CINE › DOS PELíCULAS EN COMPETENCIA EN EL FESTIVAL IBEROAMERICANO DE CEARá
El documental El paciente interno, ópera prima de Alejandro Solar, pone el foco en la historia de un hombre que quiso tomar venganza contra el gobierno mexicano y lo pagó muy caro. En la muestra brasileña ayer también se vio la uruguaya Rincón de Darwin.
› Por Oscar Ranzani
Desde Fortaleza
Uno de los acontecimientos más tristes de la historia de México se produjo el 2 de octubre de 1968, en una época en la que el mundo estaba en ebullición política. Las fuerzas militares atacaron una manifestación de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas y asesinaron a cientos de ellos. El hecho se conoce como la Masacre de Tlatelolco y se produjo durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, cuyo gobierno fue uno de los más represores que se recuerden en el país azteca. Casi dos años más tarde, el 5 de febrero de 1970, el ciudadano mexicano Carlos Castañeda de la Fuente intentó asesinar al presidente en un acto, como una manera de vengar la matanza de los estudiantes. El hombre fue apresado y declarado enfermo mental. Como consecuencia, pasó 23 años en un hospital psiquiátrico y luego empezó a vivir en la calle. En 2004, el cineasta mexicano Alejandro Solar leyó una crónica en un diario de su país que contaba la historia de Castañeda de la Fuente y, enseguida, según confiesa, “me vino una película a la cabeza”. Finalmente pudo concretar su ópera prima, El paciente interno, documental que se presentó en el 23º Festival Iberoamericano de Ceará.
“Yo partí de buscar a un indigente, de hablar de una persona que estaba perdida entre veintipico de millones que somos en la ciudad de México”, recuerda Solar. La columna vertebral de su documental era, en principio, la búsqueda de este hombre. No era tarea sencilla teniendo en cuenta que la única fotografía que existía de este indigente era la publicada por el diario en el momento en que lo apresaron, que databa de 1970, cuando Castañeda de la Fuente tenía 29 años. “A partir de la búsqueda, hablé con la abogada que lo sacó del psiquiátrico, el hermano, el psiquiatra que lo trató, el enfermero; es decir, personas involucradas directa o indirectamente con él que nos hablaban de su historia mientras nosotros lo buscábamos en la ciudad de México”, relata Solar. Hasta que en 2008, cuando el cineasta comenzó a desarrollar el proyecto, la casualidad jugó a su favor y encontró a Castañeda de la Fuente. “La abogada misma se lo encontró”, explica Solar, quien recién en ese momento pudo certificar que el hombre estaba vivo.
A partir de entonces, la película que había pensado Solar cambió porque, en principio, iba a ser el relato de una búsqueda, pero con el protagonista a disposición, el rumbo de la historia pegó un viraje. El film muestra a Castañeda de la Fuente yendo a distintos albergues para indigentes y hace un racconto de su vida y de los hechos, pero su documental no es sólo sobre esta historia particular, sino que establece una reflexión sobre cómo las instituciones no trabajan para la reinserción social de quienes necesitan ayuda social, psicológica y médica. Un mérito de Solar es haber podido establecer un vínculo importante con Castañeda de la Fuente del que, a simple vista, puede notarse su padecimiento mental. “El confió en mí. Establecí un vínculo muy honesto con él. A los cinco minutos de empezar la conversación, me di cuenta de que él ya me estaba contando su historia y que quería hacerlo. Entonces le dije: ‘Yo quiero contarla. Tengo una cámara’. Y él aceptó”, señala Solar. El realizador entiende que este hombre “de alguna manera es una víctima: hubo un abuso total de poder, un castigo desmedido, injusticia, pero él es un sobreviviente. Es un tipo que sobrevivió al castigo del Estado, sobrevivió al hospital psiquiátrico y sobrevive a la calle”, concluye.
Otro de los largos en competencia iberoamericana que se presentó en la muestra cearense es Rincón de Darwin, del uruguayo Diego Fernández Pujol. Se trata de una road movie en la que tres personajes muy distintos van hacia una casa. Gastón (Jorge Temponi) pensaba mudarse con su novia a una vivienda que heredó de su abuelo, pero los conflictos de pareja eclosionaron precozmente. Cuando decide vender la propiedad, su padre le comunica que debe viajar a poner los papeles en regla de otro terreno que también heredó de su ancestro. En el viaje se le suman Beto (Jorge Esmoris), un fletero simpático y curtido, con un pasado oscuro en España, y Américo (Carlos Frasca), el escribano que se va a encargar de legalizar y certificar los papeles de la vivienda. El viaje no sale tan bien como lo esperaba Gastón. Y los personajes deberán adaptarse a las situaciones y problemas que se les presentan en el recorrido. Y si de adaptación se trata, ¿qué mejor que mencionar a Charles Darwin? Justamente la casa donde van los tres personajes fue visitada por el naturalista inglés en 1833 y allí recogió datos para desarrollar la Teoría de la Evolución.
Al igual que en la teoría darwiniana, los personajes hacen una evolución a lo largo del recorrido. Fernández Pujol agrega que una de las premisas de la road movie “es que los personajes evolucionen y que lleguen diferentes a como empezaron; en definitiva, la meta donde llegar no termina siendo lo más importante, sino el camino”. El cineasta señala que los problemas de los tres personajes “son interiores, no es el mundo que los oprime y que no les permite ser felices. Sobre todo son su principal problema para Américo y Gastón: uno porque su vida está pasando a una nueva etapa debido a que su hija se va a casar y se fue de su casa y el otro, que no quiere asumir que la mina lo dejó y que tiene que buscar otra”. Y el que menos evoluciona, según Fernández Pujol, “es el que vive la vida más libremente, Beto, que además es el que tiene el mayor problema, que no puede solucionar o que la solución es mucho más jodida y, sin embargo, es el catalizador de que los otros evolucionen”. Así y todo, más allá de los problemas interiores, en el viaje que los tres emprenden también se puede establecer el paralelismo con la idea darwiniana, en el sentido de la adaptación diferente que cada uno de ellos ejerce frente a los contratiempos y conflictos que surgen en el recorrido, donde “el más apto” es el que la pasará mejor o al menos no se enroscará tanto mentalmente.
“Yo me inspiré en los ejemplos que tengo. Principalmente en mi padre, que era una persona muy meticulosa y, como todos los uruguayos, conservador. Esa aseveración corre por mi cuenta”, expresa Frasca sobre su inspiración para construir su personaje. “Uno tiene un prejuicio con los profesionales y con los escribanos en particular: esa cosa de escritorio, el imaginario colectivo de que no sirven para nada, sino solamente para certificar y poner una firma y llenarse de guita. Son prejuicios que la gente tiene”, señala el actor uruguayo sobre cómo son estereotipadas ciertas profesiones. Si bien los tres personajes son de edades y personalidades distintas, están unidos por el viaje y en el transcurso del recorrido “se van viendo los parecidos en algunas cosas, que son pequeñas pero que van aflorando”, agrega Frasca sobre ese juego de opuestos que, a fin de cuentas, resulta no ser tan obvio.
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