CINE › DAVID BLAUSTEIN Y OSVALDO DAICICH HABLAN DE SU DOCUMENTAL LA COCINA
La nueva ley de medios se forjó a lo largo del tiempo y tuvo su epicentro en el Congreso de la Nación, pero sus efectos empiezan a verse en pequeñas comunidades del interior. Ese proceso es el que sigue el film, que se estrena esta semana, en cine y TV.
› Por Diego Braude
Los gobiernos de Raúl Alfonsín en 1988 y de Fernando de la Rúa en 2001 habían intentado infructuosamente producir una ley de medios superadora de la heredada de la última dictadura militar. En agosto de 2009, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner enviaba un proyecto al Congreso, que había atravesado un largo proceso de debate ciudadano. “No podíamos creer que después de la derrota con el mundo agromediático y después de la derrota electoral, el Ejecutivo se animara a mandar este proyecto de ley”, dice David Blaustein, junto a Osvaldo Daicich, responsables del documental La cocina, que se estrena este jueves en el Espacio Incaa 0 km Gaumont y que al día siguiente será transmitido a través de la Televisión Pública en el ciclo Ficciones de lo real, así como también estará disponible para descarga en el sitio web de la película (http://www.lacocinadelaley.com.ar/). La Ley 26.522, actualmente en vigencia, terminaría de ser aprobada por el Senado el 10 de octubre de 2009.
–¿Cómo se fueron estructurando el rodaje y los protagonistas?
David Blaustein: –Simbólicamente, la Coalición por una Radiodifusión Democrática (CRD, en cuyos 21 puntos se había basado el anteproyecto de ley), el 27 de agosto de 2009 –que acá en la Argentina es el Día de la Radiodifusión–, hizo una manifestación entre la Casa Rosada y el Congreso para acompañar el proyecto de ley. Fue la primera jornada de rodaje, un poco con este criterio de cine de urgencia que de-sarrollamos con Osvaldo en Porotos de soja (realizada en 2008 durante el conflicto por la resolución 125), que es “bueno, vamos a filmar”, porque la coyuntura te exige, te llama. Cuando se aprobó la ley –nosotros no lo podíamos creer– empezamos a pensar seriamente en una película. Entonces nos sentamos en el verano con mi hermano Eduardo a ver la posibilidad de un guión y empezamos a trabajar, a trabajar, a trabajar, y ahí apareció el tema de los medios en el interior.
Osvaldo Daicich: –El mundo porteño había sido la sede de la discusión política en el Congreso y la idea era ver cómo se empezaba a organizar aquel otro mundo. Hicimos un mapa del sur y un mapa del norte, organizamos el rodaje en dos etapas, y así es que está la radio La Ranchada en Córdoba, en una zona periférica que no es Córdoba capital. Se ve también el Canal 10 de Tucumán, que es un sistema mixto. Hay un diario de La Pampa, La Arena, donde también es diferente el modo de generar agendas a los diarios nacionales. Se ve una radio mapuche, a 20 kilómetros de Aluminé, ya en Neuquén. También está la realidad en Viedma, con la radio Encuentro, de Néstor Busso, un referente de la Coalición. Ese mapa comenzó a generar una sensación de alternatividad frente a lo que circulaba en los grandes medios, que se incorpora a la película mostrando cómo cubrían las noticias los diferentes canales nacionales.
–Han mencionado en varias ocasiones que es clave que la sociedad civil se apropie de la ley para que ésta funcione realmente. ¿Cómo sería esa apropiación?
D. B.: –Primero hay que garantizar la sustentabilidad de la ley. Segundo, la CRD tiene que ser el músculo para que esa sustentabilidad se garantice. Tercero, hay que acompañar todo lo hecho hasta ahora por el ex Comfer, el Afcsa, donde hoy tenés un llamado a licitación por 200 señales de Televisión Digital Abierta y 40 y pico de señales para universidades públicas nacionales, y tenés una señal para cada provincia. Eso es una democratización absoluta.
O. D.: –La respuesta a cómo se apropia el ciudadano tiene distintos niveles. En algunos casos habrá un sistema mixto entre el Estado y el privado, donde el privado va a tener también su protagonismo. Pero la posibilidad de generar canales de universidades, de sindicatos, de ONG, en todos los estamentos de la religión... es un gran avance. Hay que ver cómo se acompaña con cuadros audiovisuales y de gestión. Digamos que esta ley hay que pensarla en un tiempo largo, no es a dos, cuatro, seis años... Cambiar el mapa implica darle sostenibilidad a ese mapa, si no, es una primavera que dura poco. Donde nosotros fuimos, en el interior, varios de los técnicos no daban abasto a la producción, desde montaje, fotografía, sonido, hasta los roles actorales. Ese elemento de salir del enlatado y ponerse a producir ya tiene otra lógica.
–Durante los viajes de rodaje, al ir y volver, ¿encontraron mucha diferencia entre las provincias que visitaron y Buenos Aires, con respecto a la valoración y percepción de aplicabilidad de la ley?
O. D.: –Se tiene mucha más conciencia allá...
D. B.: –Todos los tipos que entrevistamos son partisanos de la ley, de la misma manera que lo fueron el centenar de ONG que formaron parte de la ley de Matrimonio Igualitario. El caso de La Arena, con 60 años de existencia, fundado por socialistas, opositor al gobierno provincial de La Pampa, fanáticos de la ley. Un diario que se va de Adepa (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) en su momento, que renuncia por discrepar con las políticas de Adepa. Digo: vos no tenés todos kirchneristas detrás del tema.
O. D.: –No es la “ley K”.
–¿Qué significa este nuevo set de reglas de juego para colectivos como el cooperativismo?
O. D.: –Los cooperativistas, en la vieja ley, no existían; de hecho, estaban prohibidos. Lo increíble de la ley es que genera imágenes donde había mundos subterráneos; ahora los podés ver, los podés oír, y a partir de ahí podés compartir e interactuar.
D. B.: –Hay un tema que me parece que no ha sido suficientemente reconocido. Aparte de la enorme voluntad política de Cristina en base a este trípode de democratización de los fondos públicos –a partir de la reestatización del sistema de pensiones–, que hay distribución de esos fondos a través de la Asignación Universal por Hijo y ahora democratización de los medios con esta ley, y que es la calidad técnica de la ley, pese a lo que dice en la película Patricia Bullrich. Hay una generación de gestores públicos, que yo la simbolizo en los Mariotto, los Damián Loretti, los Gustavo Bulla, donde hay un equilibrio entre el mundo académico, el compromiso político y la pasión por gestionar. Esto hace que la ley sea impecable, y que cuando llega al Congreso expresa un universo muy categórico en términos técnicos, que permite la posibilidad de articular voluntades y de corregir, en función de la negociación, lo que haya que corregir.
–Registrando los debates, ¿ya tenían conciencia de estar registrando un momento histórico?
O. D.: –Yo creo que Coco tiene el gran olfato de productor, de saber dónde está el hecho histórico que se puede generar, tanto con la 125, que fue “salgamos con las cámaras a la calle”, como en este caso... Si ves Porotos de soja, ya se hablaba de ley de medios: uno de los protagonistas callejeros decía: “Ahora se viene una disputa por la ley de medios” (...). Pudimos hacer una buena crónica, y es una crónica abierta, con distintas miradas, y con una pluralidad que necesita que la cierre cada uno de los espectadores.
D. B.: –Una película que explique un período, no una película que explique una anécdota o una coyuntura.
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