Vie 14.08.2009
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CINE › ¿QUE PASO AYER?, CON BRADLEY COOPER, ED HELMS Y ZACH GALIFIANAKIS

Una resaca para el recuerdo

La película de Todd Phillips funciona como versión adulta de Supercool: una pequeña odisea, narrada desde el mareo de los protagonistas. O la versión diurna de Después de hora, en la que cada nuevo eslabón agrega nuevas dosis de locura.

› Por Horacio Bernades

8

¿QUE PASO AYER?

(The Hangover, EE.UU., 2009)

Dirección: Todd Phillips.
Guión: Jon Lucas y Scott Moore.
Intérpretes: Bradley Cooper, Ed Helms, Zach Galifianakis, Justin Bartha, Heather Graham, Mike Tyson y Jeffrey Tambor.

Con la cabeza partida, un diente menos, uno de sus amigos desaparecido, un bebé que no sabe de dónde salió y un tigre en el baño: así despierta Stu Price la mañana siguiente de haber llegado a Las Vegas, en una suite de hotel por la que parecería haber pasado el Katrina. Lo único que Stu reconoce es la habitación (o lo que ella era, antes del paso del huracán) y los dos tipos que están tirados por ahí, que tal vez estén muertos, borrachos o desmayados. Son sus amigos Phil y Alan, con los que viajó hasta Las Vegas para pasar las últimas 24 horas de soltería con Doug, que se casa hoy. Pero Doug no está, y del resto (el diente menos, el bebé, el tigre, el cuarto dado vuelta) ni Stu, ni Phil ni Alan tienen la menor idea.

La resaca es el título original de ¿Qué pasó ayer? Pero una resaca pasa, y cuando pasa suele recordarse qué sucedió antes. En cambio, la única forma que tendrán estos tres muchachos de saber cómo llegaron a ese punto, y dónde está el que dentro de unas horas debería casarse, es rearmar la noche anterior como un rompecabezas. Lo cual les romperá la cabeza, porque lo que descubrirán es que si a algo se pareció la noche anterior fue, justamente, al Katrina.

Por su premisa, ¿Qué pasó ayer? parecería el episodio perdido de Dimensión desconocida: basta un clic para que lo ordinario se vuelva para siempre extraordinario. De allí en más, la película de Todd Phillips funciona como versión adulta de Supercool: una pequeña odisea, narrada desde el mareo de los protagonistas. O la versión diurna de Después de hora: una vez que lo habitual se descompuso, sólo cabe esperar que cada nuevo eslabón agregue nuevas dosis de locura. Lo bueno es que si la realidad se vuelve loca, no así los protagonistas, que siguen comportándose como hasta entonces.

Réplica del Jim Morrison gordo del final de The Doors, Alan sigue teniendo una conducta tan freak como la que tenía, desde antes de subirse al convertible en el que viajaron a Las Vegas. Stu sigue viviendo la escapada con culpa, porque su novia es una bruja y no se animó a decirle que se iban por ahí. Phil sigue tomándose todo con la más cool de las actitudes, y Doug... bueno, Doug no está. Con lo cual también sigue igual, porque antes de eso era como si no estuviera. En cuanto al director, Todd Phillips, sigue narrando con la misma actitud con que lo hacía en la película de Starsky & Hutch: como si no pasara nada. Lo cual es la clave del perverso embrujo que ¿Qué pasó ayer? ejerce sobre el espectador.

Quinto integrante del grupo, para el espectador ¿Qué pasó ayer? funciona como caja de Pandora: nunca es posible saber qué monstruo brotará ahora. Hay un patrullero robado, unas horas en prisión, policías ofendidos, una tortura con picana eléctrica, empuñada por un grupo de escolares, el descubrimiento de que uno de los muchachos se casó la noche anterior con una prostituta (¡Heather Graham!), un despiadado mafioso chino que se comporta como uno de los tres chiflados, una droga que resultó no ser éxtasis, sino el somnífero que usan los violadores para dormir a sus víctimas, un botín de 80.000 dólares robado sin querer, una milagrosa martingala en el black-jack.

Y Mike Tyson (in person), que resultó ser el dueño del tigre y a quien le da por cantar (horriblemente) cierto hit pop. Lástima que al final todo tienda a volver a la normalidad a toda orquesta, cuando una hora y media antes la película logró convencer al espectador de que la normalidad es una cosa que en un segundo puede ponerse patas arriba para siempre. Queda el consuelo de que eso vuelva a suceder en cualquier momento. El tema porno que interpreta el grupo que anima la fiesta de bodas, ante la azorada parentela, permite abrigar esperanzas.

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