Lunes, 6 de octubre de 2014 | Hoy
CINE › EMMA STONE Y COLIN FIRTH HABLAN DE MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA, DE WOODY ALLEN
El dúo protagónico del nuevo film del director, que se estrena este jueves en Buenos Aires, no oculta su entusiasmo por el desafío. Como suele suceder, la película ofrece ciertas resonancias con la misma y tormentosa historia personal de Allen.
Por James Mottram *
Quizá no sea la pareja más extraña que haya ingresado a una película de Woody Allen, pero de todos modos la de Colin Firth y Emma Stone es una inusual combinación. El es el inglés de 54 años que ganó un Oscar por su interpretación en El discurso del rey, una especie de tesoro nacional que esperó pacientemente su oportunidad en una carrera de 30 años iniciada en 1984 con Another Country. Ahora, sentado junto a la actriz en un hotel parisino, se enfrasca en una charla sobre el más reciente título de Allen, una ligera fantasía romántica situada en los años ’20 titulada Magia a la luz de la luna, que se estrena este jueves en Buenos Aires. El escritor y director está ausente: tan regular como un relojito, acaba de finalizar la filmación de su siguiente película (la número 47) en Providence, Rhode Island. Ambos son nuevos en el mundo de Woody, y es algo parecido a un sueño hecho realidad, especialmente para Stone. Su madre le hizo ver Annie Hall (o Dos extraños amantes) cuando era chica; el perro de la familia se llamaba Alvy por Alvy Singer, el personaje de Allen en esa película. Ella es también una gran admiradora de Diane Keaton, como de hecho también lo es el director. “Yo creo que a Woody le gustaría ser Diane Keaton en una película de Woody. El es el mayor fan de Diane Keaton, y sabe lo que pienso de ella. Le gustaba recordarme cuán maravillosa es Diane, y cuánto lo hacía reír.”
Tal vez Stone no sea la próxima Keaton, pero ciertamente es la actual musa de Allen: de hecho, también aparecerá en la siguiente película, junto a Joaquin Phoenix. “Bueno, no sé si dos apariciones cuentan como una genuina heroína de Woody”, dice ella, pero está claramente encantada con la idea. “Lo que siempre quise hacer es películas como las que hace Woody..., películas que a veces te rompen el corazón pero tienen una ligereza. Ese es el modo en que veo la vida. No veo la vida como cosas separadas.” Para Firth, conseguir un protagónico en una película de Woody Allen es logro, dado que ni siquiera fue seleccionado para una comedia desde Fever Pitch (1997), luego de una década y media de roles en dramas. “Nunca se me pidió ser gracioso”, admite. “Pensé que esa puerta estaba cerrada para mí. Creo que si estuviste en esto durante quince años, y nadie te pidió nunca que digas una línea graciosa, es justo asumir que vas a ser uno de esos actores que sólo pueden hacer una cosa o la otra.”
De pronto, después de Fever Pitch, Firth fue reconocido como gracioso por la industria, y así terminó apareciendo en las películas de Bridget Jones, en Realmente amor e incluso en la franquicia de St. Trinian’s School for Bad Girls (donde se mofó de su propia e infame escena de la “remera empapada” como Mr. Darcy en la adaptación que hizo la BBC en 1995 de Orgullo y prejuicio). Cuando se trata de hacer reír al público, él está bien consciente de las posibles trampas y caídas. “El problema con la comedia es que no tiene nada en qué respaldarse. Si a alguien no le gusta, se ve barata..., cuando no funciona, no funciona de un modo espectacular. Es como un soufflé viniéndose abajo.”
Ciertamente, ése es un riesgo con Magia a la luz de la luna: con una trama tan fina como un hilo de araña, es más un tentempié que la sentida cena de tres platos que fue la anterior película de Allen, Blue Jasmine. Firth interpreta a Stanley Crawford, un mago que actúa como un brujo chino, Wei Ling Soo. Invitado a la Costa Azul por un viejo amigo, conoce a una adinerada familia estadounidense que fue invitada por la joven Sophie Baker (Stone), que se propone ser un puente místico para comunicarse con los muertos. Stanley se dispone a desenmascarar a Sophie y exponerla como una fraudulenta cazafortunas, pero no se necesita una adivina para darse cuenta de que el amor florecerá entre ellos.
Por supuesto, Allen nunca tuvo miedo de emparejar a sus personajes masculinos con mujeres mucho más jóvenes, desde los tiempos de Manhattan (1979), donde interpretó a un divorciado de mediana edad que salía con una Mariel Hemingway de 17 años. Más recientemente, se pudo ver juntos a Larry David y Evan Rachel Wood en Si la cosa funciona, con una brecha de 40 años. Y Allen mismo está casado con Soon-Yi Previn, 37 años menor que él. En este caso, la diferencia de edad “no está mencionada en el guión, no está escrito con eso en mente”, señala Firth. A pesar de ello, él estaba preocupado. “Al comienzo, cuando supe quiénes interpretaban los personajes, estaba muy pendiente de eso. En ese momento pensé que al lado de Emma Stone iba a parecer muy viejo y estropeado. La idea no me encantaba precisamente. Una vez que empezamos aparecieron otras cosas, pero la gente va a advertirlo, lo sé. Lo entiendo. Es notorio.” Según advierte, las reseñas en Estados Unidos remarcaron más esa diferencia de edad que en Europa. “Es probablemente por la actitud que tienen allí con lo que suele representarse convencionalmente”, dice él, y Stone interviene: “Es comprensible, porque hay todo un asunto en Hollywood”. ¿A qué se refiere? “Más allá de cierta edad, las mujeres tienen más problemas para ser elegidas en los castings, no importa cuántos años tengan.” Parece estar sugiriendo que si hay algo que merece protesta no es por impropiedad, sino por cierta inequidad en el acceso al trabajo.
Aunque hay verdad en eso, no pasa inadvertido que la trama tiene cierta semejanza con problemas recientes de Allen. Como describió el crítico Nicolas Rapold, de Film Comment, “el suspenso del film deriva principalmente del espectáculo de un artista mayor tratando de demostrar que una mujer joven está mintiendo”..., una infortunada coincidencia, dado el revival de acusaciones del año pasado con su hija adoptada, Dylan Farrow, quien aseguró que había sido abusada a los siete años, algo que Allen negó de manera vehemente en una carta al New York Times en febrero.
De acuerdo con sus protagonistas, Magia a la luz de la luna tiene otras preocupaciones. “Creo que en toda película él esta luchando con la dualidad, en un tira y afloje”, dice Stone. ¿Y en ésta? “Diría que es el amor versus la racionalidad”, señala. Ciertamente, eso encaja con el cínico Stanley, un hombre lógico que gradualmente empieza a creer en el don de Sophie para comunicarse con el mundo espiritual; según lo ven tanto Stone como Firth, su relación en la pantalla es un espejo de la que se producía entre Henry Higgins y Eliza Doolittle en Pigmalión. En última instancia, Magia a la luz de la luna trata de entender la esencia del amor, “una fuerza invisible que parece agarrarnos finalmente a todos”, según dice Firth. Compren o no las nuevas audiencias esta fantasía, este Allen de 78 años no parece dispuesto a cambiar ahora. Se dice que en su próxima película Joaquin Phoenix interpreta a un profesor que se enamora de una de sus estudiantes, que quizá sea interpretada por Stone. “Es top secret”, dice ella. Una vez más, dada la reputación de Allen de meterse en romances intergeneracionales, distaría mucho de ser una sorpresa.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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