Lunes, 20 de abril de 2015 | Hoy
CINE › BAFICI. LA COMPETENCIA INTERNACIONAL YA PRESENTó LA MITAD MáS UNA DE SUS PELíCULAS
Uno de Suiza (Above and Below), otro de Argentina (El incendio) y otro de Israel (The Kindergarten Teacher), los films en carrera por los premios sumaron maestras jardineras, parejas en crisis y personajes que pueden ser descriptos como marginales en un sentido profundo.
Por Diego Brodersen
El clima finalmente otoñal de abril acompañó la exhibición de tres nuevos largometrajes en la Competencia Internacional de este 17 Bafici, sección que ya lleva presentadas la mitad más una de sus integrantes. Una de Suiza, otra de Argentina y otra de Israel, la carrera por los premios sumó maestras jardineras, parejas en crisis y personajes que sólo pueden ser descriptos como marginales en un sentido profundo. Porque, ¿de qué otra manera llamar a un matrimonio que vive literalmente debajo de las alcantarillas o a un grupo de hombres y mujeres que simula –traje presurizado incluido– estar pisando tierra marciana? En Above and Below conviven esos personajes e incluso otro que ha hecho de la soledad del desierto y una vieja batería sus compañeros más cercanos. Y no se trata de la creación excéntrica de un guionista, sino del registro de la más pura realidad: la ópera prima del suizo Nicolas Steiner –aunque rodada exclusivamente en Estados Unidos– no escapa a las generales de la ley de aquello que suele llamarse cine documental.
A partir de un montaje paralelo que funciona como vínculo de los tres relatos, la película ingresa en el mundo de esos seres humanos como si se tratara de habitantes de otro planeta, con la intención última de conocerlos en profundidad. El más potente de esos retratos es el de los ciudadanos subterráneos (la pareja y un tercer personaje a quien todos llaman el Padrino), desclasados que han hecho de esas catacumbas modernas algo más que un simple lugar donde pasar la noche: un refugio y un hogar. Que encima de ese sistema de drenaje diseñado para evacuar el agua en caso de lluvias intensas se encuentre la ciudad de Las Vegas –ese paraíso artificial creado a partir de la nada misma (“sólo con el poder del dinero”, como dice el padrino de los topos)–, no es tanto una paradoja como un nuevo ejemplo de la contracara del sueño americano. Steiner los trata con respeto por momentos reverencial y hay más de un momento de genuina emotividad, pero el resultado final –más allá de la evidente belleza de la fotografía y los encuadres– termina siendo algo trivial y forzado, v.g.: esa escena de montaje claramente fabricada en la cual las pelotitas de ping pong (¡¿!?) sirven para entrelazar las historias sin demasiada justificación o pertinencia.
Si Above and Below presenta alguna que otra discusión matrimonial, nada puede compararse en esas lides con El incendio, primera película en solitario de Juan Schnitman –uno de los responsables de la seminal El amor (primera parte)–, que arranca con un plano cenital de una joven pareja despertando a un nuevo día. Que no será un día cualquiera, ya que en esa jornada se firmará el contrato de compraventa de su nuevo departamento y se afianzará, en más de un sentido, el contrato tácito de convivencia. Cualquiera que haya pasado por ese trance recordará nerviosismos y miedos de diversa índole, aunque en el caso de Lucía y Marcelo ese hecho sacará a la superficie pelusas, detritos y roñas tamaño gigante que estaban escondidas prolijamente bajo la alfombra. Durante la primera mitad de la película, Schnitman logra un relato tenso y velocísimo, que incluye el ridículo pero tan acostumbrado proceso (¿exclusivamente local?) de llevar decenas de miles de dólares en la cintura, como mulas paradójicamente legales.
Pero El incendio, protagonizada por Pilar Gamboa y Juan Barberini, y presentada en sociedad hace un par de meses en el Festival de Berlín, no es un policial: no hay robos ni traiciones de film noir, aunque es precisamente un momento absolutamente incómodo relacionado con el vil metal el que dará inicio al efecto dominó de malestares, recriminaciones y broncas, concentrados en esa relación de a dos pero extensiva al ámbito laboral y a la sociedad, en su conjunto, crispada –esa palabra tan de moda– y siempre al borde de la explosión de violencia verbal o física. La última media hora se vuelca hacia el psicodrama y la catarsis gritona y jadeante, como si el guión se desentendiera de los apuntes sutiles que supo conseguir y se decidiera por tonos más extremos como lógica consecuencia de los pasos previos. Tal vez por ello el desenlace se sienta menos como una mirada poco complaciente sobre el ser individual y colectivo que como irónica ingeniería de guión.
El tercero de los films presentados ayer se reveló como uno de los mejores exponentes de esta sección competitiva cosecha 2015. El segundo largometraje del israelí Navad Lapid (ganador por su primer largometraje, Policeman, del premio a Mejor película en el Bafici 2012) lo muestra como un cineasta consumado, de enorme potencia creativa y gran originalidad. The Kindergarten Teacher no se parece a muchas otras películas y ello se debe, en gran medida, a una aparente transparencia narrativa que esconde varias capas de sentido y a su misteriosa forma de abordar cuestiones profundas y complejas con aparente facilidad. La historia es la del interés y posterior obsesión de una maestra de jardín de infantes por un chico de cinco años que, contra cualquier lógica en su desarrollo intelectual, posee un enorme talento para la poesía, aunque éste apenas si es consciente de sus aptitudes (los poemas surgen de su mente en un estado de semi conciencia, casi en trance).
Si el padre del chico genio sólo puede ver en esas habilidades una debilidad futura y su nanny se apropia de esos versos como si fuesen propios, la maestra cree encontrar en el joven alumno el último reservorio de un arte perdido, incomprendido en el mundo contemporáneo. Pero The Kindergarten Teacher no se detiene ahí, como podría hacerlo un film de Hollywood: la poesía del chico parece despertar otros anhelos latentes en la mujer y el derrotero que la lleva del genuino interés al deseo de posesión absoluto transforma al film en un viaje perturbador que describe de manera indirecta pero poderosísima el estado de una sociedad (no solamente la israelí, por cierto). Película que sedimenta y crece en la memoria con el correr de las horas y los días, la de Lapid es una obra mayor que sólo puede pasar inadvertida si su tono, que evita el camino fácil del estallido, la retórica obvia y el sensacionalismo, es incomprendido y tomado por algo tibio o desapasionado.
- Above and Below se exhibe hoy, a las 17.20, en Village Recoleta 6 y el jueves 23, a las 13.30, en Village Caballito 4.
- El incendio se exhibe hoy, a las 17:15, en Village Recoleta 5 y el jueves 23, a las 16.30, en Village Caballito 4.
- The Kindergaten Teacher se exhibe hoy, a las 15 hs., en Village Recoleta 8 y el miércoles 22, a las 20, en Artemultiplex Belgrano 3.
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