Sáb 28.01.2012
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CINE › KEISUKE KINOSHITA Y KENJI MIZOGUCHI: DOS MAESTROS JAPONESES

Para el canon del cine nipón clásico

Justamente celebrados como dos de los mejores realizadores japoneses de todos los tiempos, Kinoshita y Mizoguchi son objeto de una retrospectiva que abre hoy la temporada 2012 de la Sala Leopoldo Lugones. Se verán copias 35mm enviadas desde Tokio.

La tragedia de Japón (1953), de Keisuke Kinoshita, uno de los puntos altos de la muestra.

“El más grande de los directores japoneses; o simplemente, uno de los más grandes directores de la historia del cine”, afirmó alguna vez Jean-Luc Godard de Kenji Mizoguchi. “Como el francés René Clair, Keisuke Kinoshita es un estilista, uno de los pocos dentro del cine japonés”, escribió el historiador Donald Richie. Ambos cineastas son el centro del ciclo Keisuke Kinoshita y Kenji Mizoguchi: dos maestros del cine japonés, que se llevará a cabo a partir de hoy y hasta el domingo 12 de febrero en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Corrientes 1530), que abre así su temporada 2012.

El ciclo –organizado por el Complejo Teatral de Buenos Aires, el Centro Cultural e Informativo de la Embajada del Japón y la Fundación Cinemateca Argentina– estará integrado por dieciséis largometrajes, todos ellos en copias nuevas en 35mm enviadas especialmente desde Tokio por The Japan Foundation, que recorren una parte de la filmografía de dos de los más relevantes realizadores japoneses del período clásico. De Mizoguchi se verán algunos de sus más grandes clásicos, además de algunos largometrajes absolutamente inéditos en la Argentina, incluido su primer film sonoro, El país natal, que abre hoy la retrospectiva. Por su parte, el cine de Kinoshita resulta totalmente desconocido en América latina, por lo que la exhibición de ocho de sus títulos –parte de una extensa y prolífica obra cinematográfica– se transformará en una verdadera oportunidad para el descubrimiento de un realizador indispensable en el canon del cine nipón clásico.

Kenji Mizoguchi (1898-1956) se inició como realizador en el período mudo, pero casi ninguno de esos films de su primera época ha sobrevivido, al punto que hoy, de toda su obra, se conservan en Japón apenas 31 de los más de ochenta títulos que se calcula llegó a dirigir entre 1921 y 1956. Si una marca de estilo de Mizoguchi fue su predilección por el plano-secuencia, por las tomas de largo aliento, que él sabía manejar con fluidez y maestría, una huella temática es su obsesión por el triste destino de sus protagonistas femeninas, mujeres de todas las condiciones sociales, sometidas a poderes siempre más fuertes que ellas y muchas veces empujadas a la prostitución. Para su colega Akira Kurosawa, se trataba de “el director japonés por quien siento más respeto, un verdadero creador”. Y en palabras del crítico Jean Douchet, un histórico de los Cahiers du Cinéma, “fue como Bach, Tiziano y Shakespeare, el más grande en su arte”.

Keisuke Kinoshita (1912-1998) comenzó su carrera como asistente de dirección del realizador Yasujirô Shimazu en los estudios Shôchiku, debutando como realizador en los represivos años de la guerra con El puerto de las flores (1943), film que forma parte de este ciclo. Con el correr de los años y las películas, en su gran mayoría realizadas para la misma empresa, se transformaría en el exponente más acabado del estilo sutilmente sentimental del estudio.

De todas formas, los intereses creativos de Kinoshita demostrarían ser increíblemente diversos, desenvolviéndose exitosamente en el terreno de la comedia, el film histórico y los relatos familiares de aliento épico. Los films de Kinoshita demuestran un marcado interés por los valores humanistas. “Cada uno de sus films es diferente de los otros, pero al mismo tiempo todos ellos están fuertemente caracterizados por su estilo, por un dedicado ejercicio del oficio de cineasta difícil de encontrar en cualquier país y muy raro en Japón”, escribió Donald Richie en su libro seminal El cine japonés: arte e industria. “Se trate de una comedia satírica o de una tragedia lírica, una película de Kinoshita es una experiencia única, tal vez por ser tan personal y profundamente sentida.”

* La agenda completa del ciclo se puede consultar en www.complejoteatral.gob.ar/cine

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