Mié 31.08.2005
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CINE › HOY ARRANCA LA 62ª EDICION DE LA MOSTRA DE VENECIA, FECHA CENTRAL DE LOS FESTIVALES

El cine en tiempos de ultravigilancia

Las amenazas terroristas a Italia instalaron un clima de seguridad redoblada, pero los organizadores prefieren augurar una cosecha superior a la de 2004. El cine argentino estará representado por El viento y La dignidad de los nadies, lo nuevo de Pino Solanas.

› Por LUCIANO MONTEAGUDO
Desde Venecia

Con dos películas argentinas fuera de la competencia oficial, comienza hoy aquí la edición número 62 de la Mostra del Cinema de Venecia, uno de los tres festivales más importantes del calendario cinematográfico internacional, junto con los de Cannes y Berlín. Por un lado, en la sección “Orizzonti”, dedicada a films no convencionales y de riesgo, Fernando “Pino” Solanas presenta el estreno mundial de su documental La dignidad de los nadies. Concebida como una continuación de Memoria del saqueo, esta nueva inmersión de Solanas en la realidad argentina propone una estructura coral, múltiples voces trazando un mapa del país después de la devastación menemista. Por su parte, en la paralela “Giornate degli Autori”, Eduardo Mignogna exhibirá El viento, una austera reflexión sobre la identidad –personal, familiar, social– que hasta ahora no tuvo demasiada suerte con el público local y que con esta exhibición en Venecia comienza su trayectoria internacional.
Fundada en 1932 en la terraza del lujosísimo Hotel Excelsior, que todavía hoy sigue siendo su centro neurálgico, la Mostra de Venecia –creada por el régimen de Benito Mussolini con la doble intención de reforzar su industria cinematográfica y recuperar para la playa veneciana los tiempos de esplendor de la Belle Epoque– sigue hoy, como ayer, ocupando casi por entero al Lido, la distinguida isla que protege a Venecia de los vientos del Adriático. Y si de protección se trata, este año no falta, precisamente. Más controlada que nunca por cientos de carabinieri, cámaras robots, detectores de metales y permanentes checkpoints, la seguridad parece que será el leitmotiv de esta Mostra, obsesionada por el tema en tanto y en cuanto Italia toda está considerada un potencial blanco terrorista y el festival será durante los próximos diez días una vidriera más que llamativa, con varias estrellas de Hollywood arribando en góndolas, yates y vaporetti.
“Los grandes estudios sin embargo han apostado este año más que nunca a Venecia”, se apresuró a afirmar Marco Müller, el ex director de los festivales de Rotterdam y Locarno y que desde el año pasado preside la Mostra. Todavía no hay demasiados nombres confirmados, pero se descuenta que George Clooney presentará su nueva película como director, Good Night, And Good Luck, una inmersión en los tiempos oscuros del maccarthismo en Hollywood, que también lo cuenta como protagonista y que integra la lista de 19 títulos que compiten por el León de Oro (ver aparte). Otro actor, John Turturro, también prueba suerte como director en el concurso oficial, con Romance and Cigarettes. Y en funciones especiales fuera de competencia, se espera que Tim Burton y su troupe (salvo Johnny Depp, ausente con aviso) desembarquen para promover el lanzamiento de El cadáver de la novia, su flamante film de animación, mientras que de la mano del director Cameron Crowe, que trae Elizabethtown, llegarían Susan Sarandon, Orlando Bloom y Kirsten Dunst. Una star fuera de programa será Harrison Ford, que prometió llegarse hasta el Lido, aunque no tiene película en la Mostra.
Si el fuori concorso está dominado por Hollywood –también se verán los nuevos films de Steven Soderbergh, Ron Howard, John Singleton y John Irvin–, la competencia parece tener este año un fuerte acento europeo, con la presencia de varios realizadores de primera línea. Francia se anotó con las nuevas películas de Laurent Cantet (el director de las magníficas Recursos humanos y El empleo del tiempo), Philippe Garrel y Patrice Chéreau, ésta última motivo de una controversia en su país, porque habría sido descartada a último momento de la competencia de Cannes, en mayo pasado. Los portugueses presentan la nueva obra del patriarca Manoel de Oliveira, acompañado por quien quizá sea uno de sus mejores continuadores, Joao Botelho. El ruso Aleksei German, cuyo trabajo aparece esporádicamente en los principales festivales, sigue siendo uno de los secretos mejor guardados del cine europeo y estará en la competencia de Venecia, lo mismo que el irreverente Abel Ferrara, quien en Mary se ocupa de la historia de una actriz (la francesa Juliette Binoche) obsesionada con la figura de María Magdalena.
Los locales se han reservado tres lugares en el concurso, para los nuevos films de Pupi Avati, Cristina Comencini y Roberto Faenza, pero esa presencia masiva no debe entenderse tanto como un signo de calidad –los italianos no están pasando precisamente por su mejor momento, y esos nombres no despiertan la expectativa de nadie–, sino más bien como una señal amistosa del director de la Mostra hacia la industria local, que no está dispuesta a regalar protagonismo en su propia casa.
Es muy distinto el caso del cine asiático. Polígloto famoso, Marco Müller habla fluidamente mandarín y cantonés y es todo un experto en las culturas de Asia, por lo cual no debe extrañar el protagonismo que tiene en todas las secciones de la Mostra el cine de la región. En competencia, estarán el chino Stanley Kwan y el coreano Park Chang-wook, que el año pasado se llevó el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes y que ahora viene a Venecia dispuesto a llevarse el oro. Fuera de concurso se verán las últimas realizaciones del japonés Takashi Miike y el hongkonés Andrew Lau; la apertura de hoy estará a cargo de la superproducción Siete espadas, de Tsui Hark, uno de los bastiones del cine de artes marciales de Oriente, mientras que el León de Oro a la carrera será para Hayao Miyazaki, el gran creador de Princesa Mononoke y El viaje de Chihiro, entre otras cumbres de la animación japonesa.
Como si esto fuera poco, Müller –que ya había hecho de las retrospectivas de Locarno festivales por derecho propio– organizó una monumental serie titulada “La historia secreta del cine asiático”, que por un lado reúne 37 largometrajes japoneses que van desde 1926 a 1978, con títulos de Mizoguchi, Naruse, Misumi y Fukasaku, entre los más conocidos; y por otros 15 films de la República Popular China entre 1934 y 1990, la mayoría inéditos hasta ahora en Occidente. “Es la ocasión de volver a pensar el cine desde sus raíces, para que una vez más pueda presentarse como el mejor espíritu de su tiempo”, afirma Müller desde el catálogo. Sin falsa modestia, dice haber “tomado nuevos riesgos y encontrado nuevas soluciones” para hacer de Venecia “el sismógrafo más preciso” del cine. Y afirma que “la cosecha de este año parece incluso mejor que la del año anterior”. Los próximos diez días se encargarán de ratificar sus dichos, o condenarlos.

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