un agente gubernamental (el morocho Djimon Hounsou, siempre impresionante) que los persigue. O tal vez sea un agente del FBI, haciéndose pasar por agente de La División. O lo contrario. O todo eso junto, total no importa. Mientras tanto, los héroes corren hacia adelante, siguiendo una serie de pistas que, como en el juego del tesoro, los lleva de un talismán a un maletín, y de un maletín a otro artilugio. Todo transcurre en Hong Kong, en ambientes como los de Chungking Express, pero con peleas a patadas, vuelos y cables, de wu xia pian.
Tal vez haya que relacionar la orfandad, melancolía y condena de sus héroes juveniles con los vampiros emo de Crepúsculo, cuya mórbida languidez comparten. Queda para una investigación posterior. Por el momento, baste decir que Push parece contaminada de la asepsia expresiva de Chris Evans, de la altanera indiferencia de Camilla Belle, de la morbidez de Dakota Fanning. O tal vez sea al revés, y es la película la que los inoculó a ellos.
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