CINE › LAURA GUZMáN E ISRAEL CáRDENAS CUENTAN SUS DóLARES DE ARENA
Así define esta pareja de realizadores el encuentro entre una mujer europea ya madura, que busca su paraíso en el Caribe, y una joven dominicana que sueña con Europa. “Más allá de que haya cariño, es un amor imposible”, afirman.
› Por Ezequiel Boetti
Laura Guzmán e Israel Cárdenas llegan justo antes del horario pautado, pero las necesidades de los dos hijos en común obligan a postergar la entrevista con Página/12 unos minutos. En ese tiempo, mientras él sube a la habitación del hotel céntrico donde se hospedan, ella ameniza la espera hablando sobre la intención de aprovechar la visita a Argentina para hacer un viaje familiar a Bariloche. Sus dichos revelan optimismo, la certeza de un futuro cercano, el intento de trazar una hoja de ruta y una serie de metas claras, concretas y alcanzables. En una situación diametralmente opuesta está la protagonista de Dólares de arena, último trabajo conjunto de la pareja, que este jueves tendrá su estreno comercial en el BAMA Cine Arte (Diagonal Norte 1145) después de participar en la Competencia Internacional del reciente Festival lgbtiq Asterisco.
Veterana con mil arrugas que la cámara muestra con una naturalidad asombrosa, Anne (Geraldine Chaplin) descansa hace un largo tiempo en las playas de las Terrenas, ubicadas al noroeste de República Dominicana. Tanto que ya se siente parte del entramado social costero. Para esto quizás influya su relación con Noelí (Yanet Mojica), una lugareña que junto a su novio intentan ganar unos billetes a costa de servicios varios. Entre ellos, el de prestar su cuerpo de tez trigueña no para el goce ajeno, sino más bien para acompañar el devenir de rutina del cliente de turno. “Son historias que se dan mucho. Toda la isla vive del turismo y hay cada vez más parejas de extranjeros con locales. Se habla de prostitución o turismo sexual, pero hay más cosas, no es sólo eso”, aclara Guzmán, ya con su marido al lado después de cumplir con los quehaceres paternos.
Conocedores de la zona después de haber filmado Jean Gentil en 2010, la dominicana y el mexicano supieron que habían encontrado la materia prima de su último trabajo cuando dieron con un libro que se adentraba “en el mundo de relaciones de una forma muy sutil, simple, respetuosa y pudorosa”, tal como lo definen. Se trataba de la novela autobiográfica Les dollars des sables, del francés Jean-Noël Pancrazi. Claro que allí el amor se daba entre un jubilado y un taxista local, por lo que la primera decisión de la pareja fue cambiar el género de los protagonistas, convirtiendo ese “los” en “las”. Guzmán explica: “Geraldine Chaplin se sumó al proyecto no bien la invitamos, y entonces intentamos cambiar el sexo del personaje central. A partir de ese momento fue como si todo empezara a amarrarse, nos apropiamos de la historia y todo fluyó muy naturalmente. El libro nos hizo descubrir todas las capas que hay detrás, cómo se mueven esas relaciones. Hoy en el campo hay mucha gente que vive de las remesas que mandan los extranjeros y no necesariamente a cambio de sexo, sino por la compañía y la amistad”.
–Ustedes ya habían trabajado en la zona costera de República Dominicana en Jean Gentil, y ese lugar aquí tiene un peso preponderante en la construcción dramática...
Israel Cárdenas: –Dólares de arena nace en parte por las ganas de filmar en esa región, que está transformándose de una manera muy orgánica: llega gente, trata de desarrollar cosas, algunos se quedan, otros se van. Conocíamos bien los espacios, entonces para nosotros era normal que el escenario fuera otro personaje más. Tratamos que no fuera de postal ni necesariamente bonito para que tuviera un peso, un carácter. Todo fue muy natural, para donde miráramos ya conocíamos y sabíamos qué había. Muchas escenas las armábamos la noche anterior, al otro día buscábamos dónde filmar y lo hacíamos.
–En una entrevista ustedes catalogaron a la relación entre las dos mujeres como un “amor imposible”. ¿De dónde nace esa imposibilidad?
I. C.: –Nace por la edad, lo económico y la idea Norte-Sur. Está muy presente el deseo de Anne de migrar al Caribe para buscar el paraíso y por otro lado el de Noelí de emigrar a Europa en busca de un sueño. Entonces es imposible. Más allá de que haya amor y cariño, no se van a poner de acuerdo porque los deseos son muy dispares.
–La cámara presta una particular atención a los cuerpos, sobre todo al de Geraldine Chaplin. ¿Por qué decidieron retratarlos de esa forma tan natural?
Laura Guzmán: –Es que Geraldine es así. Nos gustaba que fuera una mujer que no haya luchado contra su vejez, sino que la hubiera asumido con cierta felicidad y energía. Eso permeó mucho en su personaje, que también disfruta la vejez y no va en contra de eso. El que se vea su cuerpo así, natural, es parte de la lógica de estar en ese lugar.
–Ambos provienen de la fotografía. ¿Hay alguna relación entre ese origen en común y la forma de mostrar los cuerpos?
I. C.: –Puede ser, definitivamente algo debe tener que ver. Quizá porque nos cuesta trabajo maquillar, y no sólo en el sentido de poner maquillaje en el cuerpo, sino en la idea de poner una iluminación y crear un clima. Nos gusta más filmar con lo que esté a mano. Ya hacer una ficción implica empujar muchas cosas, y si sabemos que algo funciona dentro de ese tire y afloje no tiene sentido meter mano y arruinarlo. Lo mismo pasa con los diálogos: si vemos que hay una relación personal que va más allá de los papeles, dejamos que suceda y después vemos qué podemos tomar.
–El olvido, la tristeza y el peso de la edad ya sobrevolaban la historia de la actriz cubana Carmen Ignarra, que fue protagonista de su película anterior, Carmita, exhibida en el DocBuenosAires. ¿Sienten algún interés en particular por esas cuestiones?
I. C.: –Puede ser. Tanto Anne como Carmita son personajes solitarios que buscan mejorar pero no saben exactamente cómo y están en esa lucha. Creo que eso tiene mucho que ver con la vejez. En Carmita se hablaba del pasado del personaje para entender qué es lo que construyó. En ese caso nos tocó algo parecido, pero no es que lo hayamos perseguido. Incluso al comienzo estaba la idea de trabajar con dos hombres más jóvenes, así que ahí no habríamos abordado la cuestión de edad.
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