CINE › EL DIRECTOR MEXICANO CARLOS REYGADAS HABLA DE SU POLEMICA PELICULA POST TENEBRAS LUX
Las críticas al ganador del premio al mejor director del Festival de Cannes 2012 oscilaron entre la admiración y la condena. “Mis películas no son una terapia ni las hago para sentirme bien, pero son totalmente personales”, se defiende Reygadas.
› Por Ezequiel Boetti
Cuarenta y un años, un par de hijos y una casa propia hacen incoherente la nominación de “enfant”, pero la de “terrible” le queda bárbaro. Audaz, conceptualista y provocador para algunos; esteticista y habitué del golpe bajo gratuito para otros, Carlos Reygadas viene dividiendo aguas desde que una mención especial del jurado de la Cámara de Oro en Cannes 2002 a Japón mundializó su nombre en el ámbito festivalero. Batalla en el cielo (2005) y Luz silenciosa (2007) no hicieron más que acentuar la polarización, hasta que con Post tenebras lux explotó todo. Las críticas de la película ganadora del premio al mejor director del Festival de Cannes del año pasado oscilaron entre la fascinación y la detracción acérrima, con las primeras catalogándola de obra maestra y las segundas manifestando abiertamente la incomprensión del dispositivo. “Creo que soltaron algún gas que impidió que las facultades mentales de los críticos se desarrollaran durante dos horas. Pueden decir que la película es una mierda, que soy un estúpido o que no les gusta lo que hago, pero decir que es incomprensible es absolutamente absurdo, al menos de que estés drogado o te pase algo”, dice ahora el mexicano en una entrevista vía Skype con Página/12. Desde hoy, cuando el film se estrene en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín y en el Malba, cada quien tendrá oportunidad de dictar su propio veredicto.
Parte de la Competencia Latinoamericana del último Festival de Mar del Plata y de la jugosa sección Panorama del Bafici, Post tenebras lux sigue a un padre en los albores de una nueva vida en el campo junto a su familia. Ese ámbito traerá aparejado un derrotero emocional y físico para todos, ya que marcará un quiebre radical respecto del pasado urbano. “Siempre es difícil decir de dónde surgen las ideas”, responde el mexicano ante la consulta por el origen autobiográfico del proyecto. Esto dicho no porque él haya visto al mismísimo Lucifer caminando por los pasillos de su casa (como se ve en la película), sino porque el contexto del protagonista invita al paralelismo con el propio. Al fin y al cabo, el propio Reygadas se alejó del Distrito Federal hace algunos años, la locación principal del film no es otra que su propia casa, ambas esposas se llaman Natalia y los hijos del matrimonio ficcional son... sus hijos. “Hay una parte que sale de todo lo que viví en los últimos años. Cuando sientes esos cambios tratas de expresarlos de alguna manera, y yo lo hice a través de esta película”, se sincera.
–Usted tenía casi 30 años cuando filmó Japón y ahora más de 40. ¿En qué medida sus cuatro películas permiten establecer un diálogo con las distintas experiencias personales que atravesó?
–Todas muestran lo que pensaba y sentía en esos momentos. Las películas no son una terapia ni las hago para sentirme bien, pero sí sé que son totalmente personales y reflejan mis distintas etapas. A lo largo de los años yo soy el mismo más allá de que cambien las inquietudes e intereses.
–En una entrevista dijo que Post tenebras lux era personal pero no íntima. ¿Cuál es el límite entre ambas definiciones?
–Yo asocio lo personal a algo más externo. Esta película transcurre en mi casa, muchas de las cosas me han ocurrido a mí, los perros son míos, los chicos son mis hijos. O sea, pocas cosas más personales que el hecho de que la cama de la que salga el protagonista sea la mía. Pero todas estas cosas son superficiales. La intimidad, en cambio, reside en una parte llamémosla “espiritual”, que se ve en la forma que uno enfrenta un conflicto, cómo resuelve los problemas y qué anhelos tiene. En ese sentido, creo que Luz silenciosa es mucho más íntima que personal porque nada de lo que está ahí pertenece a mi mundo, aunque los conflictos y la forma en la que el personaje principal se enfrenta a ellos y siente la vida es mucho más cercana a mí.
