Miércoles, 27 de agosto de 2014 | Hoy
CINE › EL REALIZADOR SANTIAGO GIRALT PRESENTA SU NUEVA PELíCULA, ANAGRAMAS
El quinto largo del director de Antes del estreno se estructura en tres episodios sobre los momentos de incertidumbre de sus personajes. “Todo el tiempo sobrevolaba el espíritu de Luis”, afirma sobre su relación con la música y la familia Spinetta.
Por Ezequiel Boetti
Santiago Giralt llega a la entrevista con una sonrisa indigna de la arremetida invernal y bromea acerca de su falta de preparación para las fotos. Luce jocoso, hiperactivo, ansioso por lo que vendrá. Lo que vendrá es, claro está, el estreno de Anagramas en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento y Paraná), con proyecciones pautadas desde esta semana de jueves a domingos. Y es justamente esa actitud suelta y desenfadada la que hace llamativa que las dos principales vertientes que confluyeron en el proceso creativo de su opus cinco –tercero en soledad después de las colectivas UPA! Una película argentina y Las hermanas L– sean “el fracaso y una clausura”, tal como resume el realizador de Toda la gente sola ante Página/12. “Con Antes del estreno cerré un ciclo con una productora después de cuatro películas, y lo que vino después fue un tiempo de transición e incertidumbre”, dice, un poco más serio y antes de recordar que antes de ponerse a delinear el guión había estado ensayando durante doce meses una obra que finalmente nunca fue.
“Parte de esa energía que quedó enterrada y toda esa bola de tensiones se canalizaron en el dramaturgo que hace Nahuel Mutti. Hay imágenes que repetitivamente me vuelven, y acá lo hicieron muy ácidas y corrosivas”, explica. Filmada en un blanco y negro deliberadamente artificioso y dividida en tres episodios que irán entrecruzándose, Anagramas está hilada por la tematización de los vínculos emocionales en distintos estados. El primero de ellos tiene a una mujer (Eleonora Balcarce) hastiada de su marido (Mutti), un director de teatro ególatra y petulante; el segundo, a una pareja gay (Emmanuel Miño y Lautaro Perotti) en vías de reconocerse como tal, y el tercero, a un matrimonio (Nicolás Pauls y Catarina Spinetta) con tres hijos cuyos cimientos crujen ante el desgaste y la rutina. “Tenía la idea de filmar tres historias, y entonces empezaron a aparecer caras de actores amigos y amigos de amigos. Yo había hablado individualmente con ellos y después varios se encontraron de casualidad en un casamiento, así que me apuraron para que saliera de la cueva”, recuerda el cineasta.
–Más allá del “cierre de etapa”, Anagramas tiene muchos más puntos de contacto con Antes del estreno. ¿Hay búsquedas compartidas entre ambos films?
–Sí, porque el cierre de etapa fue una cuestión de producción. Siempre me interesó algo que decía Douglas Sirk, que es la dualidad, porque teniendo en cuenta eso uno puede entender “el barro humano”, la sustancia. Me gusta pensar cómo somos distintos en nuestra vida pública y en la privada y cuán grande es la distancia entre ambas.
–Tanto por la temática como por el estilo, John Cassavetes resulta una referencia ineludible, algo que ya estaba en su película anterior. ¿Es así?
–Sí, en el caso de Antes del estreno, la elección de un título casi igual al de una de sus películas (Opening Night) era como una forma de hacerme cargo. Yo había vuelto a ver Shadows, que tiene ese comienzo fantástico en una sala de cine, y me di cuenta de que ahí se hace del error técnico (la sobreexposición, el grano, el paneo abrupto y demás) un recurso expresivo. Yo quería filmar Anagramas como si fuera una novela y de la forma menos intervenida técnicamente posible, como si fuera una partitura con los actores trabajando casi solos. También está el blanco y negro, algo que, más allá del homenaje, me permitía sintetizar decisiones de vestuario e iluminación. Busqué hacer una película con estilo retro, más allá de las temáticas más bien contemporáneas.
–Las actuaciones acompañan el artificio generado por el “estilo retro” que usted menciona. ¿Cómo trabajó el tono interpretativo?
–Antes de cada escena trabajamos con los actores la idea de un estado alterado, entonces, cuando la escena arranca, ya hay una alteración previa que se vislumbra y que se irá descubriendo. Creo que desde Antes del estreno para acá, gran parte de mi forma de escribir viene con esa idea incorporada. Muchas veces pienso que filmo como un documentalista, en el sentido de que tengo la hipótesis de una situación que después se ensaya y toma su forma definitiva con la cámara prendida. Hay algo de ese artificio, de ese borde del armado, que me interesa. Siento que, al haberse hecho de ese modo, Anagramas tiene algo de un relato audiovisual experimental.
–En una entrevista, usted se definió con un tipo optimista. Sin embargo, en el film hay una pátina constante de tristeza, sobre todo en el desenlace.
–Sigo siendo el mismo optimista en el sentido de que convenzo a un par de personas y salgo a hacer una película con la energía de siempre, pero en este caso quise centrarme en las etapas de transición.
–También habló de sus películas como “pequeñas historias que reflejan situaciones precisas de su relación con el mundo y con la gente”. ¿Qué representa Anagramas en ese aspecto?
–Creo que Anagramas marca un desdoblamiento de mi alma en tres partes que se corresponden con los episodios. La primera es una que sólo piensa que el arte es lo que importa y que retoma algo de Antes del estreno. En la segunda, me di cuenta de que empiezo a tener vínculos de adulto con los hijos de amigos y sobrinos, y entonces pensé qué pasaría si la vida me hubiera dado un hijo o si conviviera con alguien que los tuviera. Y la tercera viene de mi infancia, porque fui criado por una familia de cuatro hermanos y en casa siempre había un exceso de personas y una serie de tensiones que se cocinaban durante todo el día. Todos los modelos de familia que se muestran en la película son de alguna manera los que veo alrededor.
–Dos de las protagonistas son Vera y Catarina Spinetta, y los hijos de la segunda con Nahuel Mutti forman parte del elenco, al igual que Patricia Salazar. Además, los créditos finales están acompañados por la canción “Mi elemento”. ¿De dónde surge ese vínculo de Anagramas con Luis Alberto Spinetta?
–Conocí a Cata hace cinco años y pude ver a Luis durante el último tramo de su vida. El llegó a ver mi película anterior y dijo que quería hacer la música de la próxima, algo que obviamente quedó trunco. Yo me había quedado con esa sensación fea que se da cuando sentís que conocés a alguien demasiado tarde. Después, empecé a filmar con Catarina, más tarde se incorporaron Vera y Patricia y cuando editaba me di cuenta de que estaban todas sus mujeres y sus nietos. Todo el tiempo sobrevolaba el espíritu de Luis.
* Anagramas se exhibirá en el C. C. San Martín (Paraná y Sarmiento) jueves, viernes y domingos a las 20 y sábados a las 22.
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