Sábado, 31 de diciembre de 2011 | Hoy
CINE › ROBIN WRIGHT, LA ACTRIZ QUE APARECE EN DOS DE LOS ESTRENOS MáS ESPERADOS EN HOLLYWOOD
Hasta hace poco era noticia más por su divorcio de Sean Penn que por sus trabajos como actriz. Ya no: en breve se la verá en La chica del dragón tatuado, versión estadounidense de Millennium, y Rampart, sobre un sonado caso de corrupción en Los Angeles.
Por James Mottram*
Robin Wright entra en la habitación: vestida con pantalones negros, blusa blanca y chaqueta, con el pelo rubio peinado al costado, exhibe un glamour sin esfuerzo y sin subrayados. En su aspecto no se aprecia ningún signo de la fase de transición que experimentó su vida en el último año. Desde que terminó su divorcio de Sean Penn en julio de 2010 –tras varias reconciliaciones y separaciones–, Wright mantuvo un deliberado bajo perfil. Mientras Penn apareció rápidamente junto a Scarlett Johansson, el romance más sonado de Wright fue con Greg Shapiro, productor de Vivir al límite, que terminó en un año. Tal como ella le dijo a un entrevistador, “creo que antes siempre estaba esperando a que las cosas sucedieran, y ahora estoy más en el estilo ‘OK, yo sé adónde voy, el que quiera embarcarse que venga conmigo’”. No puede ser fácil. La unión de Penn y Wright fue una de las relaciones más duraderas de Hollywood. Juntos desde 1990, cuando protagonizaron Estado de gracia, se casaron en 1996 y tuvieron dos hijos, Dylan Frances, de veinte años, y Hopper Jack, de 16. “En el divorcio perdí la mitad de lo que tenía, así que no puedo tomarme la libertad de no trabajar”, dijo recientemente Penn.
Más allá de eso, si el trabajo es medida de algo queda claro que Wright disfruta claramente de una nueva etapa en su vida. Este año apareció en The Conspirator, de Robert Redford; ahora, tras un cameo como ex esposa de Brad Pitt en Moneyball –aclamada por la crítica–, figura en nada menos que dos de las películas más esperadas de la temporada, La chica del dragón tatuado, de David Fincher, y Rampart, de Oren Moverman. “¡Esto es como Navidad!”, sonríe. “¡Un montón de regalos hermosos!” Adaptada del primer libro de la enormemente célebre trilogía de Stieg Larsson, la primera no necesita mayor introducción. La adaptación sueca ya fue un éxito en su país, y la remake de Fincher parece que llevará la historia de la hacker gótica bisexual Lisbeth Salander y el periodista de investigación Mikael Blomkvist a un público aún más amplio. Wright, que fue una de las primeras en ser seleccionada, interpreta a Erika Berger, la dueña de la revista Millennium, donde trabaja el periodista estrella, de quien es además amante ocasional. Interpretado en el original por Lena Endre, el rudo personaje parece ideal para Wright.
Ciertamente, la actriz hizo sus tareas: vio la versión sueca y leyó la novela. “¡Stieg Larsson sí que se tomó unos cuantos cafés!”, exclama. “Tiene tantas y tantas capas...” Acaba de ver la versión de Fincher y está llena de elogios para sus compañeros de elenco: el “afable, adaptable” Daniel Craig (quien encarna a Blomkvist) y la novel Rooney Mara, que hizo una breve aparición en Red Social, la película de Fincher sobre Facebook, antes de caer en el crucial rol de Lisbeth Salander. “Ella es una pequeña gran actriz. Va directo al estrellato.”
Reserva sus mayores elogios para Fincher, con quien al parecer se reunirá para el próximo proyecto del director, una reversión televisiva del thriller político británico House of cards. “Fincher fue muy leal al libro, pero me parece que su talento queda claro sobre todo cuando elige mostrarle a la audiencia una gran intensidad sin mayor exposición. Cuando lo ves es casi como un aria. La película sueca era un staccato: cada escena en el libro, cada personaje, te dan pequeños flashes con los que reunís toda la información. Y el aria de Fincher es... él es un maestro como cineasta por esa razón. Sabe cuándo subir el volumen y cuándo ocultarlo y dejar que tu imaginación trabaje. A menudo en la película te preguntás cosas, no tenés claro dónde esta yendo.”
