CINE › CARLOS CáRDENAS Y LUCANAMARCA
En el DocBsAs/09, el realizador presenta un documental sobre la primera matanza senderista en una población campesina.
› Por Oscar Ranzani
Hace 27 años, cuando Sendero Luminoso se infiltró en el pueblo Lucanamarca (Perú) fue bien recibido por parte de la población local y contó con su apoyo. La organización armada nombró líder de Lucanamarca y autoridad del pueblo en 1982 a Olegario Curitomay, un joven estudiante de una escuela secundaria. Meses después, la población de Lucanamarca comenzó a reaccionar ante los abusos, la intolerancia y el autoritarismo de los insurgentes y capturó a Olegario Curitomay. Posteriormente, Curitomay fue atacado por los pobladores a piedrazos y hachazos y fue prendido fuego antes de que lo mataran de un disparo. Ese hecho fue el germen de la masacre que protagonizó Sendero Luminoso en Lucanamarca meses después: el 3 de abril de 1983 esta organización armada prometió venganza de parte de su líder, Abimael Guzmán, y su Comité Central, con el objetivo de realizar una “sanción ejemplar” por la rebelión del pueblo. El resultado fue de 69 campesinos asesinados, entre ellos 18 niños, que fueron masacrados por miembros de Sendero Luminoso con la utilización de hachas, machetes, cuchillos y armas de fuego.
Este suceso es considerado como la primera matanza masiva de Sendero Luminoso contra la población civil. Como consecuencia, la masacre terminó fracturando el tejido social de la comunidad de Lucanamarca. Veinte años después, la Comisión de la Verdad y Reconciliación peruana decidió estudiar el caso a través de un trabajo científico multidisciplinario. Sus integrantes realizaron las exhumaciones de los cuerpos de las 69 víctimas y los restos fueron sepultados en un cementerio local.
Sobre esta trágica historia focaliza el documental Lucanamarca que se exhibirá hoy a las 19.30 en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Corrientes 1530), como parte de la programación del DocBsAs/09 (repite mañana a las 12.30). Los cineastas peruanos Carlos Cárdenas y Héctor Gálvez se internaron en el pueblo para conocer los recuerdos de parte de los sobrevivientes y la experiencia de la comunidad de Lucanamarca en un contexto de violencia y de profundas contradicciones. Y también para seguir el trabajo de la Comisión por la Verdad y Reconciliación. “La idea del documental es muy antigua porque empieza mientras estábamos en plena guerra interna en Perú. Y teníamos mucho interés en conocer la situación de poblaciones desplazadas, lo que pasaba en las zonas alejadas de la capital porque en Lima se vivía una situación diferente al resto del país”, cuenta Cárdenas en la entrevista con Página/12. “Estábamos en búsqueda de una historia de este tipo, en una zona rural, alejada. Cuando la Comisión de la Verdad y Reconciliación empieza su trabajo, nosotros ya habíamos viajado a Lucanamarca porque era una historia entre varias posibles que podíamos realizar. Pero en un determinado momento, la Comisión de la Verdad decide hacer exhumaciones de los 69 restos de las personas que fueron asesinadas el 3 de abril de 1983. Ahí decidimos que había un buen material como para hacer un largo documental”, agrega el director.
–¿Cómo llegó a desarrollarse Sendero Luminoso en la zona de Lucanamarca?
–Ahí, y en ese momento de su desarrollo (1983) era todavía un grupo pequeño y muy focalizado en Ayacucho y en la zona central del país. Y, sobre todo, hubo profesores que estuvieron haciendo trabajos desde los colegios para captar estudiantes con el objetivo de incorporarlos a sus filas. Algunos de ellos empezaron a militar y a formar parte de las filas de Sendero Luminoso. Cuando Sendero hace su aparición pública en Lucanamarca en el mes de octubre de 1982, en realidad ya tenía militantes, pero muy rápidamente el pueblo los recibió bien.
–Tuvo apoyo de la población en un principio...
–Por supuesto, porque Sendero Luminoso venía con un discurso de cambio, de terminación de la pobreza, de resolver las inequidades. Un discurso que debería haberlo tenido el Estado peruano, pero el gobierno no aparecía por esa zona. Entonces, aparece Sendero Luminoso con ese discurso y la gente adhiere a él. Entonces, muy rápidamente hay simpatías.
