Sábado, 15 de junio de 2013 | Hoy
CINE › UNA JORNADA DEDICADA AL BULLYING EN LA SEÑAL DE CABLE I.SAT
Desde las 17.45, la pantalla chica servirá como forma de concientización: de muy diversas procedencias, los tres largometrajes y dos cortos que se verán prueban que las prácticas abusivas entre los jóvenes no conocen fronteras ni diferencias sociales.
No es que sea algo nuevo. Pero desde hace un tiempo está agravado y extendido, es más violento y puede terminar muy mal. Antes se lo llamaba “patoteo”, y nadie que haya sido niño o adolescente habrá dejado de sufrirlo o infligirlo alguna vez. Desde hace unos años, y confirmando al idioma dominante como lingua franca internacional, en el mundo entero se lo llama bullying. Que tampoco es un término nuevo: bullyes hubo siempre, como cualquier viejo diccionario inglés-castellano no hace más que confirmar. Históricamente el sustantivo empezó por aplicarse a los espadachines, generalizándose más tarde a toda clase de matones, mientras que el verbo refiere a intimidar o amedrentar. La propagación de foros virtuales parece haber perfeccionado la epidemia de hostigamiento sobre los más débiles, obligando a campañas oficiales de esclarecimiento. Durante el día de hoy el canal de cable I.Sat dedica al tema la última parte de la jornada, proyectando, desde las 17.45 y hasta después de la medianoche, tres largos y dos cortos de los más diversos orígenes, refrendando que la forma de violencia grupal llamada bullying o patoteo no sabe de fronteras.
La maratón de buleo (neologismo que los chicos argentinos están empezando a usar) se inicia con Klass, film de origen estonio, cinematografía que ha cobrado desarrollo en los últimos tiempos. El film dirigido por Iilmar Raag presenta el clásico atropello de los pesaditos de la clase, en un colegio secundario de esa ex república soviética del Báltico, a un chico débil de carácter. Atropello creciente, en la medida en que el chico no hace nada para defenderse. Testigo de su falta de respuesta, un compañero intenta ponerse de su lado, lo cual lo convertirá en una segunda oveja negra. Dividida en capítulos que suelen mimetizarse, en su introducción, con la estética “joven” (videoclip, música tecno), este film que puso en el tablero el nombre de su director se vuelve inquietante en sus detalles: el modo en que, para no sufrir la exclusión, todo el grupo se acopla al deseo del líder, la circulación del rumor maledicente (“¿sos maricón?”, le pregunta la novia al chico que sale en defensa de su compañero), la pasividad de la víctima, que no parece dispuesta a reaccionar ante ninguna humillación, la falta de comunicación con sus padres y, sobre todo, una escena espantosa, llevada al extremo. La película, de 2007, tuvo la suficiente repercusión como para que el realizador la convirtiera en miniserie tres años más tarde.
Basada en hechos reales, la osadía de la sueca Play (2011) consiste en que los victimarios son un grupo de chicos negros, inmigrantes de algún país africano. Tienen una forma rara de robar: con alguna mentira ingenua, intentan convencer a las víctimas (chicos blancos de su edad, o algo menores) de que alguna de sus pertenencias (un celular, por ejemplo) en realidad es de ellos. Todo tiene lugar en un shopping de Gotemburgo, y el realizador, Ruben Ostlund (de quien en una edición del Festival de Mar del Plata se vio la previa Involuntary), observa sin tomar posición, con una cámara colocada siempre de modo de poder seguir la acción con la menor cantidad de cortes. De ser necesario, movimientos mínimos. Si a Ostlund se lo ha comparado con Michael Haneke debe obedecer tanto a la elección de un asunto poco “correcto” como por la renuencia a indicarle al espectador qué le “corresponde” pensar. El resultado se parece, como en los films del realizador austríaco por adopción, a una ducha helada, que deja al espectador en posición poco favorecida.
De las películas del ciclo, Precious (2009) es la única estrenada en salas comerciales de Argentina. Tampoco es, como se sabe, sencilla de ver. Basada en una novela de culto y nominada al Oscar en seis categorías, la ópera prima del realizador Lee Daniels transcurre a fines de los ’80 en pleno Harlem. La protagonista es una chica no sólo obesa y analfabeta, sino embarazada de su segundo hijo a los dieciséis años. El primero, producto del abuso paterno, nació con síndrome de Down. Si ella es una Caperucita que parece como abotagada, la mamá –una mujer alcohólica, sádica y abusiva– es claramente el Lobo. La referencia a los cuentos de hadas no es casual, y el tratamiento cercano a lo maravilloso que el realizador le imprime permite a Precious salir de la sordidez a la que en los papeles parece condenada. Las dos actrices protagónicas –la debutante Gabourey Sidibe y la impresionante veterana Mo’Nique– fueron nominadas, llevándose la segunda de ellas el Oscar a la mejor actriz de reparto. El otro Oscar fue para el guión, decisión algo más discutible: si algo salva la película, además de las actrices, es el estilo a contrapierna impreso por su director.
Los dos cortos, en tanto, son como un uno-dos al cuerpo. Premiada en Sundance, la británica Soft presenta a un padre y su hijo de clase media, acosados, en el mismo día y por separado, por la barrita de la esquina. Una diferencia de dignidad entre ambos llevará a una inversión de roles. Dirigida por la italiana Annarita Zambrano, Dans la cour des grands trata la que tal vez sea la forma de bullying más inédita y alarmante de la actualidad: ésa en la que un grupo de chicas de secundario eligen a una compañera como chivo expiatorio, recurriendo a una violencia física que hasta hace poco tiempo parecía una perversión privativa de varones.
* Hoy a las 17.45 se verá Klass. A las 19.45, Play. A las 22, Precious, y a la medianoche Soft y Dans la cour des grands. Todo ellos por I.Sat, canal 39 de Cablevisión, 50 de Telecentro y 520 de DirecTV.
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