Lun 28.07.2014
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CINE › PAULO PéCORA HABLA DE MAREA BAJA, SU NUEVA PELíCULA

De paraíso natural a infierno humano

El periodista y director volvió a elegir el Delta del Paraná como escenario de su obra, pero esta vez para plantear un policial. “Es una geografía llena de posibilidades narrativas, muy cautivantes y sugestivas”, destaca.

› Por Ezequiel Boetti

El título del opus dos de Paulo Pécora es Marea baja, pero bien podría llamarse “De cómo un paraíso natural deviene en infierno humano”. Es que el periodista y director, autor de una cuantiosa obra compuesta por más de una veintena de cortos y clips, en su mayoría experimentales y abocados al jugueteo con las imágenes, hace del mismo Delta del Paraná, que supo ser luminoso y esperanzador en El sueño del perro, un lugar ominoso y crepuscular en “donde todo puede pasar”, tal como compara el realizador ante Página/12 en las vísperas del estreno comercial, pautado para el próximo jueves. “Me encantó hacer El sueño..., pero la idea de comunicar una esperanza me había dejado la sensación de un discurso medio naïve. Pasaron varios años entre las dos películas, y la verdad es que ahora veo la realidad distinta. En cierta manera, Marea baja es una forma de catarsis para mostrar el desconsuelo y el pesimismo”, completa.

Protagonizado por el hiperactivo Germán de Silva –se lo vio en más de una quincena de largos y cortos desde su trabajo en Las acacias–, Susana Varela y Mónica Lairana, y exhibido en los festivales de Karlovy Vary, Beijing y Santiago de Chile, entre otros, el film estaba pensado como uno de los tres episodios que integrarían un proyecto colectivo, que finalmente nunca fue. “Caída la idea inicial, el director de fotografía, Emiliano Cativa, empezó a presentarme productores y ellos me empujaron para que escribiera un desarrollo para filmar a fines de 2012”, recuerda Pécora, y continúa: “Empezamos a buscar locaciones, pensé una historia en la que no sólo fuera la espera de un personaje sino también su pasado y una serie de motivaciones; y ahí surgió la idea de un ladrón que escapa de un golpe, que la película no muestra, y quiere encontrar el dinero que le dijeron que está en un lugar de paso a Uruguay, adonde él está escapándose. Quise hacer lo que vendría después de un policial negro en el que todo sale mal: la dispersión del grupo y cómo este hombre es perseguido por sus compañeros”.

–La elección de un género clásico como el policial marca un quiebre con respecto a la mayoría de sus trabajos anteriores, donde la narración era secundaria y el foco estaba en las imágenes. ¿A qué se debe ese cambio?

–Creo que se debe sobre todo a la urgencia que tenía para elaborar y preproducir una película en tres meses, y filmarla en doce días. Ese apuro, esa espontaneidad, me llevaron a tratar de hacer una historia más lineal y con un desarrollo clásico de introducción-nudo-desenlace, pero a su vez omitiendo ciertos elementos narrativos, porque no quería dar toda la información para poder crear un clima de suspenso, misterio, duda e incertidumbre. Era un desafío ver hasta dónde podíamos llegar con esta propuesta.

–En ese sentido, podría decirse que sus largos y cortos anteriores eran consecuencia de las imágenes, y aquí es al revés.

–Sí, tal cual. La idea era no enredarme en narraciones complejas o en las especies de puzzles que había armado en otras películas, ni tampoco en la experimentación de las imágenes. Quería hacer una narración clásica, pero siempre tratando de trabajarla sin caer en lugares comunes y con el policial como contexto que me permitiera jugar con sus elementos. La experimentación vino más por ese lado que por el de las imágenes.

–Lo que sí se mantiene constante con respecto al resto de sus films es la ausencia de diálogos. ¿Se siente cómodo con esa modalidad narrativa?

–Me gusta mucho la narración que no necesita de palabras. Me parece que de algún modo significa ser fiel a una idea que tengo de un cine basado en las imágenes y el montaje, y no tanto en la explicitud de la palabra. Eso a veces puede ser difícil: ¿cómo hacés para que se entiendan algunos sentimientos sin decirlo? No sé si logré transmitirlos con imágenes, pero quise ver hasta dónde podía llegar y si podía narrar una historia de estructura clásica casi sin diálogos. Para mí, Marea baja es parte de un aprendizaje que me gustaría que no se detenga: no me gustaría llegar a ningún lado en particular sino que me interesa sentir que hago cosas diferentes en cada película.

–Varias veces dijo que lo onírico y los recuerdos eran las constantes de sus trabajos. ¿Es aplicable esa idea aquí?

–No lo creo. Lo que sí hay es un clima denso que podría relacionarse con una cuestión onírica. Pero no es algo buscado expresamente como en mis películas anteriores, donde desde las mismas imágenes y el montaje trataba de envolver al espectador en el viaje interno del protagonista. Acá ese personaje también está en viaje, pero es uno mucho más superficial y físico.

–Más allá del laconismo y la importancia de los silencios, hay una tensión sexual evidente entre los tres personajes. ¿Por qué decidió incluir esa faceta?

–Trabajamos con los actores de una manera muy espontánea. Al tener muy poco tiempo, llegamos a la filmación sin cerrar la película y sin saber muy bien cómo era la relación entre ellos. Las tensiones sexuales empezaron a surgir a partir de los diálogos con los actores: la incertidumbre, la relación entre las mujeres, que no se sabe si son novias, amigas o qué.

–Su película anterior también transcurría en el Delta del Paraná. ¿Qué le interesa de ese lugar?

–Es un lugar intrigante que conozco mucho porque fui toda mi vida. Me interesa porque ese espacio selvático y alejado de la civilización podía ser cualquier lugar del mundo. O un no-lugar, casi un espacio irreal que me permite proponer historias que tienen que ver con lo fantástico u onírico, pero también otras más relacionadas con el género como Marea baja. Lo aislado de la civilización, la distancia que lo transforma en un desierto verde, el clima y la frondosidad de la vegetación hacen una geografía llena de posibilidades narrativas, muy cautivantes y sugestivas. Además, al haber filmado antes, tenía una base logística y conocimiento del lugar mínimos que me facilitaban las cuestiones de producción.

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