CINE › PRIMERA JORNADA DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE SAN SEBASTIAN
Además de Metegol (rebautizada Futbolín) en la gala inaugural, el festival exhibió otros dos films de animación, del japonés Hayao Miyazaki y de los franceses Szabo y Giraud.
› Por Horacio Bernades
Desde San Sebastián
“Oye, mira, ya llegó la Annette Bening”, se maravilla la señora que lee el diario al lado del cronista, en un bar del centro. “El guaperas llega mañana, el lobezno”, agrega. “Bah, ése es al menos su papel más conocido, donde muestra más los pectorales.” La señora se refiere a Hugh Jackman, que recibirá uno de los dos premios Donostia que el Festival de San Sebastián entrega este año (el otro será para Carmen Maura). No hay nada que hacer: un festival no vive sólo de proyectar películas. Si no vinieran Annette Bening y Hugh Jackman, la señora del bar y muchos como ella ni se enterarían de que en su ciudad se celebra un festival de cine. Es posible que la señora no pise un cine en los nueve días que dura esta 61ª edición del Donostia Zinemaldia. Pero seguro que va a comentar con otros parroquianos la visita de la Annette Bening y el guaperas de Hugh Jackman, va a buscar sus fotos en los diarios y hasta tal vez se sume al coro de curiosos que ladea la alfombra que no es roja, antes de cada gala. Y todo eso suma.
Difícil que anoche la señora haya tenido mucho para ver. A menos que sea fan de los muñequitos del metegol, y eso suponiendo que alguno de ellos se hubiera hecho presente en la función de la película en la que actúan. Es que, como se sabe, las autoridades de este festival eligieron a Metegol como film inaugural, aunque la película de Juan José Campanella no participa de la Competencia Oficial. Eligieron a Futbolín, mejor dicho: con ese título la película se estrenará en España dentro de tres meses, cuando lleguen las fiestas de fin de año y sea temporada alta. Es la primera vez que el suceso de la temporada argentina 2013 se exhibe fuera del país, y es lógico que eso suceda aquí. Como se ocuparon de recordar sus productores locales, por más que esté inspirada en un cuento del rosarino Roberto Fontanarrosa y dirigida por el porteño Campanella, la película más costosa en la historia del cine argentino no es argentina, sino una coproducción binacional en toda la línea. Motivo por el cual lo que se proyecta aquí no es una versión doblada ni “traducida al castizo”, como subrayó Campanella en conferencia de prensa, sino otra versión original de la misma película.
Ya no están Fabián Gianola & Cía. haciendo las voces de los jugadorcitos y demás protagonistas, sino actores españoles. Uno de ellos (el valenciano Arturo Valls) se presentó junto a Campanella y varios de los productores, en la sala de conferencias del centro Kursaal. La única voz que subsiste de la versión argentina es la de Horacio Fontova, que según Campanella era “intraducible”, pero que de todos modos regrabó sus partes. Preguntas hubo muchas en la conferencia de prensa. Signo del interés que el nuevo film de Campanella despertó en una prensa local que ya había quedado fascinada con El secreto de sus ojos, cuando cuatro años atrás se presentó aquí (ésa sí, en competencia oficial), sin llevarse ningún premio. Todo un escandalete, en su momento, ya que era la favorita absoluta de radio-pasillo. “¿Le parece que haber elegido a Futbolín como film de apertura es, por parte de las autoridades del festival, una forma de desagravio por esa injusticia?”, avanzó una periodista. Campanella se rió, dudó en la respuesta, amagó una salida diplomática y finalmente prefirió sobreactuar la duda, como reconociendo que tal vez sí lo fuera.
Más allá del inevitable trastrueque idiomático (de “pibe” a “tío”, de “lío” a “mogollón”, de “qué macana” a “¡joder!”), la diferencia más notoria entre ambas versiones es que los jugadores pasaron de ser argentinos a internacionales. El cordobés tiene acento andaluz, aparecieron un jugador ruso y uno oriental y se supone que el Loco de Fontova sigue siendo argentino: lo que va de un cine en el que el fútbol es de cabotaje al que convive con el mercado futbolístico más internacionalizado del mundo. En la conferencia, Campanella negó –pero con una sonrisa que daba que pensar– que se hubieran inspirado en algún jugador de fútbol “real” para cualquiera de los personajes de la película (daría la impresión de que aquí se asocia al “malo” con Cristiano Ronaldo, lo cual es bastante lógico), corroboró que él mismo supervisó la versión española (así como una en inglés, que en poco tiempo más comenzará a circular) y admitió que se evalúa una posible secuela. El coproductor Jorge Estrada Mora parece darlo por seguro, ya que caracterizó a Metegol/Futbolín como “franquicia”, además de mostrarse muy feliz por la venta de la película a mercados tan inusuales como distantes (Rusia, Corea, Turquía, Medio Oriente). Lo cual confirmaría su universalidad.
Pero el de Campanella no fue precisamente el único “tanque” de animación que presentó San Sebastián en su jornada inaugural: no por nada una de las dos retrospectivas de esta edición está dedicada al rubro. En la sección Perlas de Otros Festivales pudo verse Kaze tachinu o The Wind Rises, que el maestro nipón Hayao Miyazaki viene de exhibir en Venecia, mientras que en Zabaltegui tuvo su estreno internacional la francesa Minuscule-La vallée des fourmis perdus. Ultimo film de Miyazaki según él mismo viene de anunciar, en algún punto el nuevo film del gran realizador de Princesa Mononoke y El viaje de Chihiro parece dar la razón a la decisión de su autor. Basada en la vida de un diseñador de aeroplanos que existió realmente en el siglo pasado, los buenos sentimientos, la asumida ingenuidad y hasta cierta cursilería de El viento sube (tal sería la traducción literal) parecen los de un film de los años ’50. Puede verse al protagonista –soñador “atrapado” por la industria bélica del Japón de la Segunda Guerra– en una confesión tangencial de las razones por las cuales Miyazaki renuncia a seguir filmando. Los momentos en los que el autor de Ponyo se deja arrastrar por el fuerte viento del lirismo, y sobre todo aquellos entera, impresionantemente mudos, compensan cierta sensación de envejecimiento que la película puede llegar a producir.
Emitida en el mundo entero desde mediados de la década pasada, la serie francesa Minuscule era enteramente desconocida en Argentina... hasta hoy. Por una curiosa coincidencia, justo un día después del estreno internacional del largo que surge de ella, el canal de televisión Incaa TV pondrá en pantalla, a partir de hoy, las dos primeras temporadas de esta serie extraordinaria, creación de Thomas Szabo y Hélène Giraud. Integrada por episodios de alrededor de cinco minutos y originalmente presentada en 3D, Minuscule transcurre enteramente en un mundo de insectos dibujados, sobre fondos reales. Nada más gracioso que los esfuerzos de la araña por atrapar a sus víctimas, la viajera vaquita de San Antonio, las titánicas hormigas y las moscas que vuelan con estruendo de turbinas, como si fueran escuadrillas de aviones. La vallée des formis perdues demuestra que sus creadores pueden pasar de los cinco minutos a la hora y media sin perder pizca de gracia, inteligencia, poder de observación y sintonía con sus pequeñas criaturas. Ojalá algún distribuidor la compre para Argentina. Mientras tanto, la serie puede verse en Incaa TV, de lunes a viernes a las 12.20 y 19.40 y los sábados a las 20, a partir de hoy.
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