CINE › JOHN CARPENTER HABLA DE ATRAPADA, CON LA QUE REGRESA A LAS PANTALLAS DESPUéS DE DIEZ AñOS
El nuevo trabajo del director de Noche de brujas y El enigma de otro mundo es, según él mismo, “una pequeña película claustrofóbica, llena de pasillos oscuros”, que le “venía servida”. “Me llevó diez minutos retomar el ritmo de trabajo”, asegura.
› Por Alan Collino
Diez años pasó John Carpenter sin filmar. Sin filmar películas para cine, al menos. La última había sido Fantasmas de Marte, que en muchos países ni siquiera llegó a las salas (N. de la R.: en Argentina fue directo a video) y en Estados Unidos fue un fracaso importante. Un lustro estuvo parado el realizador de películas capitales del género (pensar en Noche de brujas, El enigma de otro mundo, Príncipe de las tinieblas, En la boca del miedo), hasta que a mediados de la década pasada su amigo y colega Mick Garris, productor de la serie televisiva Masters of Horror, lo convocó para filmar un par de unitarios. Al menos uno de ellos (la desaforada Cigarette Burns, 2005) probaba de modo irrefutable que el cineasta cuyo solo nombre hacía aullar a los fans dos o tres décadas atrás no estaba muerto, ni mucho menos. Ahora, Carpenter vuelve al cine con The Ward, que transcurre –como el comienzo de Noche de brujas, como el final de En la boca del miedo– en un asilo para enfermos mentales. Con el título Atrapada, The Ward se estrenará hoy en la Argentina.
Producción de bajo presupuesto presentada en septiembre del año pasado en el Festival de Toronto, The Ward salió, en Estados Unidos, primero para el mercado del video on demand y recién unos meses más tarde se estrenó en salas. La protagonista de Atrapada –que transcurre en los ’60– es llevada a un psiquiátrico tras provocar un incendio, sin saberse hasta el final por qué lo hizo. Mientras algunas de las otras internas desaparecen de a una, la chica comenzará a ser acosada por un fantasma, cuya identidad encierra el secreto mayor de la película. La protagonista de Atrapada es Amber Heard, chica sexy en la reciente Infierno al volante, mientras que el papel de director del internado lo hace el británico Jared Harris, hijo del legendario Richard, cuya dilatada foja de servicios incluye El último de los mohicanos, Dead Man, de Jim Jarmusch, Cigarros y, más recientemente, la serie Mad Men.
En la entrevista que sigue, un distendido John Carpenter explica los motivos de su larga ausencia, ensalza su primera experiencia al frente de un elenco casi íntegramente femenino, admite su carácter indolente, defiende el cine de bajo presupuesto, da su punto de vista sobre el estado del cine de terror, brinda la fórmula para vivir sin trabajar y adelanta su próximo proyecto, al que define como “western gótico”.
–¿Qué le pasó que de pronto dejó de filmar?
–Después de terminar Fantasmas de Marte, hace diez años, me sentí quemado, agotado, y me pareció que era momento de parar.
–¿Qué cree que lo llevó a esa situación?
–El trabajo de filmar películas. Se trabaja muy a presión. Durante veinticinco años no sólo filmé, una detrás de otra, como veinte películas (incluyo las que hice para televisión), sino que en muchos casos escribí los guiones y hasta compuse la música. Terminás abandonando todo para poder hacer esto. Tu vida privada, tu familia, cosas que te gusta hacer. No hacés otra cosa que filmar, filmar y filmar. Hasta que llega un punto en que comprendés que tenés que parar.
–¿Que no le haya ido bien a Fantasmas de Marte ayudó al parate?
–Desde ya.
–¿Y qué otras cosas le gusta hacer, además de filmar?
–Me encanta ver los partidos de básquet y me encanta no hacer nada (risas). Soy un tipo muy, muy fiaca. Pasé los últimos diez años no haciendo otra cosa que no fuera tirarme a ver básquet por televisión.
–¿Qué lo hizo levantarse del sillón?
–Me levanté unos años atrás, cuando mi amigo Mick Garris me ofreció filmar un par de unitarios para la serie Masters of Horror. Después me volví a sentar, hasta ahora.
–¿Qué fue lo que le interesó del guión de Atrapada?
–Sobre todo, que estuviera casi enteramente protagonizada por mujeres. Había trabajado con elencos íntegramente masculinos, como en El enigma de otro mundo, pero nunca femeninos. Me pareció un lindo desafío. Por otra parte, que se tratara de una pequeña película claustrofóbica, llena de pasillos oscuros, me pareció algo perfecto para mí. Como que me venía servido.
