CINE › LOS ESTUDIOS USAN LOS SPINOFFS PARA EXPRIMIR AL MAXIMO SUS FRANQUICIAS
Para sacar el máximo provecho de sus productos instalados, el cine y la televisión recurren a aumentar la oferta no sólo con secuelas y precuelas sino también con “derivados” del original, como X-Men Orígenes: Wolverine o Get Him to the Greek.
› Por Leigh Singer *
El invierno pasado, el público de cine finalmente vio cómo Hugh Jackman había obtenido sus garras de adamantium en X-Men Orígenes: Wolverine, que exhibía al personaje más popular del grupo de superhéroes mutantes de Marvel. Ahora mismo, en Get Him to the Greek, Russell Brand está repitiendo a Aldous Snow, su rockero británico de mala reputación, hasta aquí un acto de apertura en Forgetting Sarah Marshall y ahora el número principal. La serie de Shrek ha terminado su curso pero Antonio Banderas sigue firme en que una salida en solitario para el Gato con botas todavía tiene posibilidades. Mientras tanto, cualquiera que haya sido testigo de los recientes MTV Awards habrá visto a Tom Cruise moviendo su gran culo en el disfraz de su desagradable y cabezadura ejecutivo cinematográfico hiphopero Les Grossman, su personaje en Una guerra de película: un test inteligentemente calculado para la recientemente anunciada Untitled Les Grossman Project. Sí, Wolverine es efectivamente una precuela y Get Him to the Greek es una especie de secuela. El film sobre Grossman podría ir en cualquiera de esas direcciones. Pero son todos ejemplos del spinoff o derivado, la última apuesta de Hollywood para trabajar todos los ángulos posibles de potenciales franquicias.
Los spinoffs no son nuevos. ¿Qué es la obra maestra de Mark Twain Las aventuras de Huckleberry Finn sino un afluente que usa un personaje de Las aventuras de Tow Sawyer? El villano Harry Lime de Orson Welles, a quien matan al final de El tercer hombre (1949), demostró ser tan popular que fue resucitado en un programa radial de comienzos de los ’50, Las vidas de Harry Lime, basado en las primeras aventuras de Lime y con la voz de Welles. Los programas de televisión han jugado el mismo juego, con tasas de éxito variables. Por cada Frasier, el premiado spinoff de Cheers, hay un Joey, la desafortunada extensión de Friends. Aunque un hit puede rendir múltiples retornos, como evidenciaron Los días felices (Laverne y Shirley, Mork y Mindy) y Doctor Who (Torchwood, The Sarah Jane Adventures).
Tradicionalmente, con las películas es diferente. Mientras que secuelas, precuelas y reboots (Batman inicia, Star Trek) han sido el método de continuación elegido, recientemente los spinoff parecen haber tejido una ingeniosa red de nuevos filamentos. Los Estudios Marvel van a unir a sus superhéroes de películas –Iron Man, El Increíble Hulk, el próximo en aparecer Thor y el Capitán América– en un siguiente esfuerzo de equipo, The Avengers. La franquicia X-Men del estudio, a pesar de la nefasta Wolverine, está intentando algo similar, mientras que el imperio La guerra de las galaxias de George Lucas tiene más retoños que los que uno puede cortar con un sable láser.
Dadas las historias anteriores y grupos de fans intrínsecos de las franquicias de ciencia-ficción y de superhéroes, esas separatas son comprensibles. Sin embargo, a pesar de los retoquecitos, los spinoffs a menudo parecen cosidos con retazos, con el monstruo de Frankenstein. Tommy Lee Jones ganó un Oscar por su actuación como el teniente Gerard en El fugitivo, que perseguía obstinadamente a Harrison Ford. Pero cuando recuperó al personaje para Los federales, no fue Ford sino el público el que huyó. La película de ciencia-ficción Pitch Black mantuvo al antihéroe Riddick de Vin Diesel sumido en las sombras, pero la chillona La batalla de Riddick lo dejó al desnudo, con aspecto de tonto. “Creo que los spinoffs pueden funcionar, pero hay un balance muy delicado”, dice el director británico Tom Harper, quien actualmente está trabajando en This Is England ’86, un derivado televisivo en cuatro episodios de la película aclamada y largamente autobiográfica de Shane Meadows. “Muy a menudo se hacen porque los productores quieren ganar dinero fácil con el éxito de la premisa inicial y no es posible hacer nada más porque los actores se fueron o no se puede continuar de la forma actual.”
La evidencia es condenatoria. Los estudios, ¿sintieron realmente que el público se moría de ganas de una continuación del Todopoderoso de Jim Carrey como para promover a Steve Carell de un pequeño rol como desventurado meteorólogo a un protagónico en El regreso del Todopoderoso? ¿O fue Carell, por entonces una estrella en ascenso, simplemente un reemplazo más barato para Carrey, que cobra 25 millones? De modo similar, los recientes mashups de terror como Alien vs. Predator no podían reclutar estrellas como Arnold Schwarzenegger o Sigourney Weaver, ni directores como Ridley Scott o James Cameron, lo cual diluía su potencia respecto de las originales. Harper sostiene que This Is England ’86 tiene motivaciones más fuertes y cita como prueba el compromiso de Meadows y el retorno del elenco. “Simplemente tiene que ver con Shane diciendo ‘Esto es un negocio sin terminar y todavía hay otras historias que me desespera contar. Así que en lugar de irme y hacer mi próxima película, no puedo sacar mi cabeza de este mundo y ésta es la historia que quiero contar’”, narra Harper. “Este elenco y esta familia que construyó a su alrededor son importantes y eso se nota. Así que con suerte esto hará que salga bien.”
Este factor distintivo es la creación de un mundo en el que puedan invertir tanto el creador como el público, donde los personajes puedan coexistir y que haya una validación mayor para volver a sus historias. Las referencias cruzadas de personajes en Perros de la calle, Escape salvaje y Tiempos violentos justifican que Quentin Tarantino revisite sus creaciones. Por supuesto, George Lucas o Marvel podrían usar los mismos argumentos para sus continuas exploraciones o explotaciones de sus mundos de ficción: queda en el público decidir si son recursos de reciclaje ahorrativo en tiempos de austeridad económica, o secar a la vaca lechera. Pero cuando Harper habla de “negocio sin terminar”, es claro que se refiere a “emocionalmente”. En demasiados spinoffs y secuelas, la palabra negocio usada en el sentido financiero es la que hace que los proyectos retornen una y otra vez.
* The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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