Jue 28.06.2012
espectaculos

CINE › OPINION

Familia numerosa

› Por David Blaustein *

Durante muchos años –desde mediados de los noventa– hubo varias explicaciones para describir la fenomenal explosión del cine documental. El desarrollo de las cámaras digitales, la multiplicación de escuelas de cine, la aparición de canales especializados en el tema, junto a la nueva experiencia de mercados de desarrollos de proyectos explicaron el fenómeno en ese momento.

Hoy la situación ha mutado nuevamente y podría decirse que las políticas públicas son motor importante y central en este nuevo salto. No sólo la aparición de nuevas vías de fomento en el Incaa sino la aparición de nuevas experiencias comunicativos donde la creación del Canal Encuentro debería estar en primer lugar. Porque ha establecido un mínimo piso de calidad notable en la producción y en la temática. Pero también porque ha incorporado a la producción audiovisual decenas de universidades públicas nacionales permitiendo la federalización de los contenidos.

A esto debe agregarse la aparición de nuevos y jóvenes realizadores que a través de los nuevos contenidos digitales Incaa - Ministerio de Planificación son una gran corriente de aire fresco con miradas diversas, identidades culturales y regionales y una gama de perspectivas temáticas más que interesantes.

Los realizadores nucleados en ADN ofrecen un panorama de profesionales ya consolidados, pero que en su momento renovaron nuestro mundo documental aportando perspectivas distintas y contenidos novedosos.

En la Semana que se abrirá esta noche combinan la persistencia de Nicolás Prividera (Tierra de los padres) por el debate y la polémica con la originalidad de Sebastián Schindel en contar historia urbanas (El rascacielo latino) o una historia globalizada como la de Hernán Belón con Beirut-Buenos Aires-Beirut. Por fin alguien pudo contar la historia de Jack Fuchs (El árbol de la muralla, de Tomás Lipgot) y el peronismo nos ofrece una nueva historia a través de Eduardo Sánchez (El precio de la lealtad), entre otras.

Esta notable paleta de colores representa una generación intermedia de sólidos cineastas, en un país en el que Ulises de la Orden resiste semanalmente en el Malba con su admirable Tierra Adentro, el maestro Pino Solanas no deja de filmar, Carmen Guarini sigue activa y Tristán Bauer nos entrega una magnífica versión del Che.

Un país sin documental es una familia sin fotos, dijo Patricio Guzmán.

La nuestra es numerosa, variada, prolífica y con memoria. Por suerte.

* Cineasta.

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