CINE › LA RAGAZZA DEL LAGO, DE ANDREA MOLAIOLI, CON TONI SERVILLO
El crimen de una joven es el disparador de este modesto policial italiano cuyo mayor misterio es la cantidad de premios obtenidos.
› Por Luciano Monteagudo
(Italia/2007).
Dirección: Andrea Molaioli.
Guión: Sandro Petraglia y Andrea Molaioli, basado en la novela No mires atrás, de Karin Fossum.
Fotografía: Ramiro Civita.
Música: Theo Teardo.
Edición: Giogiò Franchini.
Intérpretes: Toni Servillo, Valeria Golino, Omero Antonutti, Alessia Piovan, Fabrizio Gifuni.
“No debes despertarme”, le susurra a su novio la bella Anna (Alessia Piovan), iluminada por el tibio sol de la mañana. El día es radiante y la naturaleza está en su esplendor en ese bello pueblo de montaña de la región de los Alpes Dolomitas. Pero esa armonía terrenal no impedirá que apenas un rato después Anna aparezca durmiendo el sueño eterno a orillas del lago. Sin signos aparentes de violencia ni de ataque sexual, la ragazza del título yace sin embargo completamente desnuda, como si hubiera decidido echarse a hacer una siesta en compañía de un amante. Para resolver el caso, la policía local convoca al inspector Giovanni Sanzio (Toni Servillo), versión mediterránea del inspector Tejer creado por la autora noruega Karin Fossum, de cuya novela No mires atrás (Grijalbo para la edición en castellano) está tomada la trama de este discreto policial dirigido por el debutante Andrea Molaioli.
Formado como asistente de Nanni Moretti, a quien secundó desde Palombella rosa (1989) hasta La habitación del hijo (2001), y que figura con un agradecimiento especial en los créditos, la ópera prima de Molaioli no tiene sin embargo nada en común con el cine del autor de Caro diario. Se trata aquí de una película tan correcta como convencional, una intriga policial que ni siquiera aspira a la categoría de giallo, esa exacerbación del género propiamente italiana en la que supo brillar Dario Argento. Prolija y cuidada en sus rubros técnicos –una vez más, como en Sonrisas y lágrimas, estrenada hace poco en Buenos Aires, se luce la fotografía del argentino Ramiro Civita–, La ragazza del lago puede utilizarse como medida para calibrar la situación actual del cine italiano. Quizás el misterio más insondable no sea quién mató a la pobre Anna, sino cómo –en el país de Fellini, Visconti, Pasolini y, por qué no, también Argento y Sergio Leone– hoy una película tan prosaica y modesta es capaz de ganar dos premios en la Semana de la Crítica de la Mostra de Venecia y arrasar con diez David de Donatello de la Academia del Cine italiano.
Entre los rasgos más interesantes de La ragazza del lago está un sutil entramado que no hace al whodunit central, pero que consigue darle algo de espesor a la narración. Se trata de una pregunta persistente por la figura del padre. El inspector Sanzio tiene una hija adolescente que le recuerda, en espejo, la figura de Anna. El padre de la víctima, a su vez, acusa el golpe de esa muerte como si hubiera sido más bien su amante. El padre de un niño para quien Anna oficiaba de baby sitter pudo quizás haber tenido algo con ella. Y el loco del pueblo desvía la atención del inspector hacia su tiránico padre, postrado en una silla de ruedas, pero que en la composición de Omero Antonutti no cuesta reconocer, como sobreimpreso, al legendario, ominoso protagonista de Padre, padrone.
Todos ellos y algunos más, como un personaje un poco forzado, que apenas si justifica la presencia de Valeria Golino, son sin embargo coreutas, figuras secundarias alrededor del grave inspector Sanzio, un cauto, medido trabajo de Toni Servillo (el elegante mafioso que traficaba con desechos industriales en Gomorra). En la decepción permanente que lleva pintada en su rostro, como si fuera una máscara, se adivina lo que su profesión ha hecho de él: un hombre triste, sin ilusiones.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux