Miércoles, 4 de noviembre de 2009 | Hoy
CINE › GUILLERMO ARRIAGA Y CAMINO A LA REDENCIóN, SU DEBUT COMO DIRECTOR
El guionista de Amores perros, 21 gramos y Babel se animó a situarse tras la cámara con una nueva historia coral, en la que va deslizando pistas, piezas de un puzzle que el público irá descifrando. “Fue una experiencia profundamente disfrutable”, señala.
Por Oscar Ranzani
El escritor y guionista mexicano Guillermo Arriaga se hizo conocido en el mundo cinematográfico por escribir la trilogía filmada por Alejandro González Iñárritu: Amores perros, 21 gramos y Babel. Después de una serie de controversias con el cineasta, Arriaga se distanció de su socio e inició un camino propio que lo llevó a debutar como director en Camino a la redención (The burning plain) que se estrena mañana. De visita en Buenos Aires para promocionar su ópera prima, Arriaga señala que su nuevo rol “fue una experiencia profundamente disfrutable”. Y que el resultado tiene que ver con la colaboración que tuvo. “Lo importante de dirigir es tener diálogo con una serie de colaboradores: el fotógrafo, el asistente de dirección, los actores, los productores, el director de producción. Ese es un proceso intenso y disfrutable.” Esta sensación le permitió sortear la barrera de las dificultades ya que, según comenta, no tuvo tiempo para la preproducción. “Mi permiso de trabajo tardó mucho tiempo en salir y cuando salió ya no me quedaba tiempo para preproducir nada. Todas las decisiones fueron hechas sobre la marcha. Y afortunadamente por haberla escrito yo, la tenía tan clara en la cabeza que pude compartir con el equipo lo necesario para la historia”, admite Arriaga.
Para elaborar Camino..., Arriaga convocó a un elenco encabezado por la actriz sudafricana Charlize Theron (ganadora del Oscar por Monster) y Kim Basinger (también ganadora de un Oscar por L. A. Confidential). Arriaga vuelve con cuatro historias paralelas que se cruzan, con la diferencia de que no suceden todas al mismo tiempo. Theron interpreta a Sylvia, administradora de un lujoso restaurante que encierra un pasado oscuro. Un extraño hombre mexicano comienza a seguirla con la intención de ayudarla y Sylvia revisará su pasado turbulento, producto del abandono de su hija y de su amor, además de la traición a su madre. En México, María, una chica de ocho años, vive con su padre, Santiago, hasta que éste sufre un accidente aéreo y le encomienda a un amigo que busque a la madre de su hija en EE.UU. En Las Cruces, dos adolescentes se conocen y comienzan a sentirse atraídos, al igual que la madre de ella con el padre de él, que son amantes, situación que desembocará en decisiones extremas y trágicas. En una ruta rural, Nick (Joaquim De Almeida) vive un apasionado romance clandestino con Gina (Kim Basinger), que suele escaparse de la casa familiar para estar con su amante. Quedará en manos del espectador el armado del puzzle de estas cuatro historias.
Con la misma energía de un estudiante defendiendo su tesis de graduación, Arriaga sostiene que Camino... “es una mirada irónica sobre la moral que juzga el amor. Vivimos en una sociedad demasiado moralista. Y ésta es una crítica a ese juicio moral”. Por otro lado, coincide en que su película evoca el perdón. “No solo el perdón de los demás sino el perdón de uno mismo: el aceptar profundamente que te equivocaste, que cometiste un grave error pero que necesitas perdonarte porque no puedes ir por la vida sin hacerlo. Y el amor es el espejo que, a veces, requieres de ti mismo para otorgarte el perdón.”
–¿Por qué la planteó como un drama con historias cruzadas donde el pasado y el presente están aparentemente inconexos?
–Porque así pensamos los seres humanos. Cuando contamos historias, no lo hacemos de manera lineal y nunca las recordamos de esa forma. Recordamos de manera fragmentada.
–¿El enfoque estructural empleado era imprescindible para desenrollar la madeja del misterio emocional de Sylvia?
–Lo que se trata de entender es qué es lo que le sucede a esta mujer, por qué está en esa actitud tan autodestructiva. A la vez, el film trata diversas historias de amor. No sólo el amor de pareja sino el de madre a hija, el amor de amigos, el clandestino. Es una reflexión sobre el amor en general.
–¿Por qué la planteó como un rompecabezas que el público debe ir descifrando? ¿Le interesa un espectador activo?
–Mucho. Para mí el espectador es alguien inteligente, sofisticado y me gusta que esté vinculado con un diálogo a través de la emoción, que participe en la construcción de los mundos paralelos que conlleva siempre una película.
–Teniendo en cuenta que sus historias tienen situaciones trágicas, emocionales y oscuras, ¿qué elementos de su vida poseen?
–Muchos, excepto que mi vida no es trágica ni oscura (se ríe). Alimento todas mis historias de mi propia vida pero, por el contrario, estoy lleno de alegría y optimismo.
–¿Por qué convocó a Kim Basinger para el papel de una mujer casada que tiene un amante de otra clase social?
–Además de ser una gran actriz, Kim es una mujer de una enorme fragilidad personal que se refleja en el personaje. La Kim persona es muy distinta de la Kim actriz de películas que hizo anteriormente. Su propia personalidad le agregaba cosas al personaje. Es un personaje sensible, frágil. Lo que le está pasando es más hacia adentro que hacia afuera.
–Decidió rodar la película en la región desértica de México y en la región costera de Nuevo México. ¿Qué le aportaban estos paisajes a la historia que usted quería contar?
–Fue tan importante el paisaje que sacrifiqué ocho días de rodaje para tener esas localizaciones. Por ejemplo, si no tienes un desierto que es como un lugar clandestino, no creerías que hay una relación secreta. Encontrar esa localización fue muy complicado. La película está guiada por los cuatro elementos: hay una historia de agua, otra de fuego, otra de tierra y otra de viento. La historia de agua debía dar una presencia de ese elemento a través de un cielo nublado, un río, el mar. Siempre la presencia del agua está ahí, a veces calma, en otras ocasiones turbulenta. Con respecto a los paisajes, es muy distinto nacer en La Pampa que en Buenos Aires: tu personalidad cambia radicalmente.
–El film se iba a llamar The four elements. ¿Por qué lo cambió?
–Porque sonaba muy abstracto. Traté de elegir algo que fuera un poco más metafórico. Y The burning plain me pareció que lo era.
–¿La muerte y el amor son los temas que más le apasionan a la hora de elaborar sus historias?
–He descubierto que, por más que quiera escaparme de esos temas, siempre son recurrentes. Son temas que pareciera que tercamente están ahí y no salen de mis manos. No siempre es un acto tan consciente. Me doy cuenta después de que escribo que volví a repetir los mismos temas.
–¿Cómo es su método de escritura de un guión?
–Va a parecer una pavada: me siento y escribo. Es decir, no pienso estructuras previas. No escribo lineal y luego las pego. Escribo tal como se ven las películas que he hecho. Todas han seguido las estructuras que desarrollé mientras escribía.
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