Mié 28.11.2012
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CINE › MARIANO GALPERíN Y SU NUEVA PELíCULA, DULCE DE LECHE

El amor adolescente en pantalla

› Por Oscar Ranzani

Conocido no sólo por sus películas sino también por sus videoclips (para Soda Stereo, Andrés Calamaro y Charly García, entre otros grandes), Mariano Galperín decidió explorar el universo adolescente en Dulce de leche, que se estrena mañana y que tiene un elenco compuesto por actores conocidos: Ailín Salas, Camilo Cuello Vitale, Florencia Raggi y Luis Ziembrowski, entre otros. Cuando realizó su tercer largometraje –de los siete que ya lleva concretados–, El delantal de Lili, Galperín abordó “una historia de amor adulta”. Y le pareció que sería interesante “intentar desarrollar una historia de amor más limpia, con menos entorno social, que tenga que ver más con el amor en sí mismo”, cuenta a Página/12. “Y en la adolescencia siento que está ese espacio en el cual todo es más virgen como para buscar un terreno donde el amor realmente mande en una situación”, agrega Galperín.

Dulce de leche es, entonces, una historia de amor adolescente. Luis (Vitale) llega a la casa de su madre en Ramallo para iniciar una convivencia, luego de haber pasado una etapa con su padre. Allí pasa las tardes andando en bicicleta con su amigo Pedro. El colegio es el sitio donde conoce a Ana (Salas). Y no pasa mucho tiempo hasta que ambos se enamoran. Pero todo lo lindo que tiene el comienzo de una relación de pareja –e iniciática en este caso– se ve sorprendido por las reacciones de los demás, que no ven con buenos ojos que Luis y Anita estén juntos: ni los padres de ella ni los de él. Tampoco sus amigos, que se ponen celosos. E, incluso, la directora de la escuela que sufrirá las consecuencias. Pero juntos buscarán hacerle frente a esa tempestad y poder seguir manifestando el amor que sienten.

–¿La historia muestra cómo, a veces, el mundo adulto no comprende al adolescente?

–Sí. Para mí es muy importante esa situación. Yo no quería unos adultos malos, que deseen el mal, que no les importe nada, como en la vieja educación inglesa. Quería que los padres, deseándoles el bien, igual vayan en contra de lo que ellos sienten. O sea, los chicos dicen: “Vos me deseás el bien, pero si lo que yo realmente amo y deseo vos me lo tirás para atrás, tu deseo de un bien se transforma en un mal para mí”.

–¿El choque generacional es el detonante de los conflictos?

–Sí, por un lado, el choque generacional, y por el otro, la profundidad del amor, porque el discurso de los padres es: “Estás quemando etapas, estás perdiendo momentos”. Y bueno, no es así. Si el amor te llena absolutamente, que es lo que los chicos sienten, tiene que seguir. De todas formas, hay una especie de conflicto. Un amigo me decía el otro día: “Me encantó, pero salí muy confundido porque me sentía identificado con los padres, pero también con los hijos”.

–¿Es una película generacional?

–A mí me encantaría que lo sea. Siempre la pensé como algo así. En mi generación, me gustó mucho Melody, que es del ’70. Y siempre me pegó mucho esa historia de amor pueblerina, chiquita y generacional. Y bueno, en un punto, desde la fantasía pensé qué lindo sería poder hacer algo generacional con ese tono pero en el mundo actual y moderno de hoy.

–¿Es, en definitiva, una historia de amor inocente?

–Empieza con la inocencia, pero las circunstancias los obligan a ser adultos. Ojalá que en todas las edades fuera inocente, porque la ingenuidad es hermosa, pero lo que sucede es que la realidad te golpea y te hace perder la inocencia.

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