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Lunes, 15 de marzo de 2010

CINE › FINALIZó AYER EL FESTIVAL PANTALLA PINAMAR 2010

Un balance de playa y cine

Durante una semana se vieron 63 películas nacionales y europeas. Pese a los altibajos de calidad, la muestra dejó varios momentos interesantes y una sólida competencia argentina. Después del Oscar, El secreto de sus ojos sumó otro galardón.

 Por Ezequiel Boetti

Desde Pinamar

La valoración de las películas que conformaron Pantalla Pinamar, cuya sexta edición culminó ayer, describió una parábola casi perfecta. Desde la apertura y la banalización de la dictadura militar que perpetró el italiano Stefano Incerti en Cómplices del silencio, hasta la fallida reconversión del género romántico de la ópera prima de Alvaro Pastor y Antonio Naharro Yo, también, pasó una semana que dejó una sólida competencia argentina, varios preestrenos atendibles y una buena respuesta de público.

No fallaron los pronósticos que señalaban a El secreto de sus ojos como la gran favorita para alzarse con el premio Balance de Oro, más aún cuando éste se decidió mediante el voto conjunto del público y la prensa acreditada. Participaron de la competencia largometrajes argentinos que durante el año pasado participaron de la selección oficial de un festival clase A o que fueron reconocidas en alguna de sus secciones paralelas. El film protagonizado por Ricardo Darín, Soledad Villamil y Guillermo Francella se exhibió la noche previa a la ceremonia de los Oscar y obtuvo un promedio superior a nueve puntos. “Es cine cercano al hombre y también a la taquilla”, afirmó la productora Vanessa Ragone en la ceremonia de clausura.

Si el máximo galardón no fue sorpresivo, sí lo fue el de Plata para Vikingo. Cine de imágenes crudas pero espontáneas, visceral y bestial, “sin medias tintas ni eufemismos”, tal como lo definió su director, José Celestino Campusano, en la conferencia de prensa posterior a la exhibición. La historia del motoquero que narra Vikingo está en las antípodas del cine de género, tanto formal como narrativo, que premió la Academia. “Es muy favorable para nosotros, ya que es un cine hecho desde la comunidad y sin puntos medios, contamos las cosas tal como se producen, sin maniqueísmos. La película va directo a la sustancia y no a lo pretencioso de la forma”, afirmó a Página/12 el realizador, que espera que este lauro favorezca a la confirmación del estreno comercial. “Este cine tiene un severo confinamiento, y estos logros son reconocimientos absolutos que nos favorecen”, se esperanzó.

De un andar igual de cansino que el pueblo donde transcurre, la menos física y más sensorial de las siete competidoras, La Tigra, Chaco, se alzó con el Balance de Bronce, además del premio Signis. La ópera prima de Juan Sasiaín y Federico Godfrid, que se centra en la historia de un joven que vuelve a la localidad del título tras varios años de vida porteña, es quizás uno de los films que mejor aprehenden la esencia de la acción sin ampulosidades formales: la cámara, quieta pero atenta, capta cada gesto y cada mirada de la pareja protagónica (Ezequiel Tronconi y Guadalupe Docampo). “Es una cuestión casi militante acompañarla a cada festival”, confesó Godfrid en la ceremonia. “Esta película es para nosotros un sueño y los sueños se persiguen con pasión, coraje y esfuerzo hasta hacerlos realidad. Es un enorme aliento para seguir creando”, reflexionó Sasiaín tras el anuncio. Estrenada en el Festival de Mar del Plata de 2008, y de próxima participación en el Festival de Toulouse, La Tigra, Chaco aún se exhibe en el Malba porteño.

Con dos docenas de títulos, la sección “Un día, un film” fue tan interesante como irregular. Los puntos más altos llegaron desde el otro lado del atlántico. El padre de mis hijos, de Mia Hansen-Löve; la inclasificable y sorprendente Ricky –ambas se verán durante la semana próxima en el ciclo “Les Avant-premières”–, de François Ozon (de quien también se exhibió la algo menor El refugio); la perturbadora Los últimos días de Emma Blank, del holandés Alex Van Warderdam, entre otras, establecieron una nota cota de calidad demasiado alta para la mayoría del plantel local. Salvo contadas excepciones (la negrísima El hombre de al lado, la comedia Aguas Verdes), los preestrenos argentinos pudieron hacer poco frente a la sólida representación visitante. El regreso de Isabel Sarli a la pantalla grande es paradigmático. La historia de un asesino a sueldo y su vínculo con una otrora estrella cinematográfica que narra Mis días con Gloria es cine vetusto y obsoleto, descuidado tanto en forma como en contenido.

Además de los numerosos films en ese apartado, el cine argentino también tuvo su espacio con los work in progress de las superproducciones históricas La patria equivocada, de Carlos Galettini, y El mural, de Héctor Olivera. El director de La Patagonia rebelde se quejó públicamente por la falta de reconocimiento que percibe del Incaa. “Espero la plata en la misma cola que 50 muchachitos que hacen su ópera prima”, disparó el director apuntando su mirada a la presidenta del Instituto, Liliana Mazure. El relato sobre la visita del artista mexicano David Siqueiros a la Argentina para pintar el mural en el sótano de la casa de Natalio Botana tiene un presupuesto superior a siete millones de pesos, bastante más que el costo promedio de una producción nacional.

La oscilante calidad artística no afectó la taquilla. Según la organización, más de 24 mil espectadores asistieron a las 66 funciones de Pantalla Pinamar 2010. Sin embargo, ese aumento de público respecto de las ediciones anteriores (en 2009 fueron 21 mil, siempre según cifras oficiales) no se condice con la infraestructura técnica de las salas Bahía y Pinamar. El documental musical Eduardo Falú, canto al paisaje soñado, fue apenas la sombra de lo que debía ser. Eran 18 canciones del intérprete salteño que las malas condiciones de sonido impidieron oír en su plenitud. Lo mismo ocurrió con Aguas Verdes. “La copia está impecable y el sonido también. Es un tema de calibración de la sala, algo que yo no pude manejar”, justificó el director Mariano De Rosa. “Trabajamos con salas que son muy viejas y abren dos veces al año. El Incaa hizo inversiones, pero no podemos comprar el equipamiento”, explicó a este diario el director del festival, Carlos Morelli, quien prometió “mejoras para el año próximo”. Le queda una cantidad de tiempo nada despreciable: la séptima edición de Pantalla Pinamar será del 5 al 12 de marzo de 2011.

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El secreto... era la gran favorita y fue premiada por el público y por la crítica.
 
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