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Lunes, 19 de abril de 2010

CINE › ENTREVISTA A LA ESTADOUNIDENSE ANGELA BASSETT, PRESIDENTA DEL JURADO DEL BAFICI

“Quise conocer la historia de Evita”

La actriz señala que vino al festival para ver “otro cine”, porque quiere empezar a dirigir. Recientemente interpretó la voz de Michelle Obama en Los Simpson. Dice que la asunción del presidente de los EE.UU. le hizo pensar en el sentimiento que generó aquí Eva Perón.

 Por Mariano Blejman

Aunque ya llevaba casi una década en televisión, la escultural figura de Angela Bassett comenzó a hacer ruido desde su trabajo en Malcolm X, de Spike Lee en 1992, y terminó de descollar con su papel de Tina Turner en What’s Love Got to Do with It, de Brian Gibson. Desde entonces, Bassett ha estado en medio centenar de películas y programas de televisión, alternando entre producciones majors y dándose el gusto de actuar en proyectos más independientes. En el ’95 trabajó con la flamante ganadora del Oscar Kathryn Bigelow en Días extraños, y últimamente su tiempo estuvo dividido entre una veintena de capítulos de la serie televisiva ER Emergencias y los films Notorious y Nothing but the Truth, mientras se prepara para dirigir su primera película. Sin embargo, alguien podría decir que Bassett recién acaba de recibir el título de pertenencia a la cultura americana, después de haber sido invitada a interpretar la voz de Michelle Obama en el primer capítulo de Los Simpson de la temporada 2010. Poco antes de volver a su país, la actriz que presidió el jurado del 12º Bafici, conversa con Página/12 sobre su lugar en la “cultura americana”. “Sí, ¡llegué! Finalmente llegué”, señala Bassett, y larga una carcajada negra.

–Algunos críticos dicen que se puede ser parte de la cultura americana de diferentes formas, pero que si se participa de un capítulo de Los Simpson ya se es parte de la cultura americana...

–¡Fuera de aquí! (N.de la R. en inglés: ¡Get out of here!) Ok... ¿Los Simpson son muy grandes en Argentina? Creo que son un éxito en Estados Unidos. Han estado en la televisión más de 20 años. Es algo increíble, hay mucha gente viéndolos, pero no es algo que la gente vea todo el tiempo. Es algo que uno sabe que está ahí. Viviendo en Nueva York, uno sabe que la Estatua de la Libertad está ahí, aunque no vaya a verla. Pasa algo parecido con Los Simpson.

–¿Para usted fue una especie de chiste?

–No fue un chiste, sino un cumplido. Los Simpson tienen un humor irreverente. Resultó divertido. Porque han estado ahí por tanto tiempo. Inicialmente nadie pensaba que este cartoon se convertiría en lo que se convirtió. Yo me sentí feliz.

–¿También fue un cumplido poder hacer la voz de Michelle Obama?

–Absolutamente. Porque nadie en América, negro o blanco, tal vez en el mundo, jamás hubiera pensado que iba a haber un presidente negro. Eso iba a ser algo que les contaríamos a los hijos, una especie de esperanza hacia el futuro. Pero nadie lo creería. En América se terminó el tema del “color”: se eligió un presidente negro. Hasta entonces siempre habíamos pensado que no podíamos participar de ese mundo. Así que, si bien Los Simpson son dibujos animados, se trata de una actuación basada en una situación real. Hay una primera dama negra, había que conseguir una actriz negra para que la interpretara (se ríe). Ellos lo han hecho muchas veces antes con Morgan Freeman, por ejemplo, u otros actores...

–¿Qué sintió cuando vio a Obama el día de su asunción?

–Estábamos orgullosos, en estado de “oh”. Esperanzados. Pensábamos que lo iba a hacer bien, que iba a liderar. La gente estaba tan preocupada por su vida, literalmente, y por su éxito...

–Por televisión parecía una escena de una película, algo como Día de la Independencia en versión negra...

