Lunes, 28 de febrero de 2011 | Hoy
CINE › PELEADA CEREMONIA DEL OSCAR DE LA ACADEMIA DE HOLLYWOOD
El legendario Kirk Douglas, de 94 años, se convirtió en la sorpresa de la noche cuando presentó la estatuilla a la mejor actriz secundaria y, fuera de guión, se divirtió con la platea. Previsiblemente, Toy Story 3 fue consagrado como mejor film animado.
Al cierre de esta edición, El discurso del rey no podía confirmar su condición de favorita de la edición número 83 de la ceremonia del Oscar de la Academia de Hollywood. Habiendo transcurrido dos de las cuatro horas del show, transmitido en directo desde el Kodak Theatre de Los Angeles, la premiación se repartía entre El ganador, Red social, El origen y Toy Story 3, que previsiblemente se llevó el Oscar al mejor largometraje animado. A su vez, Biútiful, del mexicano Alejandro González Iñárritu, debió resignar la estatuilla al mejor film extranjero a manos de In a Better World, de la danesa Susanne Bier. Solamente el veterano David Seidler había conseguido el Oscar al mejor guión original por El discurso del rey.
La ceremonia había comenzado puntualmente a las 22.30 (hora argentina) con los anfitriones James Franco y Anne Hathaway mezclándose entre fragmentos de las diez candidatas a la mejor película, como si se hubieran “implantado” en sueños dentro de otros sueños, a la manera de El origen. En el gag, prestaron su participación especial Alec Baldwin y Morgan Freeman, pero la gran sorpresa de la noche fue cuando el legendario Kirk Douglas apareció en el escenario para presentar el Oscar a la mejor actriz secundaria.
A los 94 años, ayudado por un bastón y con voz temblorosa, Douglas –aplaudido de pie por toda la platea, donde se pudo distinguir a Francis Ford Coppola– sin embargo demostró su sentido del humor e incluso le hizo honor a su fama de seductor empedernido. No se ahorró piropos para Anne Hathway –“¡Es bellísima! ¿Dónde estaba cuando yo hacía películas?”– y también tuvo palabras dulces para las candidatas, mientras crecía el suspenso y el sobre con el nombre de la ganadora seguía sin abrirse. “Ustedes se ríen, pero éste es un momento serio. Miren, Colin Firth no se ríe... es británico”, chanceó. Y siguió: “Yo sé muy bien lo que se siente: tres veces fui candidato y las tres veces perdí”, recordó. Finalmente, llegó el momento y se dignó a romper el lacre, que escondía el nombre de Melissa Leo, la estupenda actriz de El ganador, que se roba todas y cada una de las escenas en las que aparece. Ella también se animó a participar del juego de Douglas y lo quiso a su lado durante el discurso de agradecimiento, a pesar de que los asistentes de la ceremonia intentaban sacarlo de cámara.
El Oscar al mejor actor secundario, a su vez, fue para Christian Bale, también por su labor en El ganador, la película que marcó el resurgimiento del director David O.Russell. “¿Qué hago yo en esta sala con tanta gente talentosa?”, dijo Bale, con falsa modestia, después de que Reese Witherspoon le entregara la estatuilla. Con una profusa barba que lo podía confundir con un mormón, Bale se dio el gusto de conseguir su primer Oscar, en una terna en la que era favorito, después de haberse llevado el Golden Globe y el premio del Screen Actor’s Guild, lo que dejaba con muy pocas chances a su inmediato competidor, Geoffrey Rush.
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