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Jueves, 27 de agosto de 2009

CINE › ANITA, DE JORGE CARNEVALE, CON ALEJANDRA MANZO, NORMA ALEANDRO Y LUIS LUQUE

Un relato de iniciación cruzado por la tragedia

 Por Horacio Bernades

En los papeles, poner a una chica con síndrome de Down en medio del atentado a la AMIA puede sonar a golpe bajo. Sin embargo, Anita no cae en ellos. Por más que se aborde una herida humana, social y política aún sin cicatrizar, aunque el desamparo de la protagonista se vea agudizado por su condición, la película de Marcos Carnevale no es un “arrancalágrimas” sino un relato de iniciación. Desde el guión hasta el último integrante del elenco, resulta evidente el esfuerzo que se puso en no pegar por debajo del cinturón. Antes que eso, la película busca situar al espectador en el lugar de una chica especial, a la que la bomba arranca de lo conocido y la lanza al mundo. Papel que no parece preparada para asumir. La película más cuidada, menos simplista de Marcos Carnevale (realizador de Almejas y mejillones, Elsa y Fred y Tocar el cielo), se percibe el empeño puesto en que Anita “sea cine”. Aun así, lastres de origen televisivo afectan el resultado final.

Cuando estalla la bomba, la vida de Anita (la excelente Alejandra Manzo, toda una revelación) se parte en pedazos, aunque ella misma no advierta hasta qué punto. “Mamá me dijo que cuando la aguja grande esté en el 12, ella va a volver”, repite Anita, aunque las 10 en punto del 18 de julio de 1994 hayan pasado hace rato, el interior de la librería familiar haya volado en pedazos y mamá (Norma Aleandro) no haya vuelto de un trámite en la mutual israelita. Es lunes. El domingo previo, su hermano Ariel (Peto Menahem) le prometió llevarla al zoológico, pero la final del Mundial fue más fuerte y la clavó. Después de la explosión (muy bien narrada, dicho esto en sentido dramático, técnico y visual), Anita se extravía. No tiene cómo volver a casa: ignora la dirección, su apellido y cualquier dato que permita ubicarla.

Tan episódico como todo relato de iniciación, el derrotero de la protagonista la lleva de la compañía de cierto fotógrafo semiarruinado (Luis Luque) a la de los dueños de un súper chino, y de allí a la casa semiconstruida de una enfermera (Leonor Manso), en algún paraje muy humilde del Gran Buenos Aires. Filmada en digital de alta definición, es posible que Anita sea mejor por lo que no hace que por lo que hace. No se regodea con la desgracia de la protagonista y con la pobreza que la rodea, miserabilismo al que la situación y ambientes podían haberse prestado. Tampoco cae en un “piensalindismo” de brazos abiertos y solidaridades por doquier, o en alguna sorpresa milagrosa e inadecuada. Aun en su condición, Anita no es Caperucita. Sabe defenderse. A su vez, la gente con la que se cruza puede darle una mano, pero nunca sin alguna dosis de recelo y mezquindad.

Hay, sin embargo, un lazo que la película no puede romper y es el del costumbrismo, posible resabio de las telenovelas en las que Carnevale suele participar como libretista. Es cierto que el de Anita no es un costumbrismo desaforado sino uno light, acorde con tiempos en los que el énfasis ya no es bien visto. Aun así, ese estilo, que tiende a la reproducción pretendidamente naturalista y sin embargo artificiosa de tipos, modismos e inflexiones, reduce la pantalla de cine, hasta volverla casi del tamaño de la televisión.

5-ANITA

Argentina, 2009.

Dirección: Marcos Carnevale.

Guión: M. Carnevale, Lily Ann Martin y Marcela Guerty.

Intérpretes: Alejandra Manzo, Norma Aleandro, Luis Luque, Peto Menahem, Leonor Manso.

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Aleandro con Alejandra Manzo, una revelación.
 
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