Sábado, 2 de octubre de 2010 | Hoy
CINE › LA PELíCULA DE PABLO TRAPERO ES LA PRECANDIDATA ARGENTINA AL OSCAR
El film protagonizado por Ricardo Darín y Martina Gusmán fue el más votado por los miembros de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina. “Es una noticia linda porque representa la opinión de mis propios colegas”, dice Trapero.
Por Oscar Ranzani
El cine argentino ya tiene su representante para competir por una plaza en la categoría Mejor Película Extranjera de la próxima edición de los premios Oscar. Carancho, de Pablo Trapero –protagonizada por Ricardo Darín y Martina Gusmán–, fue la más votada por los miembros de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina, institución que desde hace siete años se encarga de realizar el escrutinio y cuyo presidente es Juan José Campanella, director de El secreto de sus ojos, que obtuvo la estatuilla dorada en la última ceremonia de la Academia de Hollywood. Pero habrá que esperar un tiempo para saber si la película de uno de los máximos exponentes del Nuevo Cine Argentino integrará la lista de los cinco largometrajes nominados, ya que el resultado final se dará a conocer recién el 25 de enero de 2011. Y el premio se entregará el 27 de febrero en el Kodak Theatre.
“Es una noticia linda, sobre todo porque es una votación que representa la opinión de mucha gente que trabaja en la industria; es decir, de mis propios colegas”, manifestó Pablo Trapero a Página/12. “Eso le pone un valor especial”, agrega. “Cuando se estrenó, en abril, se sabía que tenía la posibilidad de ser elegida, como cualquier película estrenada desde octubre del año pasado hasta ahora. Pero nunca sabés qué puede pasar.”
De los 246 miembros que tiene la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina –entre los que hay cineastas, actores, guionistas, productores y técnicos– votaron 78; es decir, poco más del 30 por ciento, una cifra demasiado exigua para una decisión tan importante. Carancho se impuso con 20 votos. En segunda posición quedó El hombre de al lado, de la dupla Gastón Duprat-Mariano Cohn, que fue elegida por trece votos, cifra que permite interpretar la muy buena performance en la elección que tuvo la película que narra una discusión trivial entre dos vecinos que se termina yendo de las manos para ambos. La tercera posición, con diez votos, fue para Dos hermanos, de Daniel Burman, quien en 2004 y en 2006 ganó la elección de la Academia argentina con El abrazo partido y Derecho de familia, respectivamente, aunque nunca llegó a la etapa de la nominación. Y el cuarto puesto, con cuatro votos cada una, fue compartido por Tres deseos, de Marcelo Trotta y Vivián Imar, y Sin retorno, ópera prima de Miguel Cohan, que se estrenó el jueves pasado y que entró justo en la votación ya que estaban habilitados para participar 71 largometrajes nacionales estrenados entre el 1º de octubre de 2009 y el 30 de septiembre de este año.
Trapero grafica su opinión sobre el valor del Oscar de la siguiente manera: “El cine no es una actividad deportiva en la que el que corre más rápido llega antes. Una competencia deportiva se mide por rendimientos relativamente objetivos como, por ejemplo, goles. Un ace es un ace. Si el otro tenista no toca la pelota en el saque, nadie tiene dudas de que es un ace. El cine, por suerte, no es así, como tampoco es así cualquier otra actividad o expresión artística. Es más subjetivo”. Por lo tanto, para el director de Mundo grúa, el Oscar como reconocimiento “siempre tiene esa dosis de subjetividad, al igual que el premio de cualquier festival: en un festival está representada la opinión de un jurado. Y un jurado, como mucho, pueden integrarlo diez personas. Imagínese diez personas contra las miles que pueden ver una peli: es una opinión muy fragmentada”.
“Son cosas distintas”, dice Trapero sobre si es más importante la precandidatura al Oscar o que su film haya participado en el Festival de Cannes (en la sección “Una cierta mirada”). “La diferencia entre los Oscar y un festival como Cannes es que el Oscar celebra las películas estrenadas y que se han visto en el mundo durante el año. Y un festival como Cannes justamente es lo opuesto: son premières que el mundo conoce allí. Son cosas muy distintas. Y yo personalmente disfruto mucho las dos, justamente porque son diferentes.” El cineasta también señala que por la historia de lo que representa y porque la industria cinematográfica se concentra mayoritariamente en Estados Unidos, “lo que pasa en los Oscar hace que modifique a las películas y probablemente a quienes las hacen muy fuertemente”. Y lo argumenta de la siguiente manera: “El Oscar le da mucha vitalidad a la película y la pone de vuelta en la primera página. Y siempre es lindo que la historia que contiene la película siga conmoviendo a la gente”.
Además de disfrutar, porque Carancho es el segundo film argentino más visto en el año, Trapero rescata el debate que generó el film sobre los abogados que se dedican a captar “clientes” en los accidentes de tránsito con el objetivo de cobrar parte de las indemnizaciones de las aseguradoras. “Hoy la gente usa el término ‘carancho’ como si fuera de todos los días. Y es un término de la ficción. No solamente es importante que las salas estén llenas, que las críticas sean buenísimas o que la película viaje por todo el mundo, sino también que empiecen a pasar cosas más silenciosas y en otros senderos distintos a los del cine en sí mismo. En ese sentido, me da mucho orgullo ser parte de la película.”
Con respecto a si considera que la historia es lo suficientemente universal, el realizador explica que cuando empezó a investigar pensó que era algo más local. “En el proceso mismo de la investigación fuimos descubriendo que no. Es casi algo de importación. De hecho, en Estados Unidos a estos abogados los llaman ambulance chasers, cuya traducción literal es ‘corredor de ambulancias’.” Trapero admite que en todo el recorrido que hizo con la película por diversas salas de distintos países se encontró, por desgracia, con espectadores que habían vivido un caso similar. “La violencia que representa que alguien lucre con la desgracia de otro o que genera estos negocios, producto del dolor ajeno, desgraciadamente es un problema más universal de lo que hubiera pensado”, analiza el cineasta.
Si se observa el contexto difícil y de violencia en el que los personajes de Ricardo Darín y Martina Gusmán se conocen y se enamoran, no resulta difícil asegurar que Carancho, además de reflexionar sobre lo anteriormente expuesto, es también una historia de amor. “Carancho empieza como una historia de amor, está contenida en este universo que describe detalladamente y que es muy importante y muy protagonista dentro de la historia. Pero los elementos que la movilizan y que activan a los personajes, que conmueven y que hacen que la cosa siga para adelante no son las triquiñuelas del estudio de abogados sino la manera en que Luján (Gusmán) y Sosa (Darín) se acercan, se alejan, se desean o se buscan. Eso hace que la película avance”, concluye Trapero.
La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina todavía tiene que decidir cuál será la película que representará al cine nacional en la ceremonia del Goya, en la Academia española.
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