–Yo estuve ahí. Fui a Washington a ver cómo la gente tenía que mirar con sus propios ojos que era real. Fue algo que no pensábamos que íbamos a ver alguna vez. Tal vez es como se sentían acá cuando veían a Evita... En Broadway hubo varias obras sobre Evita, así que cuando supe que iba a venir a la Argentina, quise conocer su historia. Quería saber cuál era la historia de esa mujer. Fui a un museo, vi imágenes de películas donde ella aparecía en el hotel rosado (N. de la R.: la Casa Rosada) y estuve viendo cómo la gente pedía por ella. Conocí la historia de su muerte y cómo el gobierno tomó su cuerpo y lo envió a Italia como un trofeo de guerra, y nadie sabía dónde estuvo durante años. ¿Qué edad tenía cuando falleció, 34?

–33.

–Fue una persona muy joven y muy influyente, han pasado casi 60 años.

–Ahora muchas mujeres de la política quisieran ser como Evita...

–¿Pero se preocupan por la gente? ¿O sólo quieren estar lindas?

–Dígame una cosa, ¿qué está haciendo en Buenos Aires?

–¿Qué hago aquí? Bueno, estoy como presidenta del Bafici, en el jurado...

–Eso es de público conocimiento. Pero ¿qué hace aquí realmente?

–Sergio Wolf me escribió, me invitó a Buenos Aires, y yo estoy interesada en ver películas y en dirigir. Pensé que era una buena oportunidad para meterme en el mundo de las películas sin distracción alguna.

–¿En el Bafici vio un tipo de cine diferente del que ve habitualmente en Estados Unidos?

(Piensa un rato largo) –Es diferente cómo fue hecho, diferente del cine comercial. También hay cine independiente muy bueno en Estados Unidos, yo voy a veces al Art House Cinema. Pero encuentro en el cine que vi aquí una paleta diferente de colores. Tuve que bajar la velocidad de mi mente para apreciar lo que estaba pasando en la pantalla. No esperaba encontrar nada a lo que estaba acostumbrada. Yo estoy acostumbrada a cortes rápidos, movimientos de cámaras, música desde el comienzo al final, y sonidos que deben decirme cómo debo sentirme. Aquí hay que pensar.

–No hay trucos...

–No hay dulzura. En el cine de Hollywood jamás encontraría una conversación completa filmada desde atrás de la cabeza de dos personas, de veinte minutos. Tuve que aceptar eso, fue lindo, me entusiasmó. Lo acepté, pero en Hollywood no se ve eso. Yo pensaba: da la vuelta, quiero ver sus ojos, tenía que usar mi imaginación, ella fue requerida para entender lo que veía, yo tuve un trabajo que hacer... en América se reirían.

–¿Este tipo de películas pueden influir en su idea de dirigir?

–Tal vez, podría... no sé de qué manera, pero tal vez.

–En su larga carrera ha trabajado con directores independientes, y con grandes estudios. ¿Por qué quiere dirigir? ¿Qué pasó en su vida?

–Encontré un guión en el que quiero trabajar. (N. de la R.: se refiere a una adaptación de Erasure, la novela de Percival Everett, cuyos derechos compró con el actor y pareja Courtney B. Vance). Tuve otras ofertas antes, pero no había encontrado un guión como éste. No es una tarea fácil, uno tiene que responder preguntas y pedidos de todo el mundo. Quiero ejercitar la dirección. Amo actuar, pero quiero trabajar en la historia, quiero hacer algo en lo que pueda pasar mi tiempo e invertir mi pasión, mi cabeza y mi espíritu, porque pienso en eso todo el día.

–¿Qué hizo en Buenos Aires, además de ver películas, claro?

–Caminé un poco, conocí el cementerio de la Recoleta, vi a los artistas callejeros... algunas personas me reconocían en la calle.

–¿Y cómo se siente con eso?

–Generalmente, la gente es simpática. Nadie me tiró tomates hasta ahora. Tuve un impacto positivo en el público. Soy de un lugar donde la gente era o no era basada en su color de piel. Y yo hice películas honorables. Tanto en las películas como en la vida real, siempre pienso que uno tiene que levantarse y luchar. Cuando uno está caído, tiene que pelear por su pasión, por su integridad, por su inteligencia, pelear por el amor.

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Bassett, recordada por sus papeles en Malcolm X y Días extraños, entre otros films y series televisivas.
Imagen: Bernardino Avila
 
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