CINE › OPINION
› Por Eduardo Tavani *
Distintas organizaciones barriales, militantes por la Memoria, hace ya años desandan los caminos del olvido reconstruyendo las historias de vida de los militantes populares detenidos-de- saparecidos o asesinados por el terrorismo de Estado, antes y durante la última dictadura cívico-militar. Es una tarea compleja y a la vez entrañable. Una tarea que rescata a miles de compañeros y compañeras, cuyas vidas fueron segadas por el terror genocida.
Esa faena minuciosa que llevan a cabo quienes integran Barrios X Memoria y Justicia, trabajosa por cierto, se nutre del aporte de familiares, amigos, compañeros y vecinos memoriosos que brindan datos que ayudan a completar cada historia. Una labor que es colectiva y que reconstruye y visibiliza lo que por años se quiso ocultar o silenciar. Retazos, pedacitos narrados y unidos amorosamente, que se materializan en una obra que finalmente se completa en la marca del lugar que alguna vez transitaron estos compañeros, militantes del Pueblo.
Esas marcas hechas baldosas, interpelan al caminante y son, a la vez, evocación y acción pedagógica. Transforman la geografía y nos transforman. Cobran una relevancia que trasciende los límites de nuestra ciudad, desdibujan y corren fronteras.
Desde el Instituto Espacio para la Memoria, solidariamente, procuramos sumar a la labor que realizan los compañeros y compañeras de Barrios, porque esa también es nuestra misión institucional. Dos libros de Baldosas X la Memoria, ya publicados, dan cuenta de nuestro compromiso con esos empeños.
Cuando se completan las historias, cuando finalmente se señalan sus pasos, cuando una baldosa se coloca en el lugar elegido, la Memoria y la Verdad le ganan una nueva batalla a la impunidad y al olvido. Y son las manos fraternas de otros compañeros las que amasan el cemento, apuntan sus nombres y los rescatan para los tiempos.
Bien vale advertir que esas baldosas no son honras fúnebres. Muy por el contrario, son evocación de aquellos a quienes no podemos ni debemos olvidar. Protagonistas de un tiempo que signó nuestras vidas.
Esas baldosas nombran a hijas e hijos dilectos de la generación de los años ’60 y ’70. Esa que escudriñó en los grandes relatos y vivió sus jóvenes años a pura pasión, atrevimiento e incontenible generosidad, enfrentando todas las formas de la opresión y el terror. Esas señales, en forma de baldosas, nos emocionan y nos ven llorando sus ausencias, aunque eso no nos priva de la alegría de evocar sus vidas y sueños encarnados por transformar el mundo, como dirá Paco Urondo, con la porfía de esa generación: “Arderá la Memoria hasta que todo sea como lo soñamos”.
Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que esa porfía sigue viva en este presente, en todos nosotros y cada vez que desde Barrios X Memoria y Justicia nos convocan a sumarnos a su obra.
Q Director ejecutivo del Instituto Espacio para la Memoria.
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