CINE › PAULA DE LUQUE ASEGURA QUE FILMó SU MIRADA SOBRE EL EX PRESIDENTE, PERO QUE NO PRETENDE QUE SEA LA OFICIAL
La cineasta afirma que le resultó un compromiso “abordar la figura adorada y querida por millones de personas” y que por eso le puso una atención especial “a no herir a la familia, a no poner la cámara donde pudiera doler”.
› Por Oscar Ranzani
Cuando Jorge “Topo” Devoto y el diputado Fernando “Chino” Navarro le ofrecieron, en su carácter de productores, dirigir una película sobre Néstor Kirchner, después de que la que había realizado Israel Adrián Caetano no los convenciera, Paula de Luque se sintió muy honrada de que hubieran pensado en ella. En ese momento, la cineasta se preguntó por qué filmar una película sobre Néstor Kirchner, un político tan abordado por el periodismo televisivo, pero aclara que “sin desmerecer el lenguaje de la tele, es un medio que utiliza el trazo grueso, porque trabaja sobre la noticia, sobre el día a día”. Su largometraje, pensó en ese momento, debía tener, obviamente, lenguaje cinematográfico. Con el correr del tiempo, a la directora de El vestido y Juan y Eva se le fue aclarando el panorama respecto de cómo y por qué contar esa historia. “La peli tiene un argumento, pero yo la cuento con herramientas del documental, porque no es un documento ya que no está tratado con una cámara equidistante que solamente mira aquello que sucede. Es imposible no involucrarse. Y están mi mirada y mi postura y hay otras miradas y otras posturas, porque se trata justamente de mi propio tiempo”, confiesa la realizadora, quien también reconoce que si bien les pone “garra” a todas sus películas, en este caso fue un compromiso mayor “abordar la figura adorada y querida por millones de personas”. Y le puso una atención especial “a no herir a la familia, a no poner la cámara donde pudiera doler”. “No quise ser invasiva ni ponerme a mí por delante del personaje”, expresa De Luque.
–Este documental nació a partir de la muerte de Néstor Kirchner. ¿Buscó que se llenara de vitalidad al establecer un recorrido por su historia?
–Sí, exactamente. Busqué que no fuera un obituario, que no fuera del orden de llorar la muerte. Creo que los que lloramos la muerte de Néstor no necesitábamos que yo hiciera una película para seguir machacando con golpes bajos porque es una forma fácil de hacer llorar al público. Aparte, el cine es presente perpetuo, en el sentido de que lo que está sucediendo en la pantalla es ahora y no es mañana ni ayer. Si bien muchos testimonios que me han dado señalaban: “Ahí se sentaba”, “Ahí estaba”, yo evité la silla vacía. Evité todo lugar que él ocupaba y que ahora está vacío porque me parecía del orden del golpe bajo, no solamente para el público sino para la familia. Por eso, estoy muy agradecida de que la Presidenta haya notado mi respeto. Estoy agradecida y duermo tranquila porque se trata de su familia y con eso no se juega. Más allá de las creencias políticas, para la familia, Kirchner es una persona de su sangre. Y con eso no se juega ni se especula.
–Juan y Eva y Néstor Kirchner, ¿tienen en común que las dos abordan a los personajes históricos alejados del mito, como humanos que eran?
–Sí, creo eso. De igual modo, es tan vigente el debate sobre kirchnerismo y antikirchnerismo en este escenario político que es imposible que no se cuele. No siento que tenga la obligación de ser equidistante, independiente y neutral a tal punto de hacer un documental de observación –que ahora está de moda y que me dejaría bien parada con ciertos críticos– sobre algo tan presente, tan vigente y que ha tocado mi propia vida y la de todos mis contemporáneos. No soy neutral porque soy una directora de cine. Tengo este oficio, no soy periodista. Entiendo que el periodismo tenga que ser más objetivo porque es inherente informar, pero yo soy una directora. Y siempre hay una mirada: la única realidad es la subjetividad. Por supuesto que hice una película con mi mirada, como hice una película con mi mirada sobre el amor en El vestido, que no le influye en la vida a nadie. Entiendo que los antikirchneristas no se tienen que sentir ofendidos porque no los ataco.
–Si Juan y Eva era ante todo una historia de amor, la de Juan Perón y María Eva Duarte, antes del nacimiento del peronismo, ¿Néstor Kirchner es la historia de un militante?
–Sí, es la historia de un militante. También es la historia del amor, porque creo que Néstor entregó su vida por el amor a su propia causa. No digo que se murió por eso, que no es lo mismo. Se murió porque tenía un problema en el corazón, pobre. Pero creo que forzó su cuerpo hasta el límite y entregó todo lo que tenía a esa causa. La verdad es que no especuló. Puede haber habido errores. No soy quién para decirlo, porque hacer una película sobre Néstor no me eleva a la categoría de historiadora ni de analista política. No tengo estatura para eso. Soy una ciudadana, me dedico al cine y desde mi obra hago una película, como Fito Páez –diferenciándome de él, a quien no le llego ni a los talones– hizo una canción sobre Maradona. Humildemente, es mi versión sobre Néstor. Y no pretendo que sea la versión oficial sobre Néstor. Por eso digo que nadie me bajó línea. De igual modo, agradezco que guste.