–¿Cómo se llegó a rebelar la población de Lucanamarca contra Sendero Luminoso?
–Porque Sendero llega en octubre de 1982 y el 3 de abril del año siguiente se produce la masacre. O sea, en muy poco tiempo. Y cuando llega, empieza a hacer juicios populares a los ricos del pueblo. Lucanamarca es una comunidad ganadera y, por supuesto, había una estructura interna muy piramidal. Unas cuantas familias tenían mucho ganado y otras no. Entonces, le hacen un juicio popular al ganadero más importante, lo condenan y lo ejecutan en la plaza de Lucanamarca. Luego, hubo dos o tres juicios más. A partir de ese momento, ocurrió un cambio muy importante en el ánimo de la población y sobre todo de los dirigentes de Lucanamarca que vieron que los que seguían en la lista eran ellos.
–¿La muerte de Olegario Curitomay fue el disparador de la masacre?
–Claro. Olegario fue un chico captado por Sendero Luminoso en una de las escuelas. Era hijo de una de las principales familias de Lucanamarca. Era un tipo brillante e inteligente que fue captado y que después fue efectivamente un militante. Y en octubre lo nombraron como autoridad, entre otros dirigentes. La secuencia es así: vienen las Fuerzas Armadas, presionan al pueblo, el pueblo captura a doce jóvenes (entre ellos a Olegario Curitomay). La noticia llega muy rápidamente a Lima, donde estaba reunido el Comité Central de Sendero Luminoso y el propio Abimael Guzmán con la cúpula dirigente, decide “dar una lección” a los que se rebelaran contra ellos. Tres años después (1986), Guzmán da la “Entrevista del Siglo” y ahí habla específicamente de Lucanamarca y ellos dicen: “Nosotros quisimos dar un ejemplo, mostrarles que somos un hueso duro de roer”. Entonces, producen la masacre.
–¿La violencia de Sendero Luminoso terminó destruyendo el tejido social de Lucanamarca?
–Sí, como lo hizo en todo el país. Enfrentó a las familias, a las generaciones, a los vecinos y terminó definitivamente con el tejido social. Tanto es así que hasta el día de hoy se guardan rencores enormes. El hermano de Olegario, Honorio (que es el que aparece en la película), tiene que salir de la comunidad porque le resulta imposible permanecer en ella porque la gente le hace la vida imposible.
–El no era miembro de Sendero Luminoso.
–No. En esa época, Honorio era un estudiante que se encontraba en Lima. Y el 3 de abril de 1983, él estaba estudiando en Lima y se entera de la desaparición de su hermano, y luego de sus padres porque después de la matanza masiva, la población mata al día siguiente a los padres de Olegario y Honorio. Honorio se entera de todo esto en el mes de octubre.
–¿La labor de la Comisión de la Verdad y Reconciliación consistió en revelar que el modo de muerte de las 69 víctimas se produjo como habían manifestado los testigos?
–En el caso específico de Lucanarmaca, sí. En realidad, lo que hizo básicamente la Comisión de la Verdad fue recoger los testimonios de todos los sobrevivientes y organizarlos en un testimonio coherente para poder tener una idea de lo que ocurrió. Efectivamente, han recogido muchísimos testimonios de cómo fue la matanza tomados no en el poblado sino en varias estancias en los alrededores de Lucanamarca. Además, recuperó los restos de los fallecidos, los reconoció e identificó y los entregó a los familiares para que pudieran cerrar el duelo y enterrarlos de manera adecuada.
–La de Lucanamarca fue la primera matanza de Sendero Luminoso contra la población civil, ¿no?
–Es la primera matanza contra la población civil en esas proporciones. Sendero Luminoso repitió esto en varios otros escenarios, creyendo que lo que estaba haciendo era activar la lucha de clases internas en el país. Y lo que estaba haciendo era atacar a un sector realmente paupérrimo y empobrecido. Si bien había algunas diferencias económicas y sociales, en realidad, formaban parte de un contingente paupérrimo, empobrecido durante generaciones. Entonces, Sendero Luminoso exacerbó unas contradicciones que no existían y atizó odios entre familias que, en realidad, habían tenido disputas muy antiguas por terrenos. Y cuando esas disputas que antes se resolvían por la vía del diálogo, por la vía judicial o no se resolvían, Sendero les puso armas en la mano, balas en las cartucheras y, entonces, los hizo matarlos unos a otros.
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