–¿Qué pensó en todo este tiempo de inactividad? ¿Que lo del cine ya “había sido” para usted o que algún día iba a volver?
–Pensaba que algún día volvería, siempre y cuando encontrara algo que me interesara. Al principio es duro, es como cuando te separás de la chica a la que amás. Después te vas armando una nueva vida, y si tenés suerte en una de esas podés empezar otra vez de cero con ella.
–¿Cómo vivió el regreso?
–Con mucha felicidad. Es algo que siempre me encantó hacer, así que poder hacerlo de nuevo me hizo muy feliz.
–¿Siente que redescubrió cosas del oficio?
–El trabajo con los actores, creo. En mis comienzos, ése era mi punto débil, no era muy bueno en eso. No sabía qué decirles. Me daban miedo, me sentía intimidado. Sobre todo los que tenían más experiencia en el oficio o los actores a los que yo veía en mi adolescencia y después me tocó dirigir. No sé, Donald Pleasence, Lee Van Cliff en Fuga de Nueva York, Peter Fonda o Cliff Robertson en Fuga de Los Angeles. Pensaba: “¿Qué puedo decirle a este tipo que haga si me lleva veinte o treinta años de ventaja en el trabajo?”. Ahora me siento más tranquilo. Al menos con los actores que no son estrellas, que es con los que suelo trabajar. Las estrellas son difíciles. Puede llegar a ponerse muy complicado lograr que hagan lo que vos querés que hagan y no lo que quieren ellos.
–¿Le costó retomar el ritmo de trabajo?
–Me llevó unos diez minutos. Una vez que el primer ensayo funciona, ya sabés que todo lo demás va a funcionar. Lo peor del cine es eso de empezar a trabajar a las 7 de la mañana. Eso sí que es bravo...
–Con Atrapada volvió al cine de bajo presupuesto, como en sus comienzos.
–Teníamos tan poca plata que casi no había ya no digo para los efectos especiales, sino ni siquiera para el maquillaje. De todos modos, una película no es tanto cuestión de presupuesto como de contar una historia, así que la falta de plata no representó un impedimento tan grande para mí.
–Da la impresión de que filmar con poca plata no le disgusta, ¿no?
–Hay más restricciones, menos posibilidades de hacer cosas, pero la ventaja es que va todo más rápido. Además, te obliga a ingeniártelas, a ser económico. No sólo en sentido monetario, sino expresivo, lo cual suele no ser malo. En este caso, me veía obligado a plantearme todo el tiempo cómo ser efectivo y a la vez elegante, filmando toda la película en unos pocos decorados.
–Podría definirse a Atrapada como una de terror psicológico, pero con sustos.
–De hecho, Amber objetó algunos de esos sustos. No estaba muy convencida, le parecían demasiado. Le expliqué que se trataba de instrumentos que permitían hacer avanzar la historia. Creo que finalmente lo entendió.
–¿Cómo ve el panorama actual del cine de terror?
–Se hacen muchas películas, pero sólo unas pocas son buenas. Un montón son una verdadera mierda. Pero esto no es nuevo, siempre fue así. Lo que noto ahora es mucha derivación, da la sensación de que todas las películas derivan de otras. Te parece haber visto todo antes. Y lo peor es que es así, no es sólo una sensación.
–Ya se hicieron remakes de varias de sus películas: Asalto a la prisión 13, La niebla, Halloween. Ahora están filmando la remake de Sobreviven (They Live, 1988) y se prepara una precuela de El enigma de otro mundo. ¿Qué piensa de ellas?
–Lo que no me gusta nada es eso de la precuela: como no es una remake, no van a pagar derechos. Las buenas son las otras, las remakes, que pagan derechos. Con esta costumbre de la industria de volver a filmar mis viejas películas, estoy logrando lo que quise toda mi vida: hacer plata sin trabajar.
–Sin embargo, está trabajando en un nuevo proyecto, ¿no?
–¡Ah, sí!
–Se comenta que sería un western.
–Sí, es un western, pero gótico. Es sobre una familia que existió realmente en tiempos del Oeste, por 1870. Los Bender, se llamaban. Secuestraban gente, la mataban y se quedaban con sus pertenencias. Estamos escribiendo el guión. Me parece que puede quedar bueno, vamos a ver...
Traducción, selección e introducción: H. B.
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