Vie 10.12.2010
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CINE › SURVEILLANCE, DE JENNIFER LYNCH

Un policial retorcido

› Por Horacio Bernades

7

SURVEILLANCE

EE.UU./Alemania/Canadá, 2008.

Dirección: Jennifer Chambers Lynch.
Guión: J. Chambers Lynch y Kent Harper.
Intérpretes: Julia Ormond, Bill Pullman, Pell James, Ryan Simpkins, French Stewart, Michael Ironside y Kent Harper.
Estreno: en proyección DVD, en los cines Arteplex (Centro, Belgrano y Villa del Parque).

Si en los films de David Lynch el mal muestra su cara más perversa, qué decir de la película más reciente de su hija Jennifer. Recuérdese: Jennifer Chambers Lynch debutó en los ’90, a los 25 años, con Boxing Helena, donde un cirujano guardaba en una caja a su amada. O más precisamente su torso. La película no fue muy bien recibida, Jennifer desapareció de la faz del cine, se refugió durante más de una década en toda clase de excesos y tres lustros más tarde volvió a filmar. Ganadora del premio mayor en la edición 2008 del Festival de Cine Fantástico de Sitges, Surveillance muestra a Mrs. Lynch con la imaginación tanto o más retorcida que la vez anterior. Con la diferencia de que ahora lo cuenta mejor.

Coescrita junto a Kent Harper (que además hace un papel de lo más desagradable), Surveillance utiliza todos los tópicos del policial de parejas asesinas. Pero torciéndolos, deformándolos, poniéndolos en los lugares cambiados. Como en una versión desértica de Twin Peaks, tras una serie de crímenes horrendos el FBI manda a dos de sus agentes (la reaparecida Julia Ormond y el gran Bill Pullman) a un pueblito perdido. De allí en más todas son paráfrasis desviadas de cosas vistas antes. La rivalidad entre la policía del lugar (que tiene de jefe a Michael Ironside) y el hombre y la mujer de negro, la eficacia profesional de éstos, el carácter jurásico de los locales (los miembros de la repartición son abusadores, misóginos y reaccionarios), la empleada administrativa que se comporta como una madre (hasta el punto de horrorizarse con los crímenes, como una señora de su casa), el interrogatorio a testigos y sobrevivientes para develar quién mató a quién y por qué.

Los interrogatorios son tres. Uno se lo hace el jefe de policía a uno de sus hombres, cuyo compañero fue masacrado en la ruta. El otro es a una nena cuyos padres corrieron igual destino y, finalmente, una junkie, a cuya pareja no le fue mucho mejor. Como en una Rashomon de versiones no necesariamente contrapuestas, esos tres testimonios arman lo que sucedió ese día en la ruta, en medio de la nada texana y al rayo del sol. Todo es deformación, perversión, exceso e inversión. Ante la muerte de su dealer, la pareja de junkies se lleva la farmacia entera que el tipo tenía en la casa. Y se la toman toda. La nena odia a su padre postizo, que lleva a la familia de weekend. Pero sobre todo, la pareja de policías interpretada por Harper y French Stewart (de 3rd. Rock from the Sun) es la más sádica, enferma y criminal que se haya visto en cine de Sed de mal para acá. Al menos hasta que aparece otra pareja, la clase de asesinos que cuanto más matan más gozan. Llevado esto al terreno sexual, incluso.

Rozando la banalidad cuando se inclina a la sátira (algo que ya le había sucedido a papá David en Corazón salvaje), Mrs. Lynch anota varios puntos cuando se entrega a otro fuerte de su progenitor: una idea del mundo como infierno pesadillesco y maligno. La diferencia es, en tal caso, que lo que en David es mal viaje cerebral, en Jennifer es más físico y brutal. Como si el mal fuera un acantilado a pico y ella, la clavadista de fondo.

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