Rampart no es menos intensa que La chica del dragón tatuado. Situada a fines de los ’90 en Los Angeles, pone el foco en el escándalo Rampart, en el que la unidad antimafia de la policía de Los Angeles descubrió una amplia red de corrupción: al menos tres oficiales formaban parte de la nómina de pagos del capo del hip hop Marion “Suge” Knight. “Al ser de Los Angeles, obviamente nos enteramos de eso”, dice Wright. “Estaba todo el día en las noticias. Eran los tiempos de OJ Simpson, y luego Rampart: un momento hermoso para vivir en Los Angeles, con las revueltas... Nos acostumbramos a llamarla ‘la ciudad corrupta’.” Ella no fue inmune: a mediados de los ’90 fue robada a punta de pistola en su auto en Santa Mónica, lo que provocó que junto a Penn se mudaran fuera de Los Angeles a San Anselmo, 20 kilómetros al norte de San Francisco.
Con guión de James Ellroy, la película presenta a Woody Harrelson como Dave Brown, un policía perturbado y de gatillo fácil que es atrapado en video golpeando a un desafortunado conductor que accidentalmente rozó su auto. Es un film a la medida de Harrelson, una película fiera e irreductible, nominada al Oscar. Wright es allí la abogada defensora Linda Fentress, una de las muchas mujeres en la caótica órbita de Brown. Al conocer a Harrelson desde hace 17 años, interpretar a su amante no fue fácil. “Somos como hermanos... ¡con lo que fue como incesto!”, se ríe. “Hablamos mucho de eso, ‘yo no puedo hacer escenas de amor con vos, Woody’. Y él dijo ‘Bueno, sabés, vas a tener que ser como mi hermana calentona’”, dice, imitando el socarrón tono de voz del actor. Desde que terminó Rampart, la actriz estuvo en Alemania para filmar The Congress, la nueva película de Ari Folman (Waltz with Bashir), una combinación de animación y actores. Se confiesa anglófila: su padrastro era de Cheshire, lo cual explica que en algunas respuestas se le cuele un acento británico. “Tuve que perfeccionarlo porque él me lo exigía todo el tiempo”, explica. Incluso influyó en su elección de equipo de fútbol: “Soy del Manchester United. Mi padre era habitué de la cancha, y a mí me fascinaba Eric Cantona”.
Durante sus años de modelaje, Wright hizo su experiencia en Europa, antes de volver a los Estados Unidos para empezar a actuar, primero en comerciales y luego en la telenovela diurna Santa Barbara. Luego llegaron las películas de culto (The Princess Bride), los éxitos enormes (Forrest Gump) y las olvidables (How To Kill Your Neighbour’s Dog). “Me han dicho que hice un montón de películas que fracasaron. Y yo nunca las consideré fracasos. Amé cada personaje que tuve que interpretar. Hice Juguetes (Barry Levinson, 1992) y realmente me encantó. Yo creé a esa chica, y de eso se trata, de hacerlo divertido y satisfactorio, principalmente para vos, aunque no lo sea para nadie más”. Irónicamente, en The Congress, Wright es una actriz cuya carrera se ha desvanecido luego de que los estudios usaron y abusaron de su imagen. En la realidad, en parte porque nunca dejó que los estudios hicieran eso, ella ha sobrevivido al llegar a los 40 (ahora tiene 45), que suelen ser dificultosos “cuando las opciones que te quedan disponibles, dadas tu edad y falta de botox, van desapareciendo. Decís, ‘OK, sólo me queda un par de años’, lo cual es una realidad en este deforme Hollywood”.
Aun así, Wright siente que las cosas han cambiado desde sus días como aspirante a estrella en una telenovela. “Siento casi como si estuviéramos programando al público para esto”, dice, estirando sus pómulos en una sonrisa forzada. “Y se están acostumbrando. Así que quizá el tiempo sea limitado para nosotros, si no vamos por ese camino. Los roles son diferentes. Definitivamente, están cambiando.” A sus ojos, “a una mujer madura se le ofrecerá un personaje maduro”. Lo cual quizá sirva como explicación de por qué ahora está teniendo los mejores trabajos de su vida.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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