Jue 23.07.2015
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CINE › LA LLUVIA ES TAMBIéN NO VERTE, PRIMER DOCUMENTAL SOBRE CROMAñóN

Una fractura expuesta para la música

La ópera prima de Mayra Bottero sobre la tragedia ocurrida en el boliche de Once durante un show de Callejeros es caliente, dramática y deliberadamente política, pero su fuerza está desaprovechada en una puesta en pantalla como de informe de tevé extendido.

› Por Luis Paz

En enero Luciano Arruga, en febrero el chapa 3772, en marzo 30 mil, en abril Marita Verón, mayo inundaciones, junio Puerta 12, julio AMIA, agosto LAPA, septiembre Carmen de Patagones, octubre Ecos, noviembre Río III y diciembre 19 y 20. Y 30, por Cromañón. Al calendario trágico no le quedan vacíos, y pese a particularidades, casi en todos los casilleros se enciman las mismas palabras: connivencia, corrupción, desidia, injusticia, dolor. Es ésa la matriz con la que Mayra Bottero imprimió La lluvia es también no verte, su primer documental y a la vez la primera película sobre Cromañón en diez años, que estrena hoy con función especial en la Ciudad Cultural Konex, que abre también sus proyecciones en Artecinema y sumará, desde el 30, pantalla en el Gaumont. Además, será proyectada en Córdoba, mañana y el sábado en Espacio Incaa Villa María y el viernes en el Teatro La Luna.

Cuando la masacre de Bartolomé Mitre 3060, la directora tenía 18 años y un amigo que perdió contra Cromañón. Y aún no era novia de un sobreviviente de aquel recital del grupo Callejeros. Esas cercanías le encausaron un recorte claro: las luchas de sobrevivientes y de familiares y amigos de víctimas con pedidos de justicia que son diversos y en aspectos hasta contrapuestos.

El formato de su película, que pasó por festivales el año pasado y cerró la Semana de Cine Documental Argentino ADN 2014, es elemental: hay testimonios desde livings y bares, más material de archivo y data dura en sobreimpreso. Pese a sus inconveniencias estéticas y también de relato, es una película caliente, dramática y deliberadamente política. Lo que pasa es que parte de su fuerza está desaprovechada en una puesta en pantalla como de informe de tevé extendido, al final adecuado por su intención ecuménica y de servicio.

Diseñadora en imagen y sonido de la UBA y futura master en Comunicación y Cultura, Bottero concilió su cine con la pirámide invertida para ir de lo general a lo particular. Destinó el primer tercio de su película a contar el horror por dentro (los pibes) y fuera (los medios), y a testimonios sobre las culpabilidades de Estado y empresa, en rostros de Omar Chabán y Aníbal Ibarra. Para los afectados directos, sus responsabilidades no son polémica.

La grieta aparece en cuanto a las consideraciones sobre la banda que tocó esa noche, Callejeros, que según constó participó del ingreso de pirotecnia y de una cantidad de público mayor a la habilitada. Como allí las opiniones se bifurcan, Bottero deja el asunto para una segunda parte que tarda demasiado en aparecer: hasta los 35 minutos, nadie menciona al grupo sino para citarlo porque tocaba. La lluvia es también no verte parece durante ese rato una propuesta expiatoria de Callejeros, sobre quienes no se habla con gran fuerza ni insistencia, aunque la cosa balancee en esa segunda media hora (la tercera documenta cómo el movimiento social pos Cromañón arraigó en otros espacios de acción).

En la película de Bottero, los autores de los testimonios se desvanecen porque el drama personal es vehículo de un conflicto mayor, que es social, cultural, político e histórico: Cromañón fue una fractura expuesta para la música como cultura, espectáculo e industria, pero más contundente es que fue el evento trágico argentino más duro en cantidades, con 194 muertos, centenares de heridos y millares de afectados directos. Construye desde allí, en un escalafón que lo equilibra con otros dramas que tuvieron origen en la connivencia entre una empresa y una estructura de gobierno. No se mete con prácticas culturales, simbolismos rockeros ni logística de bandas.

A veces abusando del lirismo en las locuciones evocativas, su interés está en la vida tras la muerte, en la construcción tras el desmoronamiento y en cómo el amplio y diverso movimiento Cromañón alumbró luchadores ahora puestos en función de otras peleas, desde organizaciones civiles o con sus labores profesionales y participaciones solidarias, o militando partidos.

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