Vie 23.05.2014
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CINE › SE PRESENTO WELCOME TO NEW YORK, DE ABEL FERRARA, SOBRE EL SONADO CASO STRAUSS-KAHN

DSK, las siglas de un escándalo global

Fiel a su leyenda oscura, el realizador de Maldito policía debió presentar su película en el margen del festival. De cualquier manera, la demanda iniciada por el ex director del Fondo Monetario Internacional garantiza un ruido que no se extinguirá en lo inmediato.

› Por Luciano Monteagudo

Desde Cannes

En esta edición del Festival de Cannes hay todo tipo de biopics y ficciones inspiradas en personajes reales: el Mr. Turner, de Mike Leigh; el Saint Laurent, de Bertrand Bonello; la Grace de Monaco, con Nicole Kidman... Pero la historia real más esperada se quedó afuera de todas las secciones, oficiales y paralelas: Welcome to New York, del herético Abel Ferrara, protagonizada por Gérard Depardieu, sobre el célebre escándalo sexual de Dominique Strauss-Kahn que todavía sacude a la vida política francesa, se convirtió en la auténtica bestia negra del festival, evitada como si portara la peste. Su única proyección en la Croisette –de la que participó Página/12– fue en una improvisada carpa en la playa del Hotel Carlton, con el sonido del mar de fondo y un constante ritmo de “marcha” que se escuchaba de alguna fiesta vecina. Todo muy estilo Ferrara, por cierto, un director que desde Un maldito policía (1992) ha hecho de la noche y el exceso las marcas de fábrica de su cine. Y que al término de esa proyección hors les murs se prestó allí mismo a un caótico diálogo con la prensa, junto a Depardieu y a Jacqueline Bi-sset, que en la película encarna a la esposa de Strauss-Kahn, en el film apodados “Devereaux”, para evitar acciones legales, que igualmente ya están en camino.

Acusado de agresión sexual e intento de violación por una mucama del hotel Sofitel de Nueva York, en mayo de 2011, DSK –las siglas con las que basta mencionarlo en Europa– era entonces no sólo director del Fondo Monetario Internacional, sino también el futuro presidente de Francia, según indicaban los sondeos de opinión en relación con las elecciones que se avecinaban. Desde entonces, sin embargo, cayó sobre DSK no sólo la condena social, sino toda una serie de denuncias judiciales sobre otros casos de abusos sexuales e incluso de proxenetismo de alta gama. La película de Ferrara elige, no obstante, concentrarse en los días inmediatamente previos y posteriores al 14 de mayo de 2011 y sigue tanto el expediente judicial referido al caso como imagina los momentos de intimidad de Devereaux y su esposa, cuando discuten tanto las estrategias de defensa legal como el futuro incierto de su compleja vida en común.

“Es una ficción y yo tengo todo el derecho de elegir mis temas”, se atajó Ferrara en la carpa del Carlton, escudado detrás de unos lentes oscuros como si fuera de día. “Soy un artista, tengo libertad de expresión. Vengo de los Estados Unidos, tierra de los libres y hogar de los valientes”, dijo citando al himno de su país. El abogado de DSK, Jean Veil, no piensa lo mismo. Según la agencia France Presse, la película de Ferrara (que la distribuidora Wild Bunch ya puso on line en toda Europa a un costo de siete euros) “es un pedazo de mierda, un sorete”. Y prometió que “el fundamento de la denuncia será la difamación y se basará en el conjunto de los extractos sobre la violación y la manera en que Dominique Strauss-Kahn es tratado”.

Depardieu y Bisset defendieron con fiereza a la película y a su director. “Fue un placer estar en este proyecto, que trata sobre la enfermedad del poder: el sexo, la ambición, el dinero. Es el material sobre el que están hechas las grandes tragedias”, afirmó él. “Es una historia universal y Abel nos dio una libertad tremendas para nuestras escenas”, dijo ella. “Ferrara nunca nos dio órdenes, nos permitió improvisar. Y yo tengo una gran simpatía por mi personaje, una mujer que se siente prisionera de ese hombre, a pesar de que le ha destruido la vida. ¿Quién sabe lo que se dijo puertas adentro esta pareja? Y eso es el centro de la película, lo que la hace una ficción y no un documental.”

La primera mitad de Welcome to New York, sin embargo, no deja lugar a dudas de quién es en verdad Devereaux, cómo transcurrían las noches que seguían a sus jornadas de trabajo y cómo sucedió el asalto sexual a Nafissatou Diallo, la mucama del Sofitel. En su habitual estilo pulp, el director de Go Go Girls hace interactuar a Depardieu con al menos dos grupos de prostitutas, en un par de orgías que parecen salidas de las páginas de un tabloide sensacionalista. La escena en el baño del hotel con la mucama es particularmente gráfica, incómoda y violenta. Pero el único momento en el que Depardieu sale completamente desnudo es en la estación de policía, cuando ha sido detenido y los policías a su cargo le piden que se saque toda su ropa, para la humillante revisión de rutina.

Allí, la película gana otra dimensión, porque el personaje y a la vez el actor (la película juega con las permeables fronteras entre ambos) aparecen verdadera, esencialmente despojados. El cuerpo inmenso de Depardieu, cada vez más grueso, al punto de que le cuesta incluso moverse, se expone en toda su humanidad. “Las escenas de sexo son tristes, patéticas, fue muy duro hacerlas, mucho más difícil que hacer el Cyrano de Rostand”, exageró Depardieu. “Pero no quise intelectualizar al personaje ni juzgarlo. No se parece en nada a mí, pero me abandoné a él tal como me lo pidió Ferrara, como si fuera una aventura.”

En todo caso, la aventura continúa. A diferencia de DSK, Anne Sinclair, que apoyó a su marido durante su detención domiciliaria en Nueva York, pero luego se divorció, desistió de iniciar acciones legales contra los autores de la película: “No les voy a dar el gusto”, dijo. Pero en su columna del periódico Le Huffington Post, que ella misma dirige, denunció al film de “claramente antisemita”. Sucede que durante una discusión entre el personaje de Devereaux y su esposa, él le recrimina a ella que su abuelo fue colaboracionista durante el régimen de Vichy. “Las alusiones a mi familia durante la guerra son degradantes y difamatorias”, señala Sinclair en su columna. “Dicen lo contrario de lo que sucedió. Mi abuelo debió huir de los nazis y fue privado de su nacionalidad francesa por el gobierno de Vichy. Mi padre se unió a la Resistencia y combatió hasta la Liberación. Decir otra cosa es una calumnia.” Parece que las consecuencias del lanzamiento en Cannes de Welcome to New York –que ya tiene asegurado estreno en la Argentina– recién empiezan.

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