CINE › RAUL PERRONE HABLA DEL FESTIVAL DE CINE HECHO CON CAMARA DE FOTOS
El director de Graciadió es el fundador del encuentro, que se realiza en el Centro Cultural Ricardo Rojas hasta el domingo.
› Por Ezequiel Boetti
Como el ferrocarril Sarmiento, Raúl Perrone viaja de Ituzaingó a Once. El prolífico director, uno de los máximos exponentes del cine independiente nacional, cultor del rodaje como experiencia casera y artesanal, es el presidente y fundador del Primer Festival de Cine Hecho con Cámara de Fotos, que se desarrolla desde el miércoles y hasta el domingo con entrada gratuita en la sala Batato Barea del Centro Cultural Rojas (CCR). “La idea surgió en 2007, cuando hice La Navidad de Ofelia y Galván con una cámara de fotos”, rememora el realizador. Aquel film se rodó en sólo un par de días y lo protagonizaron sus octogenarios suegros. “Lo hice fundamentalmente por las ganas de usar un aparato muy pequeño que podía poner donde quisiera e igual pasaba inadvertido. Me di cuenta de que podía funcionar cuando noté que el video no se pixelaba en pantalla. Fue una experiencia muy alucinante”, asegura.
Los dos meses de exhibición del film en el CCR y el seminario “Hacer cine con una cámara de fotos”, que dictó en paralelo a las proyecciones, le permitieron vislumbrar un resquicio aún inexplorado. “Le propuse a Sergio Wolf (por entonces programador de la institución) hacer un festival. A él le interesó, pero justo se fue al Bafici. Cuando llegó Raúl Manrupe retomó la idea y lo pusimos en práctica”, recapitula. Ese proyecto germinó en un flamante festival que comenzó el miércoles pasado y para el que se presentaron más de 120 trabajos, de los que se seleccionó una tercera parte (ver recuadro). “Trabajamos como en cualquier festival, eligiendo lo que más nos gustaba e interesaba”, indica el director de Graciadió y presidente del jurado integrado por Christian Aguirre, Gustavo Laskier, David Seiras y el propio Manrupe. “Estas cámaras posibilitan que la gente pueda salir y hacer. En el hacer está la cosa; está el equivocarse y el aprender. Hoy en día los jóvenes tienen la posibilidad que antes no teníamos, que es la de hacer algo y mostrarlo”, reflexiona Perrone, quien divide su tiempo entre la dirección y la docencia, siempre en su querido Ituzaingó. Allí, en la localidad donde produjo casi la totalidad de su filmografía, el realizador de Bonus Track da clases gratuitas de dirección, guión y actuación a más de 120 personas. “Muchas de ellas hoy están presentado sus primeros proyectos”, se enorgullece.
–Hace más de diez años decía que no eran “importantes los formatos, sino contar una historia”. ¿Sigue sosteniéndolo?
–Absolutamente. No sé si el tiempo me dio la razón, pero puso las cosas en su lugar. Cuando uno siente ganas de filmar, no importa el soporte: hay que ir y hacerlo. La tecnología ha avanzado tanto que ahora permite estas cosas. La cámara de La Navidad de Ofelia y Galván es obsoleta porque ya hay algunas que filman en HD. Decir que es de fotos es nada más un dato; es una cámara digital. Así que no sólo sostengo lo que decía, sino que sigo apostando a más.
–¿Qué es ese “más”?
–No sé exactamente, pero si mañana sale otra cosa que grabe, voy a usarla.
–Gran parte de los films del festival son experimentales. ¿Hasta dónde se extiende el límite artístico al momento de experimentar?
–No tiene límite. Me parece que es interesante que traten de tomar una cámara para contar una historia. No es necesario que sea una determinada cámara, sino que sea lo que uno sienta y le guste hacer. Está bueno usarlo en el mejor de los sentidos, se pueden hacer cosas maravillosas. Lo experimental tiene que ver con los gustos personales.
–¿Cree que la principal ventaja de las cámaras de fotos es la democratización de la posibilidad de filmar?
–Con el video también pasaba. Cualquiera que disponía de una cámara puede ir y hacer algo. El Bafici y las nuevas tecnologías están desmitificando para bien muchas cosas. Se están rompiendo prejuicios. Hoy no te limita tener una película en Beta para pasarla en un festival o tenerla editada sólo en DVD. De hecho, muchos pasan sólo DVD. En el último Bafici exhibieron muchas en HD.
–Eso también requiere una adaptación del público.
–Creo que al público le importa poco. No sé si los espectadores se dan cuenta de cómo está filmada. La gente ve una película y no le interesa cómo está hecha; eso queda para los que hacemos cine o escriben. Creo que al público común le importa que la película le llegue.
–Más allá de esa democratización, ¿en qué favorece filmar una película con una cámara de esas características?
–Me parece que el poder hacerlo ya es de por sí favorable. Si tenés ganas, es fácil. En mi época era mucho más difícil, hacer una película era algo muy lejano. Hoy podés crear y filmar una historia en tu casa, con tu cámara y editada en tu computadora. Eso es lo interesante, que se haya podido llegar a eso. Hay cada vez más festivales donde encontrás pantalla. Mucha gente hizo su película a raíz de una fiesta o porque encontró motivaciones, y hoy puede verla en una sala en el marco de un festival. A mis 20 años yo usaba Súper 8 y era muy difícil presentarlo. Hoy no sólo tenés muchas facilidades sino también posibilidades de que se vea.
–¿Cree que esta tendencia es pasajera o se asentará a lo largo del tiempo?
–No sé qué pasará. Nosotros pudimos hacerlo y ojalá que no sea la última vez. La convocatoria fue muy buena, han llegado cosas de toda la Argentina y de varios países. Si a la gente le dan ganas de hacer cosas, la motiva a filmar, bienvenido sea.
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