Sáb 04.12.2010
espectaculos

CINE › UN FILM COLECTIVO MEXICANO EN LA APERTURA DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE LA HABANA

“Revolución” dentro de la revolución

Carlos Reygadas, Fernando Eimbcke y Gael García Bernal (ahora detrás de la cámara) son algunos de los directores de una película que plantea una reflexión acerca del concepto de revolución. El jazz cubano también dijo presente en la fiesta.

› Por Oscar Ranzani

Desde La Habana

Por estos días, el calor caribeño dio una tregua en el invierno cubano y, aunque parezca mentira, es necesario andar por las calles de La Habana con un pulóver. Sin embargo, la frescura del ambiente contrastó notoriamente con la calidez del público habanero que, como todos los años, colmó las instalaciones del Cine Teatro Karl Marx –con capacidad para tres mil espectadores– en la inauguración del 32º Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Desde temprano, los invitados a la ceremonia de apertura del certamen –que tiene programadas 515 películas de numerosos países del continente– fueron poblando el cine más grande de Cuba para reafirmar que la identidad latinoamericana también se defiende formando parte de los acontecimientos culturales que la cimientan. Fue una verdadera fiesta la que se vivió en el Karl Marx. Y no faltó la música: el pianista Emán López-Nussa, acompañado por el bajista Yandy Martínez y el batero Enrique Plá desataron una fiesta aparte con interpretaciones de jazz cubano. Y cuando seis bailadores veteranos subieron al escenario a danzar las melodías del trío, la platea rompió sus manos aplaudiendo a los abuelos, quienes transmitieron ese calor que le está faltando a la ciudad por estos días.

Posteriormente, el presidente del festival, Alfredo Guevara, brindó el discurso de apertura del festival. “Qué alegría pensar y sentir que el 32º Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano tiene lugar en un marco de intensa vida espiritual y política de nuestra sociedad. Cuando todo el pueblo en democracia ateniense discute su propio destino, se hace escuchar, propone y analiza, y hasta descubre nuevos problemas, y ojalá que soluciones. Serán así dos festivales: el del cine y el de la experiencia salvadora. La desestatización y el control del futuro contienen el germen de la sociedad renovada y para nosotros, socialistas, el de un socialismo renacentista”, sostuvo Guevara en el tramo final de un discurso cargado de tono político, en el que defendió los logros de la Revolución, pero en el que también mencionó los desafíos de cara al futuro en la Cuba del siglo XXI.

Una vez concluida la ceremonia, llegó, entonces sí, la hora del cine. Y la película de apertura fue el film colectivo Revolución, que hasta el momento sólo tuvo una presentación especial en el Festival de Berlín 2010 y se estrenó en México el 20 de noviembre pasado, cien años después de que el pueblo de ese país se rebelara a la dictadura de Porfirio Díaz para pelear por la democracia, la libertad y la justicia. El productor ejecutivo del film, Geminiano Pineda, presente en la sala, sostuvo que el proyecto nació hace dos años, para el cual se convocó a diez directores con la idea de que contaran “historias de diez minutos cada una, con una reflexión de lo que es revolución como concepto, a partir de los festejos del centenario de la Revolución Mexicana y de la independencia”. En su mayoría, los diez cortos –ninguno de ellos documental– no establecen un recorrido histórico, sino que el concepto de revolución –en varias ocasiones, implícito– va de la metafórica a la espiritual, moral y social, pasando por otros estados y significaciones del término. Si bien son puntos de vista personales e independientes, no es lo mismo verlos por separado que en conjunto. De los diez realizadores, ocho son mexicanos y todos contaron con el mismo presupuesto.

Revolución arranca con el corto La bienvenida, de Fernando Eimbcke (director de Temporada de patos). Filmado en San Felipe de Otlaltepec, este corto teñido de un humor absurdo relata la espera de todo un pueblo a un invitado importante que nunca llega. Pareciera que la reflexión que busca establecer Eimbcke es una metáfora de la sociedad respecto de quién o a qué se espera: ¿a un acontecimiento trascendental? Y en ese sentido, ¿cómo reacciona el pueblo ante la inminencia de algo que no llega? Otro corto que tiene humor, aunque un poco más negro, es Lindo y querido, de Patricia Riggen: trata sobre Don Feliciano, un anciano mexicano que, luego de vivir durante décadas en Estados Unidos, muere, y su hija y su tía tienen la misión de cumplir con su último objetivo, que es descansar en su tierra. Lindo y querido reflexiona sobre el significado de la migración obligada a la que se enfrentan muchos mexicanos que tienen que buscar un mejor destino en otro país y que, a pesar de ello, desean regresar a su tierra, aun sin vida.

El actor Gael García Bernal se calzó la cámara para dirigir Lucio, un corto que establece una mirada sobre el mundo infantil y su rebeldía con los símbolos patrios. Lucio es un niño que, junto a sus amigos, juega a bailar y repetir las canciones de las fechas patrias que se pasan en los actos oficiales. Hasta que al pueblo donde vive Lucio llega su primo, con otras costumbres y tradiciones. Y, entonces, se puede ver cómo a veces aquello que las instituciones (desde la familia al colegio) imponen generan consecuencias contrarias en quienes necesitan formarse.

Uno de los directores más talentosos que ha dado el cine mexicano contemporáneo es Carlos Reygadas, cuyos tres largometrajes –Japón, Batalla en el cielo, y Luz silenciosa– participaron en distintas ediciones del Festival de Cannes y le han dado al cine de su país una mayor proyección internacional. En La Habana se vio su corto Este es mi reino, en el que el término “revolución” se desprende de lo que se genera en una celebración entre personas de diferentes nacionalidades y clases sociales. Todo sucede en un día de campo, donde no faltan la bebida, la comida y, por supuesto, tampoco la música. Ese día se celebra algo que no se sabe bien de qué se trata, pero que desata una euforia desmedida en los participantes que terminarán generando un microclima de caos y desorden. Y en cierto sentido, una especie de revolución pequeña pero intensa en un “aquí y ahora”.

Mariana Chenillo, directora de Cinco días sin Nora, realizó La tienda de raya, un corto que reflexiona sobre el aprovechamiento de los ricos frente a la clase trabajadora, ya que refiere a una historia en la que los patrones les pagan a sus empleados con vales que sólo pueden canjear en sus propios comercios, una situación que supuestamente la Revolución Mexicana había eliminado pero que, sin embargo, permanece en la actualidad. Luego de haber realizado su primer largo, Abel, Diego Luna –también productor de este proyecto– es el mentor de Pacífico, un corto donde el concepto de revolución se genera en el mundo interior de un hombre, padre de un niño pequeño, que decide abandonar a su familia tras enterarse de que su mujer lo ha engañado, y se hunde en su propio mundo. Rodrigo Plá dirigió el corto, si se quiere, más político: 30/30. La historia tiene como protagonista a Francisco López Villa, un anciano que es el nieto de Pancho Villa, figura trascendente de la Revolución Mexicana. En distintas presentaciones y actos públicos, el nieto se verá sometido al aprovechamiento político de un gobernador que busca sacar rédito con su presencia en las conmemoraciones del 20 de noviembre y de esa manera hacer propaganda de sus actos de gobierno.

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