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Lunes, 27 de febrero de 2012

CINE › EL ARTISTA SE IMPUSO ANOCHE EN LA 84ª CEREMONIA DEL OSCAR

El cine mudo vuelve a hacer historia

En una competencia muy reñida con La invención de Hugo Cabret, el film que evoca al Hollywood de 1927 se terminó llevando las estatuillas a la Mejor película y al Mejor director. Jean Dujardin se impuso como Mejor actor y Meryl Streep como Mejor actriz.

En una reñidísima puja que se extendió durante toda la noche, El artista terminó imponiéndose en las categorías principales de la 84ª ceremonia del Oscar, al llevarse las estatuillas a la mejor película, mejor director y mejor actor (Michel Hazanavicius y Jean Dujardin, respectivamente). La invención de Hugo Cabret, de Martin Scorsese, consiguió cinco de las once estatuillas a las que aspiraba, pero básicamente en los rubros técnicos, mientras El artista –un film mudo, en blanco y negro, que celebra al Hollywood de 1927– se llevó, con otros cinco, la parte del león. Por su parte, Meryl Streep fue elegida mejor actriz por su encarnación de Margaret Thatcher en La dama de hierro.

La ceremonia había comenzado puntualmente a las 22.30 hora argentina, con un Kodak Theater adaptado al espíritu nostálgico de la velada, signada por la celebración de los comienzos del cine que proponen tanto El artista como La invención de Hugo Cabret. El productor Brian Grazer, que debutó en esta ceremonia con la consigna de renovar el ritual, ideó una escenografía que evocaba a las salas de otros tiempos, como las que adornaban el Hollywood Boulevard en los dorados años ’20.

Y lo primero que se vio, luego de la inauguración oficial de la noche a cargo de Morgan Freeman, fue al anfitrión de la velada, Billy Crystal, mimetizado en las imágenes de El artista. Y luego en las de otras películas candidatas: Los descendientes, donde recibía, de George Clooney, un beso en la boca, en lugar de su esposa en coma; en El juego de la fortuna ocupando la silla de Brad Pitt; en Historias cruzadas, comiendo la torta preparada con sed de revancha por la criada negra, y en La invención de Hugo Cabret, en Misión imposible y en Las aventuras de Tintín. En todas se resistía a volver a animar la fiesta de Hollywood, pero Crystal –en su novena ceremonia como anfitrión– apareció finalmente en el escenario, de cuerpo presente, y comenzó con sus dardos punzantes contra la platea, en donde no tardó en encontrar “millonarios que entregan estatuillas doradas a otros millonarios”.

Entre las primeras emociones de la noche estuvo la entrega del Oscar a la mejor actriz de reparto. Y tal como se suponía, de acuerdo a todas las encuestas previas, la negra Octavia Spencer se llevó el premio, por Historias cruzadas, dando así por tierra con las esperanzas de la argentina Bérénice Bejo, que competía en la categoría por El artista. Llorando a moco tendido, Spencer agradeció, literalmente, “a todo el mundo” y logró poner de pie a la platea.

Rápido de reflejos, Crystal retomó el control de la ceremonia alegando que le había gustado tanto la película –que describe la segregación racial en el sur de los Estados Unidos durante los años ’60– que ni bien salió del cine había querido abrazar a la primera mujer negra que pasara por la calle. “Pero como estaba en Beverly Hills tuve que manejar durante 45 minutos”, remató.

Otro momento importante fue cuando el director iraní Asghar Farhadi subió a recibir el Oscar al mejor film extranjero por Una separación, que era la favorita en su categoría. Con un discurso muy meditado, Farhadi dedicó el premio al pueblo iraní que “en momentos de tensión entre mi país y Occidente, cuando se habla de guerra y agresión entre políticos, el nombre de su país es mencionado para hablar de su gloriosa, rica y antigua cultura”.

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Billy Crystal en medio de una escenografía acorde al espíritu evocativo de la velada.
Imagen: AFP
 
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