–¿La diferencia pasaría, entonces, por la imposibilidad de identificarse “espiritualmente” con los personajes?
–Sí, básicamente. No me identifico para nada con el protagonista, más allá de que haga cosas que me resultan cercanas. En ese sentido esta película es más sociológica porque traté de hablar de una familia compuesta por gente insatisfecha. Es casi la reducción de una insatisfacción permanente que viene a su vez de una toma de posición filosófica respecto de la vida.
–Esta es la primera película en que experimenta visualmente deformando los márgenes de la imagen. ¿Por eso toda esa decisión?
–Siempre experimenté porque me gusta mucho la fotografía, pero ésta es la primera vez que lo hago de forma tan explícita. En Luz silenciosa, por ejemplo, usé lentes de la década del ’60 que todo el mundo me decía que no iban a funcionar. Esta vez descubrí casi por accidente el efecto biselado tratando de lograr una imagen circular. Cuando lo vi me gustó y sentí que para ver cómo lo hacemos habitualmente tenemos los ojos, y que si vas a una sala de cine estás listo para ver las cosas de otra forma. Si quieres ver el cielo como se ve, mejor sal al patio y ya está. Parece absurdo, pero es una cuestión de fondo.
–¿A qué se refiere con la búsqueda de una “imagen circular”?
–Quería que la película transmitiera una sensación más cognitiva que narrativa, por decirlo de alguna manera, y evidentemente los sentidos principales para eso son la vista y el oído. Romper las orillas de la imagen me daba una sensación visual muy clara que se alejaba de la representación clásica en 2D de las artes gráficas y se acercaba a la sensación de ver algo que funcionara a nivel mucho más inconsciente. Otra cosa que aprendí es que este formato te permite un encuadre que no necesariamente requiere componer la imagen en las márgenes. Al ser tan cerrado, casi cuadrado, podía tomar directamente los objetos sin distraerme en lo más mínimo por lo que ocurría en las esquinas.
–Pero esa circularidad e inconsciencia que usted menciona se da sólo en las escenas exteriores. ¿Por qué?
–Es que las líneas interiores están determinadas por el hombre y esta lente creaba unas deformaciones demasiado llamativas. Entonces daba la sensación de que quería introducir un tema de transformación de la realidad o algo así. En el exterior, al no haber líneas rectas ni simetría, permanecíamos más en la reinterpretación que en la transformación forzosa de algo. Uno mira una ventana y sabe que hay un vidrio de por medio que genera una deformación mínima. Pero si está empañado se ven las cosas de otra forma y nos obliga a preguntamos sobre ellas porque ya no sabemos si el árbol es un árbol. Creo que vale pena cuestionarnos continuamente qué es lo que vemos y oímos.
–Entonces podría pensarse que el tratamiento visual busca romper la idea de realismo. ¿Es así?
–Sí, pero de realismo convencional narrativo. No de realismo “real”, por así llamarlo. Creo que el realismo se compone de muchas cosas más que el presente consciente narrativo de las imágenes. La percepción de la realidad pasa por la cognición, la personalidad y el entorno.
–La cuestión religiosa es una de las constantes de su cine, algo que aquí se manifiesta incluso desde el título (Post tenebras lux es un versículo bíblico en el libro de Job). ¿Cuál es su interés en ese aspecto?
–Me interesan sus preguntas filosóficas, pero la religión como tal no es algo que me llame particularmente la atención. Yo diría que el pueblo mexicano no es religioso. Al contrario; es quizás uno de los menos religiosos del mundo, pero sí muy ritualista. Ese tema y las preguntas sobre lo externo y lo esotérico sí están muy presentes en la sociedad y son parte de la vida diaria. Yo siento que tengo una especie de mandato de lealtad a esa realidad individual, amplia y fragmentada en la que vivimos. Es verdad que Post tenebras lux es un término usado por el catolicismo, pero la idea de que siempre después de lo malo viene lo bueno tiene más que ver con la espiritualidad antes que con la religión.
* Post tenebras lux se exhibe e la Sala Lugones del Teatro San Martín todos los días a las 19 y 21.30. En Malba-Cine va jueves y viernes a las 20.
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