Mié 03.07.2013
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CINE › KIM NOVAK, LA ESTRELLA DE VéRTIGO, RECUERDA A HITCHCOCK Y EL HOLLYWOOD DE LOS ’50

“Antes había más glamour en el aire”

La actriz visitó Cannes el mes pasado para una exhibición especial del film que la consagró, pero ya no salían paparazzi de abajo de su cama como otrora. “Me siento culpable de haber dejado Hollywood pero tampoco demasiado”, asegura.

› Por Geoffrey Macnab *

Kim Novak parece decepcionada. El mes pasado, la estrella de Vértigo (1958), de Alfred Hitchcock, estuvo en Cannes para una exhibición especial de la película. “Esperaba que fuera mucho más salvaje”, dice Novak sobre el festival. Ella trae recuerdos de haber visitado la Riviera por primera vez en los ’50 y haber hecho travesuras con Cary Grant, el príncipe Alí Khan y otras “notables personalidades de la época”. Entonces, había “más glamour en el aire”. “Recuerdo volver a casa durante mi primera noche en Cannes y encontrar a tres fotógrafos con esos flashes grandes encima de las cámaras saliendo de abajo de mi cama. No sé con qué esperaban que llegara... Un hombre, sin dudas.” Esta vez no hubo fotógrafos debajo de su cama. Sólo una cena después de la pasada de Vértigo, pero sin baile. Y tampoco se deletreó su nombre con fuegos artificiales sobre el cielo del Mediterráneo, como sucediera entonces. “Eso fue mucho más excitante que cuando vi por primera vez mi nombre iluminado en la pantalla”, afirma.

Novak volvió a aparecer en los titulares hace un par de años, cuando pagó un aviso de página completa en un periódico del negocio del cine para quejarse de que los hacedores de la película muda El artista, ganadora del Oscar, habían usado partecitas de la banda sonora de Vértigo, de Bernard Herrmann. “Me encantó la película”, dice acerca de El artista, pero no puede ocultar su enojo. “No fue justo. Fue mucho más que injusto.” De modo un tanto extravagante, comparó las acciones con una violación. “Fui violada de chica, así que conozco el sentimiento. Me cortó como un cuchillo”, asegura. “Tenían una hermosa banda sonora que podrían haber usado. No necesitaban usar los hermosos sentimientos por los que trabajamos (su coestrella en Vértigo) Jimmy Stewart y yo. Además, no se sacan cosas de una obra maestra. Me costó mucho dinero poner ese aviso, pero sentí que hacía falta decirlo.”

Tippi Hedren ha hablado sobre el comportamiento depredador de Alfred Hitchcock hacia sus actrices. Novak desecha semejantes historias. El Hitch que ella describe era tímido y reticente, “un completo caballero”, que la trató con el debido decoro, incluso si la hizo bucear varias veces en agua helada para la escena en la que James Stewart la rescata de la bahía de San Francisco. “Creo que se ha exagerado con lo de que hacía repetir las cosas una y otra vez. No creo que fuera vengativo o malicioso en ningún sentido. Nunca sentí eso.” Hitchcock ni siquiera le daba muchas directivas. “Me observaba a través de la lente. El mayor contacto que tuve con él fue a través de la lente, mientras yo trabajaba.” Ex modelo de avisos de heladeras en Chicago, Novak no era una actriz formada. Esa fue la única razón por la que tuvo tanta compenetración con su coestrella Stewart. “Parecíamos espíritus afines. Ambos éramos más reactores que actores. Nos gustaba enfrentarnos. Nunca parecíamos pensar en nuestras líneas de diálogo. Reaccionábamos en base a nuestros sentimientos.”

Vértigo no le gustó mucho al público ni a la crítica en su estreno. “Fue muy decepcionante”, admite Novak sobre la recepción que tuvo. Ella tenía contrato con Columbia Pictures y había sido cedida a préstamo para hacer el film por el jefe del estudio Harry Cohn, quien le dijo que era un guión abominable, pero que admiraba a Hitchcock lo suficiente como para dejarla hacerlo. La actriz, que tenía veintipico, ya estaba acostumbrada a ser atacada por la crítica. “Siempre sentí que ser una chica hermosa era una desventaja”, reflexiona. No estaba inmersa en los métodos de actuación y era demasiado poco artística y sencilla para satisfacer a los críticos. Los directores, sin embargo, siempre vieron sus cualidades.

Novak ya había aparecido junto a Frank Sinatra en El hombre del brazo de oro (1955), de Otto Preminger, un drama malhumorado en blanco y negro sobre un adicto a la heroína, y más tarde trabajó con Billy Wilder en Besame, tonto (1964). Sinatra la trató con extrema amabilidad en El hombre..., pero luego fue –según recuerda ella– un total “canalla” en Sus dos cariños. “Fue tan amable y gentil (en El hombre...). Yo era nueva en el negocio y él era muy comprensivo. Recuerdo que estuve enferma por un par de días y me mandó una caja con las obras completas de Thomas Wolfe”, recuerda. Sin embargo, en Sus dos..., él interpretaba a un mujeriego y desastroso, y claramente estaba dispuesto a meterse en el papel.

En estos días, Novak pasa su tiempo en su rancho de Oregon pintando, escribiendo poesía y cuidando animales. Ella sí escribió una autobiografía, pero el manuscrito se perdió en un incendio. “No podía volver a tomarme el tiempo para reescribirla. Me tomaría por siempre rehacerla”, dice sobre ese libro perdido.

La actriz apareció en muchas películas consideradas clásicas hoy en día. Sin embargo, le dio la espalda a Hollywood relativamente temprano en su carrera. Era un espíritu rebelde al que le gustaba bailar descalzo y fumar porro, un comportamiento que los jefes de los estudios no aprobaban. Ella deja en claro que ser una estrella de cine en la era de los estudios requería una disciplina feroz. “Manejaban un negocio muy ajustado. La recompensa era que aprendías mucho sobre cómo ser glamorosa, cómo vestirte, cómo maquillarte, cómo presentarte a vos misma. En defensa de Harry Cohn, debo decir que cuando él murió nadie sabía cómo elegir las películas adecuadas en las que ubicarte. Eran dictadores, pero también sabían lo que estaban haciendo.”

Llegó un punto en el que no quiso seguir luciendo tacos altos en las fiestas de Hollywood. “Abandoné todo eso porque quería bailar descalza al aire libre. Me siento culpable de haber dejado Hollywood, pero tampoco demasiado. Me casé con el hombre más maravilloso, mi veterinario. Tengo caballos. Tengo al hombre que amo y la vida que amo... Aunque sí me siento un poco culpable, también”, repite respecto de lo que dejó atrás. “¡Pero no se pueden tener las dos cosas!”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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