–Antes de comenzar a filmarla, le dijo a este cronista que usted quería “que sea una película del pueblo”. Con el documental terminado, ¿cree que ese deseo puede ser una realidad?
–Lo que pasa es que el escenario cambió desde que yo empecé a hacer la película hasta ahora. En ese momento, declaré eso en el sentido del pueblo que amó a Néstor Kirchner. El pueblo somos todos. De los que amamos a Néstor y de los que no lo aman también se compone el pueblo. Y, en ese sentido, sostengo que es una película para el pueblo porque el pueblo, como el público, no es un concepto estático sino dinámico, y está compuesto por miles y miles de miradas, por suerte, diversas y subjetivas. Creo que hice una película para todos, en el sentido de que aquellos que no estén de acuerdo la pueden debatir, también.
–Es cierto que usted siempre dijo que no es una película sólo para kirchneristas. ¿Cómo imagina la recepción en general, a qué aspira y cuál es su deseo?
–Mi deseo es que la vea la mayor cantidad de gente posible, como cada vez que hago una película. Mi deseo es que a la película le vaya bien. Si dijera otra cosa, sería una mentirosa o una arrogante. Ojalá que le vaya bien. Tampoco es algo que esté en mis manos. Soy honesta conmigo misma porque hice la película que quería hacer. No hice una película especulando para quedar bien con unos y con otros. Hice la película que a mí me parece. Mi punto de vista está expuesto. Y después, también estoy acostumbrada, porque me dedico al cine, a que a algunas personas les guste y a otras no lo que uno hace. Y forma parte del juego.
–Hablar de la historia de Néstor Kirchner es también hablar de una parte de la historia del país. Tal vez por eso pueda ser vista por personas que no adhieran a sus ideas, ¿no?
–Claro, que no adhieren al kirchnerismo y, a lo mejor, personas a las que no les interesa la política. Conozco mucha gente de otras profesiones que son súper buena gente y que, por ahí, no están tan informados o que no están tan ligados a lo social, o que no tienen una postura tomada y que han venido a la avant première y les gustó mucho. Han disfrutado mucho. Y también pensando en las nuevas generaciones, porque son chicos que por ahí no saben. También me puse en los zapatos y en la mirada de un extranjero, aunque la gente de América latina conoce más. Pero, ¿quién era Néstor Kirchner? Esto lo pueden contar miles y, después, cada uno saca su conclusión. Porque libros sobre los personajes públicos hay un montón y también miles de miradas posibles. Esta es una mirada sobre Néstor. ¿Quién era Néstor? Bueno, ésta es mi mirada sobre Néstor. Por eso digo que no tiene una equidistancia del orden de lo periodístico.
–Los grandes medios se dedican sistemáticamente a atacar a los artistas que coinciden ideológicamente con este gobierno como si eso fuese inmoral. ¿Cree que puede pasar algo así en su caso o es algo que no le preocupa?
–No es que no me preocupe: me hago cargo de los costos. Todo tiene un costo en la vida; si uno es neutral, también tiene un costo. Uno es una construcción de sí mismo. Y yo me fui comprometiendo y asumo ese compromiso. El límite es la agresión personal, porque del lado del antikirchnerismo, se me cae la mandíbula de asombro al ver que no responden con argumentos políticos sino con insultos. Ahí no dan ganas de contestar porque no es una discusión. Ahora, si me insultan directamente a mí, la verdad es que me duele. ¿Qué necesidad hay de hacer doler porque no pensamos igual? No soy arrogante. Digo, si no insulto a nadie, ¿por qué me insultan en Twitter? ¿Qué necesidad hay de hacerme doler? Si aquellos que me insultan quieren hacerme doler, les digo públicamente que lo logran. A mí me duele cuando me insultan, porque yo no insulto a nadie. Simplemente digo lo que pienso en un país libre.
–Al ver tanto material sobre Néstor Kirchner para realizar la película, ¿cambió su mirada en algo, se potenciaron sus convicciones?
–Sí, se potenciaron completamente las convicciones acerca del personaje porque ratifiqué un montón de cosas. Entrevisté a mucha gente para hacer esta película, a la familia y a gente incluso cuyo testimonio después no quedó. También a su maestra de primer grado, de la que quedó un pedacito. Y los testimonios y una investigación muy grande dan cuenta de quién era Néstor antes de ser presidente. Todo me fue ratificando que Néstor gobernaba como era. Y está el tema de llevar sus convicciones al límite. Es que hay que sentir el viento del sur en el cuerpo. Viajé al sur no solamente para entrevistar gente sino para sentir ese viento en el cuerpo. Es fuertísimo. O te voltea o te hacés más fuerte.
–El paisaje es una referencia también a su lugar, porque aparece muchas veces. Y vacío, no como alguien lo transita...
–Es la subjetiva de un viaje. Por eso, alguna tomas están hechas en subjetiva de modo tal que no veamos la ausencia. Quería una película llena de vida, como era Néstor.
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