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Viernes, 6 de septiembre de 2013

CINE › AYER COMENZO UNA NUEVA EDICION DEL TORONTO INTERNATIONAL FILM FESTIVAL

Un viaje de Hollywood a sus antípodas

Fiel a su costumbre, el TIFF ha logrado reunir un impresionante rosario de estrenos mundiales e internacionales que lo confirman como uno de los festivales más influyentes del mundo. Las aspirantes al Oscar se codean con las películas más radicales.

 Por Luciano Monteagudo

Desde Toronto

La esquina de las calles King y John, en pleno Entertainment District, bulle más que nunca de gente, que desafía a los autos, a la campanilla de los tranvías y sortea como puede los puestos de hot dogs. Los 553 metros de la CN Tower, adosada al Sky Dome (el colosal estadio del equipo local de béisbol, los Blue Jays), vigilan el horizonte, pero desde ayer y hasta el próximo sábado 15 la atracción principal de la ciudad no está en el cielo sino en la tierra: más precisamente en el Bell Lightbox, flamante sede central del Toronto International Film Festival, TIFF para los amigos. Es que fiel a su costumbre, para su edición número 38 el TIFF ha logrado reunir un impresionante rosario de estrenos mundiales e internacionales (ver recuadro) que lo confirman como uno de los festivales más influyentes del mundo. Es aquí en Toronto donde la industria de Hollywood decide lanzar sus primeros contendientes al Oscar (en el TIFF del año pasado tuvo su premier mundial Argo, que luego fue la ganadora del premio mayor de la Academia) y donde el cine europeo viene a buscar su lugar en el mundo, a la pesca de nuevos espectadores y de distribuidores internacionales.

A la vez mercado, festival para profesionales de la industria y fiesta para el público (el TIFF compite con la Berlinale en cantidad de entradas vendidas), Toronto es una suerte de all inclusive. En sus quince secciones, caben tanto las galas de alfombra roja para el desfile de estrellas (Nicole Kidman, Sandra Bullock, George Clooney, Meryl Streep, Julia Roberts, Nicolas Cage, Jennifer Aniston, Hugh Jackman, Juliette Binoche, Fanny Ardant y siguen las firmas...) como los films más radicales del momento, en una sección denominada, apropiadamente, “Wavelenghts” (Longitudes de onda). Y entre el mainstream de Hollywood y la experimentación absoluta, todo lo que encaja en el medio, incluidos un puñado de grandes clásicos restaurados reunidos bajo el sello “TIFF Cinematheque” y una serie de instalaciones, verdaderas “intervenciones” visuales y sonoras que cambian la fisonomía de la ciudad durante los diez días que dura el festival.

Entre tanto material, no se hace fácil destacar títulos y nombres, máxime cuando Toronto –a diferencia de los principales festivales europeos– no está organizado alrededor de una competencia oficial. Así entonces, conviene empezar por los estrenos mundiales del TIFF, o por lo menos de aquellos que ya se inscriben, con cinco meses de anticipación, en la carrera por el Oscar. Tal como le suele gustar a los miembros de la Academia de Hollywood, las biopics (o al menos las películas que retratan algún momento crucial en las vidas de personajes famosos) este año son unas cuantas: The Fifth Estate, de Bill Condon, sobre el creador de los Wikileaks, Julian Assange (interpretado por Benedict Cumberbatch, el Necromancer de The Hobbit); Mandela: Long Walk to Freedom, de Justin Chadwick, con Idris Elba como el líder sudafricano en su juventud; Rush, de Ron Howard, con Daniel Brühl como el corredor de fórmula uno Niki Lauda; y All Is By My Side, de John Ridley, con el rapero Andre 3000 como Jimi Hendrix.

Por afuera de las historias de vida, también hay en el TIFF un buen número de películas que ya figuran en los blogs especializados y trade papers como aspirantes a la estatuilla dorada de Hollywood, aunque la mayoría ni siquiera salieron todavía a la luz: Twelve Years a Slave, del director inglés Steve McQueen; Gravity, del mexicano Alfonso Cuarón (que viene de hacer roncha en la Mostra de Venecia), y August: Osage County, de John Wells, sobre la premiada pieza teatral de Tracy Letts, con un elenco abrumador encabezado por las señoras Streep y Roberts (en el Lola Membrives de Buenos Aires estuvieron a cargo de Norma Aleandro y Mercedes Morán) y los señores Ewan McGregor y Sam Shepard.

Para quien todo esto suene demasiado académico (y amenaza con serlo, no sólo en el sentido hollywoodense del término), Toronto tiene infinidad de opciones, que empiezan en la sección denominada “Masters”, que incluye los films más recientes de las francesas Catherine Breillat (Abus de faiblesse, con Isabelle Huppert) y Claire Denis (Les salauds, con Vincent Lindon); de la finlandesa Pirjo Honkasalo (Concrete Night); del coreano Hong Sang-soo (Our Sunhi); del italiano Ettore Scola (Che strano chiamarsi Federico!, sobre Fellini); y del alemán Edgar Reitz (Home From Home - Chronicle of a Vision, que continúa su saga familiar denominada Heimat iniciada treinta años atrás).

En las “Special Presentations” se destacan Don Jon, de Joseph Gordon-Levitt, con Scarlett Johansson; The Double, de Richard Ayoade, con Jesse “Red Social” Eisenberg como el torturado protagonista de la novela de Dostoievski; Night Moves, de Kelly Reichardt; Joe, de David Gordon Green; Il est parti dimanche, de la francesa Nicole Garcia; The Wind Rises (Kaze Tachinu), del gran animador japonés Hayao Miyazaki en su despedida del ci ne; Omar, del palestino Hany Abu Assad; Philomena, del británico Stephen Frears; Quai d’Orsay, del francés Bertrand Tavernier; y tres créditos locales: las canadienses Devil’s Knot, de Atom Egoyan; The Husband, de Bruce McDonald, y Tom à la ferme, del enfant terrible quebecoise Xavier Dolan. Un dato curioso y, a la vez, triste: por primera vez en tres décadas, al menos, no hay ni una sola película argentina en el TIFF. Una injusticia, considerando que había material de sobra para incluir. Tampoco hay demasiado cine latinoamericano, si eso sirve de triste consuelo.

Volviendo a los locales: el que se siente como en su casa es el gran David Cronenberg. Todavía no tiene una nueva película lista para mostrar en Toronto, pero sin embargo estará por partida doble en el festival y en la ciudad en la que vive y crea. Por un lado, en el programa especial de la Cinemateca del TIFF se verá una versión recién restaurada de su escalofriante ópera prima, Shivers (1975), que abrió una puerta impensada al cine de terror, introduciéndolo en el abismo de la paranoia viral. Y por otro, Cronenberg mismo presentará el proyecto “David Cronenberg: Evolution”, una megaexposición curada por el TIFF que verá la luz recién en noviembre y que incluirá sus guiones, sus story-boards, los vestuarios y escenografías de sus películas, sin olvidar por supuesto los objetos más inquietantes de su obra, como la máquina de escribir en forma de insecto de Festín desnudo y los siniestros instrumentos ginecológicos de Pacto de amor. Será cuestión de volver a Toronto en un par de meses.

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El rapero Andre 3000 se pone en la piel de Jimi Hendrix en All Is By My Side, de John Ridley.
 
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