En su primera jornada de exhibiciones oficiales la edición 2013 del Festival de Mar del Plata arranca con los botines de punta, inaugurando la Competencia Internacional (¡a las 9 de la mañana!) con las tres horas y media de la nueva crónica motoquera de José Celestino Campusano (ver entrevista). Pero ése es sólo el comienzo: desde ese momento, y hasta la trasnoche, la cosa no para. Vayan entonces, a modo de guía para el día de hoy, algunas recomendaciones. No necesariamente de las mejores películas (eso es imposible de saber de antemano), pero sí de algunas que no deberían dejarse pasar.

A las 12, en el Ambassador 1 (Córdoba 1673), Computer Chess dará el puntapié inicial a la sección Sentidos del Humor. Es la nueva película del bostoniano Andrew Bujalski, de quien en la edición 2005 había podido verse la irresistible Mutual Appreciation (poco más tarde se estrenó en salas su ópera prima, Funny Ha Ha, mientras que Beeswax, su opus 3, pudo verse en el Bafici). En Computer Chess y filmando siempre en el blanco y negro que tanto le gusta, este nombre esencial de la corriente ultraindie a la que se conoce como mumblecore retrocede hasta la prehistoria de la sociedad tecnológica contemporánea. En otras palabras, a los años ’80, cuando un grupo de nerds programadores de software de ajedrez celebra un torneo en un hermético hotel. La inteligencia artificial da sus primeros berridos, las compus parecen de ciencia ficción clase B, los marcos de los anteojos de los protagonistas son como minipantallas, Bujalski filma con equipos de la época y el sentido del humor se desliza suavemente, casi sin que uno lo note.

Quince minutos más tarde, a las 12.15, en el Paseo 2 (Diagonal Pueyrredón 3058) comienza Cantata, de Miklós Jancsó. En los años ’60, las películas de este cineasta húngaro –que acaba de cumplir 92 años– se proyectaban con cierta regularidad en los cines Arte o Lorraine. El propio Jancsó considera Cantata (1963) su ópera prima, aunque stricto sensu no lo sea. Quien quiera hacer un maratón Jancsó tiene hoy una oportunidad única, viendo en continuado y en la misma sala, después de Cantata, dos de sus obras mayores, parte del foco que el festival le dedica. A las 14.15 se exhibe Los desesperados, y a las 16.15, Los rojos y los blancos. De 1966, la primera de ellas presenta varias marcas de su obra posterior: la desolada planicie húngara como espacio dramático, el protagonismo coral, el hecho histórico (en este caso la persecución a un grupo de rebeldes, a mediados del siglo XIX) como fábula política. Estrenada al año siguiente, Los rojos y los blancos introduce la figura de estilo que dominará su cine: los grandes planos generales y los grandes movimientos de grupos humanos, sobre los que la grúa dibuja una coreografía de la tragedia política.

Otro maratón tendrá lugar en la sala de al lado. En el Paseo 3 comienza el homenaje a Pierre Etaix, otro clásico de las salas de arte porteñas en los ’60. Quien peine canas difícilmente no haya visto algunos de los títulos mayores de este gran heredero de la comedia muda: El suspirante (1963, a las 14.30), Yoyo (1965, 16.30), Basta la salud (1966, 18.30) o Ese loco, loco deseo de amar (1969, 20.30). Es menos probable que todos conozcan cortos como Rupture (1961, acompaña la proyección de El suspirante) o la recientísima En pleine forme (2010, 18.30), en la que Etaix, que a sus 85 años se hará presente en las proyecciones, hace honor al título. O Pays de Cocagne, su sarcástico documental de 1971 (22.30, precedida del corto Heureux anniversaire) sobre las costumbres vacacionales de los franceses del común, que le ganó el recelo de sus compatriotas y la expulsión del cielo del cine. Todas las películas del foco Etaix (que de aquí se va directo a la Sala Lugones, donde el 20 comienza un ciclo idéntico) se presentan en copias recientemente restauradas.

En tren de redescubrimientos, Mar del Plata ofrece este año la obra de Jorge Cedrón, autor de la legendaria Operación Masacre (1972), muerto en París en 1980, en circunstancias no esclarecidas. Con su hija Lucía (realizadora de Cordero de dios) como maestra de ceremonias, hoy a las 15.15 podrán verse, en el Ambassador 4, el corto La vereda de enfrente (1962), sobre el debut sexual de dos muchachos en la mítica isla Maciel, y el mediometraje Gotán (1979), su muy experimental film final. Volviendo al cine de hoy mismo, qué mejor que atacar lo último de Alain Guiraudie (L’inconnu du lac, 14.30) Hong Sang-soo (Our Sunhi, 19.30), Claire Denis (Les salauds, 22) o el nuevo delirio del hongkonés Johnnie To (Blind Detective, 0.30), todas ellas en el Ambassador 1.

También se puede, claro, empezar a despuntar el vicio por las novedades argentinas, uno de los puntos fuertes del festival: a las 10, en el Colón (H. Yrigoyen 1665), Algunos días sin música, ópera prima de Matías Rojo; a las 13, en el Cinema 2 (Rivadavia 3050), Choele, primer film en solitario de Juan Pablo Sasiaín, uno de los realizadores de la magnífica La Tigra, Chaco; a las 19.30, en el Ambassador 2, Lumpen, debut en la realización de Luis Ziembrowski, uno de los actores más icónicos del cine argentino actual; a las 22, en el Ambassador 3, El crítico, ópera prima en la realización de Hernán Guerschuny, codirector de la revista Haciendo Cine. ¿Y de las competencias oficiales, además de la de Campusano no se proyecta nada? Sí, cómo no. Pero eso será materia de análisis en la crónica de mañana.