Sábado, 11 de mayo de 2013 | Hoy
CINE › GUILLERMO GRILLO Y SU PELíCULA LA NOCHE DEL CHIHUAHUA, ESTRENADA EN INTERNET
El director de Fantasma de Buenos Aires ataca de nuevo con otra aventura fantástica de bajo presupuesto, pero esta vez lo hace con una peli de terror financiada colectivamente en Internet y pensada para ser difundida gratis online.
Por Ezequiel Boetti
Se sabe que todas las películas, incluso aquellas empecinadas en escudarse en los mecanismos de la ficción, están atravesadas por las condiciones de su tiempo. La noche del chihuahua redobla la apuesta, sumándole a esa cualidad inherentemente artística las peculiaridades de su metodología de producción, exhibición y distribución. Al fin y al cabo, el segundo largometraje de Guillermo Grillo (Fantasma de Buenos Aires) encontró en la inmensidad de Internet su principal fuente monetaria, consiguiendo 3 mil dólares a través del financiamiento colectivo, más conocido por su denominación en inglés crowdfunding. Esto es, una serie de donaciones realizadas muchas veces por cibernautas anónimos, canalizadas en este caso a través de un portal especializado en la materia. “En Estados Unidos está muy desarrollado gracias a la página Kickstarter, que acá todavía no llegó. Tanto que allá casi todas las películas independientes tienen su Kickstarter campaign. Cuando se abrió aquí el portal idea.me, yo tenía una buena red de personas a las que les había gustado Fantasma de Buenos Aires, los fui contactando y apoyaron este proyecto”, afirma Grillo. Consciente del dilema ético de cobrar por algo que él no pagó, decidió que la web sea también la plataforma de lanzamiento. Así, el film ya está disponible gratuitamente en www.lanochedelchihuahua.com/
Vista en el Festival de Mar del Plata 2012 y rodada en blanco y negro (“Quería lograr una imagen expresionista”), el film amalgama hombres lobo, vampiros, comics y comedia... dentro de un departamento. Es allí a donde recientemente se mudó Juan (Benjamín Rojas), quien planea estrenar su morada invitando a una chica que conoció en Internet. Claro que la velada devendrá en algo totalmente distinto cuando su mejor amigo se apersone, manifestándole sus temores ante una inminente conversión en hombre lobo. “Lo fantástico me gusta e interesa desde siempre, y el humor también. No sólo en las películas sino también en la vida. Uno termina agradeciendo cuando se ríe con una persona, y yo intento dejar esa sensación en la gente que ve mis películas. No sé si el humor y lo fantástico van juntos como una fórmula sino que me resulta algo natural”, asegura el cineasta.
–Si bien la película se exhibió en el Centro Cultural San Martín a fin de año, usted la concibió con la difusión en Internet en mente. ¿Por qué tomó esa decisión?
–Por varias razones. Por un lado, la tecnología actual es algo revolucionario que está al alcance de la mano: yo puedo escribir, filmar, editar y hacer un Blu-ray en mi casa, y después colgarla para que la vea todo el mundo. Es algo totalmente distinto. A partir de eso me dije: “No tengo derecho a no hacer otra película”. Por otro lado, también tuvo que ver el recorrido de Fantasma de Buenos Aires. Hoy en día, el boca en boca no existe en las salas comerciales porque el primer fin de semana determina no sólo el resto del recorrido en cines sino hasta cuántos DVD se van a editar y cuántos canales interesados en comprarla podés tener. Y ese primer fin de semana está muy atado a la publicidad. Si tenés algo de difusión, podés llegar a conseguir público. Con Internet es todo lo contrario: puro boca en boca, con la gente compartiendo aquello que le gusta. Y eso lo viví con Fantasma de Buenos Aires, que circuló muchísimo desde que está online. Además, justo en esos meses llegó la plataforma de crowdfunding a la Argentina. Entonces pensé que si el financiamiento venía de Internet, la película podía verse gratis por ahí. No me parecía muy lógico pedir plata para algo que después iba a cobrar.
–Fantasma de Buenos Aires se financió con métodos tradicionales y tuvo un estreno comercial en salas. Este, en cambio, es un proyecto autogestionado a difundirse sólo en Internet. ¿No lo siente como un retroceso en su carrera?
–La verdad que no, porque La noche del chihuahua empezó casi como una travesura y después se transformó en una película que disfruté muchísimo hacer. Filmando así conseguí una libertad para hacer cosas impensables en un contexto más industrial, como por ejemplo jornadas de seis horas, que es el tiempo justo para hacer algo y que todos la pasen bien y disfruten. Es una película mucho más chica que la anterior, pero la siento mucho más madura, acotada y amable.
–Más allá de las jornadas breves, ¿en qué medida el cambio de plataforma condicionó el proceso creativo?
–Me condicionó bastante. Si bien trato de hacer películas abiertas y que no sean herméticas al público, me tomé una libertad muy grande. Casi que no me importaba nada. Si quería poner un chiste sobre una historieta que casi nadie conoce, lo hacía. En un contexto industrial hubiera cuidado un poco más esas cosas.
–En una entrevista reconoció que el problema de los lanzamientos 2.0 es la falta de retribución económica. ¿Por dónde pasa, entonces, la retribución?
–Una de las patas de esta película era el financiamiento colectivo. Sabía que no iba a hacer ningún negocio, pero también que no iba a pagar por dirigir. Hoy por hoy se están abriendo algunos canales, pero todavía falta la cultura de acostumbrarse a pagar por algo que antes era gratis. Además, para el público no es algo de otro mundo ver en una pantalla una película sin pagar: es lo que pasa con la televisión. La única diferencia es que ahora uno elige cuándo verla. También permite ampliar para abajo el presupuesto: si antes cualquier película salía al menos quinientos mil, ahora sale a partir de quinientos.
–¿Es posible desarrollar un modelo industrial basado en el financiamiento colectivo que considere directamente a Internet como su plataforma de exhibición?
–No sé si una industria. La financiación colectiva es algo nuevo que ayuda, pero no puede ser la base de todo. No es una panacea y no podemos sacarles la lengua a los productores, diciéndoles que no los necesitamos nunca más. Si hablamos de industria, hablamos de producto, entonces necesitamos alguien que apueste plata para ganar plata.
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