CINE › VACACIONES CON FIDEL, UN VIAJE EN FAMILIA CONVERTIDO EN PELICULA
Tristán Noblia cambió el viaje a Disney que soñaban sus tres hijos por una visita a la Revolución Cubana. El documental que se exhibe en la sala Gaumont muestra el resultado. “No pretendo con esta película dar respuestas. Me gustaría que se fueran con preguntas”, dice.
› Por Mariana Carbajal
“Quiero que mis hijos vean cómo se vive en un país muy distinto al nuestro”, dice el periodista y productor Tristán Noblia, en el comienzo de su primer largometraje documental, Vacaciones con Fidel. Esa idea y cierta incomodidad con la vida burguesa que había alcanzado, rodeada de la lógica del consumo, lo llevaron a planear en 2008 un viaje junto a su esposa, Paula, para que sus tres hijos en lugar de ir a Disney, destino al que aspiraban y estaban yendo sus compañeros de colegio, conocieran Cuba. Su sueño fue que pudieran experimentar la vida cotidiana en un país comunista, donde el confort escasea y los chicos no juegan con una Play Station. Y no sólo quiso ofrecerles esa experiencia singular. También registrarla: el diario de viaje familiar se convirtió con guión de Juan Pablo Domenech –Luna de Avellaneda, Vientos de agua– en una película con una mirada muy genuina y entretenida a la vez, sobre el impacto de la Revolución en la sociedad cubana a lo largo de cincuenta años. Con un plus: la frescura con la que los chicos expresan sus inquietudes a sus interlocutores, desde la hija pediatra del Che, Aleida Guevara, hasta el dueño de la casa de arrendamiento donde alquilan dos habitaciones en Santiago de Cuba y el sobrino de uno de los mártires de Playa Girón. O el guardia apostado al frente del Museo de la Revolución, en La Habana, a quien Felipe, de 5 años, le pregunta cuándo disparan los tanques de guerra que tiene enfrente. El guardia le responde que Cuba los utilizó en 1961 “para defenderse de los enemigos”. Y Felipe arriesga: “Para una bruja”.
La película, íntegramente rodada en Cuba, se puede ver en el cine Gaumont.
Durante años, Noblia trabajó haciendo investigaciones periodísticas. Hoy, a los 39, tiene su propia productora, Inquieto Casa Productora. Noblia es el productor del programa Bajada de Línea, que conduce Víctor Hugo Morales.
En una de las paredes de la cocina de su productora está enmarcado el diario Granma del 2 de enero de 2009, el día siguiente de la celebración de los 50 años de la Revolución Cubana. La primera plana refleja el discurso que dio Raúl Castro, en La Habana, aquel día. En la foto que ilustra la tapa puede verse entre el público a Noblia, de camisa blanca, acodado junto a un macetero, a pocos metros del hermano de Fidel y presidente cubano. Imágenes de ese momento son parte de la película, producida y dirigida por Noblia. “La financié yo”, cuenta. Ya en los finales de la película ganó un subsidio de fomento de posproducción para documental del Incaa, que le dio un empujón para concretar su sueño de plasmar en un documental aquel viaje familiar, que emprendieron el 25 de diciembre de 2008 por tres semanas con Paula, su esposa, y Bauti –hijo de ella de una relación anterior–, Felipe y Pedro, de 10, 5, y 2 años, en ese momento. La familia de Noblia siguió creciendo con Lucio, que llegó hace dos años y medio.
Cuatro meses antes de partir a La Habana, en agosto de 2008, Noblia viajó a Cuba con su amigo Domenech, para realizar una especie de preproducción.
“No pretendo con esta película dar respuestas. Me gustaría que se fueran con preguntas”, dijo al presentar el film, atípico, por su participación como director y protagonista junto a su familia. “La idea del viaje y la película fue ofrecerles otros estímulos a los chicos, una locura de una persona que le va muy bien económicamente, y frente a esos deseos de consumo está en un tire y afloje entre lo que les da a sus hijos para que no les falte nada, pero al mismo tiempo preguntándose todo el tiempo con qué cabeza van a crecer”, cuenta Noblia.
El documental comienza cuando él y su esposa les anuncian a los chicos que planean unas vacaciones. El mayor, Bauti, los interrumpe con una enorme sonrisa: “A Disney”, casi grita, feliz. Y se desilusiona abruptamente –esa escena es muy graciosa– cuando escucha que en realidad, el destino elegido es una isla llamada Cuba. Sin embargo, a lo largo de Vacaciones... se puede ver a los chicos entusiasmados interactuando con alumnos de jardín de infantes y de una escuela primaria de Ciudad Libertad, el mayor polo educativo y de formación docente de Cuba, que está en La Habana, y que fue un antiguo cuartel militar en la época del dictador Batista. O en la finca de Miguel Ginarte, un veterano revolucionario, que alquila animales y objetos (armas y botas, entre otras cosas) para filmaciones de época sobre Cuba.
El tour se inicia en La Habana, donde un ama de casa le muestra a Paula cómo se usa la libreta de abastecimiento, para adquirir carne y otros alimentos. Juntas, las dos mujeres y el resto de la familia Noblia parten entonces rumbo a la carnicería. Caminando por las calles de la ciudad, la familia descubre un restaurante en una casa de familia, El Paladar, donde almuerzan y comparten largas charlas con sus dueños, una pareja joven que defiende los logros de la Revolución, pero a la vez reclama la posibilidad de poder viajar con libertad a otros países. Esa dualidad aparece, en cada postal que regala Vacaciones..., donde se mezclan el deterioro edilicio de muchas casas, la falta de confort y de acceso a tecnología con la garantía de una buena educación para niños, niñas, adolescentes y jóvenes, atención médica gratuita de calidad y una vida sin preocupaciones por la inseguridad urbana. Santiago de Cuba, Playa Girón, el Museo de la Revolución, un parque de diversiones, Isla de Coco, las hermosas playas cubanas son parte del recorrido familiar.
–Frente a la locura consumista en que vivimos, busco dar el mensaje de que podemos pensar que podemos elegir otras cosas. Ese es el espíritu, que no está mal rebelarse contra el propio lugar común del destino. Pero lo más maravilloso es saber cómo va a quedar esta experiencia en los chicos. A los seis meses de volver, Bauti, que estaba en sexto grado y hoy tiene 14 años, eligió como tema para una clase especial en el colegio contar la vida del Che Guevara. Pensé que ya con eso había servido el viaje.
Esa presentación de Bauti, ante sus compañeros de aula, es el cierre del documental. Felipe, que ahora tiene 9, mira una y otra vez la película en su iPad.
“No me considero un experto en la historia cubana. Admiro la dignidad de su pueblo. Y aprendí a respetar su historia. En los tres viajes que hice a la isla, nunca encontré a alguien que haya sufrido desnutrición. En Cuba no hay confort pero no hay pobres. Me gusta esa idea de Fidel cuando dice que “la libertad está en la cabeza”. Acá, en Argentina, tampoco la mayoría de la gente hace lo que le gusta. Cuba tiene todo para escribir su propia historia.
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